
En el primer episodio de la serie, el piloto, y también en la premiere de la segunda temporada, Transparent se había presentado como una serie coral. Maura era el motor que echaba la acción a rodar, pero la interacción son su familia, y también las circunstancias y relaciones de los miembros de la misma, eran verdaderamente lo que creaba la atmósfera de la serie. En esta nueva premiere, sin embargo, el argumento se centra en Maura, y además la presenta de un modo totalmente renovado, porque habla de algo que, hasta ahora, no se había explorado: sus privilegios.

Porque Maura, mujer trans, es también blanca, judía y rica. Algo que, hasta ahora, había pasado prácticamente desapercibido porque su universo, el que veíamos los espectadores, era también así. Pero su incursión en el centro comercial nos enseña a una Maura más indefensa que nunca, y su indefensión viene de su soledad. Porque incluso en el peor momento de su viaje, el Festival de Mujeres que se desveló «para mujeres nacidas mujeres», Maura tuvo una compañía comprensiva. Aquí no, y su experiencia es practicamente la misma que si viniera de Marte.
La vuelta de la serie, pese a todo, es igual de poderosa que cabía esperar. No ha perdido ni un poco el pulso narrativo, y es capaz de aunar metáforas con realidad del mismo modo al que nos tiene acostumbrados. Si la segunda temporada hablaba sobre encontrar tu sitio en el mundo, la tercera parece que nos enseña qué pasa cuando ese sitio que creías tuyo no lo es tanto. Un comienzo más que interesante.

