Westworld no ha decepcionado. Nada. Ni un poco. Ha cumplido todas nuestras expectativas, y ahora necesitamos más. ¿Qué es lo que nos ha conquistado de la nueva serie de HBO? Vamos a procurar resumirlo en cuatro puntos: historia, ambiente y actuaciones, música y (cómo no) croquetismo.
La historia
El Westworld que da nombre a la serie viene del parque de atracciones homónimo, una tierra en un futuro próximo sin más ley que la que los visitantes quieran. ¿Que te apetece matar a alguien para ver qué se siente? Eres libre de hacerlo. Lo mismo si ves alguna mujer que te guste, puedes convencerla (o arastrarla) para que cumpla tus deseos. No en vano, los habitantes del parque están diseñados para eso. Porque no son reales: son androides.
El staff del parque se encarga de velar porque la experiencia sea completa e inmersiva. Hay un departamento de seguridad que vigila que todo funcione, uno de guión que crea tramas para que los visitantes se diviertan, y uno de diseño que se esfuerza porque los androides, que no tienen conciencia de que lo sean, parezcan más reales cada vez. La inteligencia artificial de estos seres les impide hacer daño a cualquier ser vivo. Es lo más fundamental, lo que separa realidad y ficción en Westworld.
Porque, ¿qué separa a un ser humano de alguien que parece un ser humano y que funciona como uno? ¿Qué diferencia hay entre una persona y una inteligencia artificial? La capacidad de tomar decisiones para las que no ha sido programado. Y eso, precisamente, es lo que parece que sucede en el parque, sin que nadie del equipo sea plenamente consciente.
La serie es de los mismos creadores que Person of Interest, y definitivamente tiene su impronta a lo largo y ancho del guión. La unidad analógica de la máquina de Finch ha evolucionado. El que las máquinas tomen conciencia de sí mismas como actores de la acción va a desencadenar una serie de acontecimientos de los que no sabemos cual va a ser el desenlace final. Se avecina una temporada cargadita.
El ambiente y las actuaciones
Tanto el laboratorio como el parque mismo están hechos de un modo absolutamente exquisito. No hay un sólo detalle que no nos haga creer, sentir, que estamos en un futuro por ubicar, o en el mismo salvaje oeste. Por otra parte, los escenarios funcionan también para crearnos muchos más interrogantes. ¿Qué pasa con la maqueta? ¿Es una pantalla en tiempo real del parque o es algo más? ¿Cuantos androides hay inactivos en el laboratorio? ¿Qué papel van a tener cuando todo se descontrole?
Merecen comentarse también las estupendas actuaciones de todo el cast: Evan Rachel Wood está estupenda en todos los escenarios, desde su papel de hija del ex-sheriff en el parque a androide interrogada (y mentirosa) en el laboratorio. El cambio de registro que hace en prácticamente segundos es asombroso. Pero el resto del reparto está brillante, cada uno en lo suyo. Mi secundaria favorita es Sidse Babett Knudsen como jefa del parque, a la que ya vimos en The Duke of Burgundy (aunque aquí mola mucho más).
La música
https://www.youtube.com/watch?v=SIdI5mTKd9M
Como si estuviéramos en Bioshock: infinite, el anacronismo de la música le da un toque especial a la serie. Las versiones de Soundgarden, Rolling Stones o Radiohead a golpe de pianola ayudan a crear esa sensación de que todo y nada es real que nos persigue durante el visionado. Es real porque lo estoy viendo, pero, ¿cómo puede sonar Paint it black en el siglo XIX?
El croquetismo
En el trailer veíamos que Elsie King (Shannon Woodward) y Clementine Pennyfeather (Angela Sarafyan) compartían un momento íntimo. Esa escena, por si sola, no nos decía mucho, pero visto el primer episodio podemos augurar que la relación entre las dos tendrá un papel fundamental en el desarrollo de la serie. King es programadora en el parque y Pennyfeather es, al menos en esta versión, una prostituta del mismo. La creadora enamorada de su obra tiene toda la pinta de ser una de las tramas potentes de la temporada,: tiene tantos aspectos interesantes que no podemos esperar a ver más.