Desde hace relativamente poco, está disponible en Netflix The good wife, una de las series de las que más se ha hablado en los últimos años, y que más loas ha recibido. No es para menos: la factura de la ficción es impecable, sacando partido de la sutilidad y el diálogo frente a otras que disfrazan la acción con efectos especiales. Que, oye, a mi me parece fenomenal, pero a veces se necesita algo así, más lento, más reposado, menos efectista.
La historia de la serie no tiene nada del otro jueves: el fiscal del Estado es enviado a la cárcel y su mujer, que lleva trece años sin ejercer y a la que este le ha sido infiel, tiene que volver a trabajar. Cada episodio es un caso diferente, como si de un procedimental se tratase, aunque tiene unas tramas largas de temporada que, al final, lo son todo. Si tenéis un rato (bastante rato, de hecho: son siete temporadas), os la recomiendo muchísimo. Y una de las razones tiene nombre Propio: Kalinda Sharma.
La investigadora que trabaja para Lockhart & Gardner es uno de los mejores personajes que he visto en una serie. Es lo suficientemente misteriosa como para engancharnos desde el principio, y los guiones nos dan la dosis justa de su pasado como para querer más, siempre un poquito más. Esta mujer, fundamental para el bufete de abogados y para The good wife, tiene un atractivo para hombres y mujeres que sabe explotar muy, pero que muy bien. A lo largo de la serie le vemos diferentes parejas, pero si me tuviera que quedar con una, sería la agente especial Lana Delaney.
Lana intenta seducir a Kalinda en dos ámbitos, el personal y el profesional. Tiene tantas ganas de llevársela a la cama como de que trabaje con ella. Durante dos años la agente del FBI lo intenta con ganas pero con cero resultado. Hasta esta escena de la tercera temporada.
Lana está investigando algo muy peligroso que puede terminar con Kalinda muerta. Esta se planta en su apartamento y, bueno, ya habéis visto el video. Esta escena es la muestra perfecta de lo que es la serie: no muestra nada pero nos hace terminar con los colores subidos y la temperatura por las nubes. Es más implícita que explícita. Es la cristalización de lo que estábamos esperando desde que Delaney apareció en nuestras pantallas. Y lo es del único modo que sabe TGW: elegante.
Lo más desnudo que hemos visto en esta serie es una espalda, pero, ¿importa? ¿es menos efectivo?. El matrimonio King sabe perfectamente cómo conducir la historia para que lo importante sea la historia en sí misma, el viaje hasta lo que quieren contar. Y, oye, funciona fenomenal. De momento voy por la mitad de la serie, y espero ver con más asiduidad a la agente especial. Veremos.