Joan, Lita, Cherie, Sandy y Jackie. Cinco adolescentes, ninguna todavía dentro de la edad legal para beber, que sólo querían montar un grupo de rock pero que cambiaron la historia del rock al hacerlo. Su paso por la música fue breve, del 75 al 79, aunque no por ello menos exitoso e intenso y que podría resumirse en sexo, drogas y rock ‘n’ roll.
Todo comenzó con Joan Jett y Sandy West, la primera a la guitarra y la segunda a la batería. Bajo la batuta de Kim Fowley, productor y buscador incansable de nuevas estrellas, estaban decididas a llegar a lo más alto. A ellas se les unió Miki Steele, pero las abandonaría antes de que el grupo despegase para irse a las Bangles y Jackie Fox la sustituiría. Con una Cherie Currie de sólo 16 años de edad en el micro y la poderosa guitarra de Lita Ford, quien estuvo a punto de dejar pasar esta oportunidad al enterarse de que las demás no es que fueran precisamente heterosexuales, el quinteto que compondría Cherry Bomb o Neon angels on the road to ruin estaba listo para romper moldes y estereotipos en el proceso. La primera banda de rock compuesta únicamente por chicas se había formado e irrumpía con una fuerza que nadie podía haber aventurado en el masculino mundo del rock ‘n’ roll.
En 1976, The Runaways publicaría su primer disco homónimo consiguiendo un éxito moderado en Estados Unidos. Telonearon a grupos como Cheap Trick, The Ramones o Van Halen, pero nunca consiguieron el respeto que se merecían, ninguneadas por ser un grupo de chicas adolescentes en una escena dominada exclusivamente por hombres y por ser consideradas un producto prebabricado para la prensa musical. Su segundo disco, Queens of noise, marcaría un antes y un después. El fenómeno The Runaways acababa de explotar y las chicas alcanzarían el status de superestrellas pero, irónicamente, eran ajenas a ello. En los Estados Unidos habían conseguido hacerse un pequeño hueco en la escena punk, pero era fuera de las fronteras estadounidenses donde la verdadera revolución estaba teniendo lugar. Alemania, Canadá, Australia o Japón. Eran esos los países que besaban el suelo que pisaban estas cinco chicas.
El punto álgido de su carrera, a la vez que el principio del fin, fue su gira por el país del sol naciente. Tuvieron su propio especial televisivo, del que publicarían un disco, Live in Japan, que se fue inmediatamente a la lista de los más vendidos, aparecieron en numerosos programas de televisión, y local en el que tocaban, local en el que colgaban el cartel de vendido. Los japoneses parecían no tener suficiente de estas chicas, pero ellas sí.
Los beneficios que generaban eran ingentes, pero ellas no veían más que una minúscula parte, las peleas internas comenzaban a ser cada vez más frecuentes, y los interminables viajes, ensayos, grabaciones y actuaciones les empezaban a pasar factura. Jackie Fox dijo que no podía más y abandonó al grupo en plena gira nipona. Cherie Currie no duraría mucho más. Años más tarde se revelaría que Kim Fowley tuvo mucho que ver con esta ruptura. Había sido acusado de haberse quedado con gran parte de sus ganancias, manipularlas buscando los choques y enfrentamientos para mantener una posición de control, y hasta de abusar verbalmente y sexualmente de ellas, como como ha reconocido Jackie Fox a los medios y Cherie en el documental Edgeplay, en el que la bajista no quiso participar.
Ya sin Jackie ni Cherie, que decidió buscar una carrera en solitario en la música junto con su hermana Marie y, posteriormente, en el cine para poder costearse su adicción a las drogas, The Runaways publicarían dos discos más antes de separarse por desacuerdos creativos y seguir cada una por su lado con más o menos fortuna, Waiting for the night y And now… The Runaways.
En el 2010 estrenaron el recomendable biopic de la banda. Detrás estaba Joan Jett y delante, Kristen Stewart, encargada de representarla, y Dakota Fanning como la rebelde Cherie Currie. La película le ha dado una nueva vida a un grupo que sino hubiera caído totalmente en el olvido. Y ello a pesar de que, si bien su existencia puede haber sido corta, su influencia aún se nota a día de hoy. Sin The Runaways no hubiéramos tenido a las Riot Grrrl, a Hole o a The Donnas, sus sucesoras más directas.