En 1923 llegó al Apollo Theatre de Broadway God of Vengeance (Got fun nekome), un drama sobre un burdel judío que Sholem Asch escribió en 1907. Poco duró la función en la calle teatral más famosa del mundo: el equipo de God of Vengeance fue condenado por obscenidad, entre otras cosas, porque había un beso entre dos mujeres en la obra.
Aunque según Variety, “no fueron las escenas de burdeles las que molestaron a crítica, sorprendieron a la audiencia y arrastraron al productor y al autor a un juicio por obscenidad. Era el entusiasta (y sin arrepentimientos) romance lésbico entre la hija del dueño del burdel y una de las chicas que trabajaba para él lo que sorprendió a las audiencias de barrio”.
Ahora, 94 años después de ese infame estreno en Estados Unidos, la dramaturga Paula Voguel reinterpreta la obra de Asch en Indecent, un montaje que se estrenó ayer en el Cort Theater de Broadway bajo la dirección de Rebecca Taichman.
Voguel no hace, técnicamente, una adaptación en su obra, sino una “metaobra”: Indecent es un espectáculo sobre aquel al que se le acusó de obscenidad en 1923, que en este caso habla de los ataques a la libertad de expresión y de la indecencia del fascismo.
Indecent sigue el viaje de God of Vengeance, desde su estreno en 1907, pasando por su puesta en escena en un gueto de la Polonia ocupada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial, hasta llegar a su clausura en el Apollo Theatre de Broadway.
Es una obra sobre una obra que Voguel leyó con 22 años, en 1974, por recomendación de un profesor en la Universidad de Cornell, y que le ha perseguido desde entonces hasta su estreno, ayer, una vez más en Broadway. Indecent es una obra sobre una obra que fue censurada por un beso lésbico.