Ando un poco perdida con las nuevas etiquetas para las orientaciones sexuales pero hay cosas que no permitiré nunca.
Me debo estar haciendo mayor y me pierdo con las nuevas etiquetas para las orientaciones sexuales (sapiosexual, demisexual, pansexual, etc). Al fin y al cabo, sólo soy una escritora y no una experta en género y sexualidad. Incluso sé que hay algunas prácticas sexuales que tampoco comprendo, pero hay cosas que no permitiré nunca.
Entro a twitter y me encuentro con un cartel que no sé de dónde ha salido en el que se le añade una P al acrónimo LGTB para añadir Pedosexual. Los pedófilos están intentando arrimarse al Orgullo para aprovecharse de sus valores (libertad, respeto, tolerancia) y normalizar sus abusos a menores.
Defienden que la persecución que sufren es la misma que sufrieron homosexuales en su momento (y que aún sufren hoy en día), pero olvidan convenientemente que la práctica de la homosexualidad se da entre personas adultas y con conocimiento de causa, cosa que con los niños no, por mucho que los sexualicen.
Sí, ya sé que no es lo mismo la pedofilia que la pederastia, puesto que lo segundo es lo primero llevado a la acción, pero si eres pedófilo (pedosexual sólo es un término para hacerle un blanqueamiento moral, que no cuela) tu sitio no está en el Orgullo, sino en un psiquiatra.
El deseo sexual de los pedófilos, lo lleven o no a la práctica, no se basa en una relación de igualdad, sino de poder, la misma que usan los maltratadores.
Como me contaba la tuitera @WhimperSpain, desgraciadamente, los intentos de los pedófilos de arrimarse a los movimientos LGTB no son nuevos. Su reivindicación nació en los años 60 y 70 con la revolución sexual y con cierto apoyo de algunos miembros de los movimientos de lucha por la despenalización de la homosexualidad. Aparecieron sobre todo en Países Bajos y Francia y algunos siguen vigentes (de hecho, ya en los 2000, un grupo pedófilo se presentó a las elecciones para defender esta postura en los Países Bajos).
Diarios de izquierda como Libération y Le Monde llegaron a tratar con total complacencia asuntos pedófilos en los años 80.
Con la legalización de la homosexualidad, los movimientos pedófilos fueron perdiendo el apoyo del movimiento LGTB… hasta hoy.
Hay que cerrar puertas a estas reivindicaciones, no dejar que usen los paralelismos (persecución y lucha) del movimiento LGTB para colar sus abusos sexuales. No se trata de ser más o menos progre, no va tabúes de los que nos da vergüenza hablar. Va de qué tipo de sociedad queremos ser, de qué marco ético queremos construir y de dónde ponemos el límite.
Mi posición es clara.
Feliz Orgullo 🙂