Cuando hablamos de ficción española, reconozco un poco avergonzada que nunca le presto demasiada atención. No es hasta que o veo mucho hype a mi alrededor o me recomiendan encarecidamente algo que termino picando. Con Vida perfecta fue lo segundo. Me la puse sin saber mucho qué iba a encontrarme y cuando me quise dar cuenta ya me había visto la mitad de la serie.
Vida perfecta se centra en María (Leticia Dolera), Esther (Aixa Villagrán) y Cristina (Celia Freijeiro), un grupo de mujeres ya bien entradas en la treintena y sus moviditas. Un embarazo inesperado para María, una calculadora y planificadora nata a quién su novio acaba de dejar. A Esther las chicas le duran una noche y su carrera como artista… pues bueno, podía irle mejor si dejara de autosabotearse. La vida de Cristina, por su parte, es perfecta. En la superficie. Muy en la superficie.
La serie me cogio de imprevisto. No esperaba encontrar dos de los ingredientes que necesito para que una serie me chifle: protagonistas femeninas y que sea una comedia dramática, y que además estén tan bien explotados.
Uno de sus puntos fuertes es, precisamente, el reparto: Leticia Dolera, Aixa Villagrán y Celia Freijeiro tienen muchísima química. Da la sensación de que realmente son amiguísimas y salen a tomarse el vermú los sábados por la mañan in real life. Mis dieces.
El otro, el saber hacer malabares con la comedia y el drama sin que se caiga una cosa ni la otra y se eche todo a perder no es fácil y Vida perfecta sale airosa en este departamento. Consigue hacer un retrato divertido y natural pero sin que en ningún momento parezca que se toma los problemas sus protagonistas a cachondeo de estas tres mujeres mientras atraviesan momentos personales delicados y alguna que otra crisis existencial.
Con nada más una temporada (por ahora) de ocho capítulos de 25 minutos, es una serie que se ve muy bien, que entra muy fácil y que conseguirá sacaros más de una carcajada.