
No sé vosotras, pero en esta casa llevamos meses (¿años? ¿vidas pasadas?) esperando que a Grey’s Anatomy se le cayera la venda hetero de los ojos y nos diera lo que sabíamos que tenía en la despensa desde hacía tiempo: la tensión lésbica no resuelta entre Teddy Altman y la Dra. Cass Beckman. Y por fin, POR FIN, ha pasado.
En el episodio del 3 de abril, titulado “Don’t You (Forget About Me)”, se nos regaló un momentazo que nosotras ya habíamos coreografiado en nuestras mentes desde que Cass (Sophia Bush, reina siempre) apareció por primera vez en ese hospital a repartir trauma y miradas intensas. Desde la primera escena juntas, el subtexto era más evidente que que no vamos a poder dejar de ver jamás esta serie.
Pues bien, no fue subtexto esta vez. Fue TEXTO. Fue beso. Fue cama. Fue ‘¿nos saltamos esta charla médica random y nos vamos a la habitación del hotel a hacer lo que el fandom pide?’. Y nosotras, desde casa, gritamos un poco.
Teddy (Kim Raver), que ya sabemos que lleva una temporadita perdida entre decisiones de vida, cirugía y un matrimonio que ni fu ni fa, se dejó llevar por la energía poderosa de Cass. ¿Y quién no lo haría? Cass es segura, divertida, y tiene ese punto de ‘sé exactamente lo que hago con mis manos’. En fin, que la tensión llegó a su punto máximo y pasaron cosas. Cuerpos. Ropa en el suelo. Una cama. Todo lo que esperábamos.
Pero, claro, esto es Anatomía de Grey, y no todo iba a ser mariposas y flirteo sexy. Justo cuando el momento alcanzaba la temperatura adecuada, Teddy se congeló. Se bajó del tren lésbico antes de llegar a la estación, y entre lágrimas (de ella, de nosotras, de todas), confesó que aunque su matrimonio con Owen está en modo “abierto”, no se siente bien consigo misma. Que esto no es la solución. Que abrir la relación era la tirita para una herida profunda.
Cass, que no solo es guapa sino además empática, lo entendió y le dio el espacio. La conversación fue madura, honesta, una masterclass de consentimiento y autocuidado emocional, y aún así nos rompió un poquito el corazón porque, sinceramente, queríamos más.
Fuera de cámaras, Kim Raver contó que ella misma dirigió el episodio y que trabajaron con una coordinadora de intimidad para que la escena fuera tan real como respetuosa. Y se notó: fue sexy sin caer en el cliché, fue vulnerable, fue cruda y cálida a la vez. Fue, en resumen, lo que tantas veces echamos de menos en la representación sáfica en la tele.
¿Y ahora qué? ¿Volveremos a ver a Cass y Teddy juntas? ¿Tendremos segunda ronda, esta vez con menos culpa y más deseo? ¿Abrirán el matrimonio y el corazón al mismo tiempo? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que, pase lo que pase, este momentazo lésbico ya es canon y NADIE nos lo quita.
Gracias, Grey’s, por darnos este regalo. Y a ti, Teddy Altman, solo te decimos: te estaremos vigilando.