Tengo que confesaros que tengo una manía algo peculiar: le pongo nombre a todos mis juguetes. No sé por qué, quizá lo explica el hecho de que de pequeña nunca quisieron comprarme una mascota y no pude exprimir mi creatividad a la hora de elegir nombres. Pero eso no es lo importante… lo importante es que hoy vengo a hablaros de Rosita, mi primer vibrador.
Había cortado con mi pareja de entonces hacía más o menos una semana y había decidido irme a dar un paseo por la ciudad, sola. Lo cual es ya de por sí bastante extraño, porque por aquella época solía salir siempre con mis amigas. Mi experiencia con los juguetes eróticos era nula, aunque siempre me gustaba entrar en las tiendas eróticas y cotillear. Entré en una pequeñita y fingí interesarme por los vibradores. Eso es lo peor, ¡que fingía que me interesaban cuando en realidad me interesaban! La dependienta vino a preguntarme si necesitaba algo y le dije que me recomendara uno cuyo precio no fuera demasiado caro. Me presentó la marca de ToyJoy, una de las más baratas del mercado. Todavía no tengo claro qué me hizo tomar la decisión de comprarlo cuando iba tan segura de que no iba a hacerlo; puede que se me cruzara un cable o que se tratara de un impulso. Pues nada, pagué en metálico y me llevé a Rosita.
Sin embargo, no podía irme a casa todavía. Necesitaba una pila. ¿Sabéis lo complicado que es que os vendan una sola pila? Ya sé que vienen en paquetes de cuatro, pero iba justa de dinero y no podía gastarme lo poco que me quedaba en un paquete de cuatro pilas. Al final encontré una tienda donde me vendían una sola pila: en una juguetería. Me pareció gracioso porque yo iba con mi vibrador nuevo en la bolsa, pero intenté que no se me notara. Aunque viendo mi cara entre desesperada y ansiosa (llevaba más de media hora buscando la maldita pila) y la bolsa de la tienda erótica, era evidente para qué iba a usar la pila. Ya tenía a mi nuevo amigo y la pila, así que me fui para casa emocionada por probarlo.
Rosita es un vibrador especial para el punto G. Además de ser económico, no es necesario leer las instrucciones para usarlo. Es tan fácil como poner la pila, girarlo hacia un lado y se enciende. Para que apagarlo hay que girarlo para el otro lado. Mide 12,5 centímetros de largo y 3 de diámetro y según las instrucciones, es resistente al agua.
¡MENTIRA! Si hay algo que he aprendido comprando vibradores es que la mayoría no son resistentes al agua. Una vez me arriesgué a darme un baño con uno de ellos y dejó de funcionar. Se pueden lavar bajo el grifo con cuidado, pero no son resistentes al agua, porque en cuanto entran unas gotas y se cuelan dentro del mecanismo, dejan de funcionar. Pero sigamos con Rosita.
Mi primera experiencia con un vibrador fue bastante positiva. Nunca había tenido la oportunidad de probar uno y me sorprendió que me llevara tan rápido al orgasmo. La vibración es potente, a pesar de tener solo la opción de encendido y apagado. A todo esto, solo le di uso externo y hay un porqué para eso: será un vibrador especial para punto G, pero es demasiado pequeño para eso. Es decir, puedes introducírtelo y que alcance tu punto G para estimularlo, pero no te permite jugar con él más allá de eso porque es muy corto.
Otra cosa que no me gustó nada es que hace muchísimo ruido. ¡Menos mal que estaba sola en casa! De hecho, creo que mi batidora hace menos ruido cuando pongo las yemas a punto de nieve para hacer un pastel. Cuando un vibrador hace tanto ruido es por el material con el que está fabricado. El Funky Viperette G-Spot tiene dos partes: la superior que tiene un tacto más suave (que es donde se encuentra el motor) y la inferior, de plástico ABS donde se coloca la pila. Al encender el vibrador, la pila no deja de entrar en contacto contra el plástico y por eso hace ruido.
En conclusión, Rosita estuvo bien para la primera vez porque buscaba algo discreto. Pero si quieres un vibrador que te dé más juego, es recomendable esperar y elegir uno con diferentes modos de vibración y mejores materiales.
Lo mejor: La vibración es potente.
Lo peor: Que en la caja diga “Silencioso y muy funky”. Funky sí, pero silencioso no tanto.