Mucha gente me ha preguntado sobre mi estado y el método que hemos utilizado para concebir. Como lo he explicado tantas veces y sigo viendo que es un tema que interesa a mucha gente, voy a contar aquí un poco mi experiencia. Al tratarse de una vivencia personal, no creo conveniente utilizar términos científicos o datos académicos que podéis encontrar en cualquier página especializada. Así que lo contaré como lo contaría a una amiga no experta en el tema.
Supongo que habréis escuchado nombrar el método ROPA (Recepción del óvulo de la pareja). Antes de iniciar este tratamiento (teníamos claro desde el principio que era el que queríamos llevar a cabo), leímos muchos casos de madres contando sus experiencias no sólo en lo referente al método en sí, sino también a los entresijos legales. Por no ser heterosexuales tenemos más entresijos legales (también en este caso). Después de leer y buscar información (proceso que duró aproximadamente un año), nos decantamos por una clínica de la ciudad (hay muchas, sobre todo en las capitales más grandes).
—¿Estáis casadas? —Fue lo primero que me dijo la chica al otro lado del teléfono cuando le expliqué que queríamos realizar el método ROPA.
Es indispensable estar casada y nosotras, en aquel momento, no lo estábamos (no lo habíamos considerado importante hasta la fecha). Nos dijeron que podíamos empezar con los “preparativos”, pero que en el momento de la “transferencia” (luego explico esto), los papeles de matrimonio tenían que estar en regla. Este pequeño detalle (la boda) retrasó casi seis meses todo el proceso, y no porque fue una boda a lo grande, que no lo fue, sino porque en mi pueblo tardaron una eternidad en agilizar todo el papeleo (y eso que la funcionaria me conoce y le expliqué que teníamos prisa).
Mientras el proceso de papeleo seguía su curso, mi pareja (todavía no era mi esposa) se sometió a la estimulación ovárica (como en cualquier FIV -tratamiento in vitro-). A continuación se le realizó la punción y los ovocitos extraídos se fecundaron (con donante de semen anónimo) y criogenizaron, en espera de la transferencia.
Antes de realizar la transferencia nos pidieron los papeles del matrimonio para poder formalizar el proceso y después se hizo la intervención sin ningún problema. La implantación del embrión (elegimos sólo uno) es como en un in vitro, por lo tanto, no hace falta sedación ni anestesia y es indoloro (se siente lo mismo que en una citología). Yo no recibí hormonas de ningún tipo hasta la implantación, momento en que comencé con la progesterona.
El resto ya os lo podéis imaginar, estamos embarazadas de tres meses y medio y muy contentas. Aprovecho para confesar que en la última ecografía pudimos ver a nuestro bebé completamente formado y, puede que luego cambie, pero hoy por hoy, es idéntico/a a mi mujer.