Wonder Woman tiene un importante peso con el que cargar a sus espaldas. De que su película funcione puede depender que veamos más proyectos con mujeres al frente dentro del universo cinematográfico de los superhéroes o nos quedemos con las ganas.
Hasta el momento, poner a una chica en licra y con poderes como protagonista de una película era sinónimo de batacazo de taquilla y una petición multitudinaria exigiendo la devolución del tiempo invertido en su visionado. Quien haya visto Catwoman y Elektra entenderá de qué hablo. Como los estudios tienen la manía de querer ganar dinerito con sus películas, pues dejaron a las mujeres por ahí, que tampoco molestamos y lucimos los trajes como nadie, pero sin darnos la voz cantante, no vaya a ser que no resultemos tan interesantes como nos creemos. Así, mientras a los coleguis reparte-mamporros de la Viuda Negra le sobran las películas (y el merchandising), Natasha Romanoff, a pesar de haberse convertido en uno de los miembros de Los Vengadores más populares, no tiene todavía franquicia propia y está en su casa deshojando margaritas a ver si los estudios la quieren o no y le dan película propia. Y es que, a pesar de que Marvel le lleva años de ventaja a DC en cuanto a universo cinematográfico, DC se le ha adelantado en esto. Marvel siempre se mostró reticente y no se ha atrevido a dar el paso hasta hace poco que, tras mucho marear la perdiz, ha decidido fijar en 2019 el estreno de Capitana Marvel.
Mientras Supergirl y Jessica Jones se han asentado en la televisión con una buena acogida y una segunda temporada al caer (Agent Carter, no me olvido de ti. DEP), a Hollywood le está costando adaptarse. La última vez que vimos una superheroína en su propia película fue en 2005, mientras que no hace más de unos meses que vimos a un superhéroe. Ojalá después de Wonder Woman, se pierda el miedo a poner a una mujer al frente del chiringuito y nos sobren los dedos de una mano para contar cuánto falta para la siguiente.