Eva (Julia Sarah Stone) tiene 16 años, muchísimo talento con el piano, y una relación muy tensa con su madre, quien solamente piensa en su propia felicidad, a costa de la de su hija. Parece que la única persona que la comprende es Laura (Evan Rachel Wood), la empleada doméstica, con la que forja un lazo de confianza muy fuerte, tanto que incluso la convence para huir de casa y vivir con ella en secreto. A partir de ahí, su relación se volverá más íntima, pero también más tóxica y abusiva.
Allure es muy directa. No es una película que se ande con remilgos a la hora de mostrarnos exactamente lo que no está enseñando: una relación de abuso y maltrato, donde una de las dos mujeres aprovecha su situación de superioridad, en este caso que es más mayor y la otra depende de ella para todo, para anularla completamente. Prácticamente la tiene secuestrada en su casa, algo de lo que Eva parece no ser consciente, viéndose por primera vez fuera de las garra de su madre. Laura es, a la vez, una novia delicada y atenta, y en determinados momentos estalla con una rabia desmedida sobre las cosas más tontas o inesperadas.
La interpretación de las dos protagonistas me parece alucinante. Creo que Evan Rachel Wood tiene un talento interpretativo desmedido; es capaz de cambiar de registro en segundos. Solamente con el lenguaje no verbal ya podemos deducir cual es la relación que mantiene con su padre, algo que resulta determinante para comprender su personaje.
No es una película fácil de ver, porque en ocasiones es muy gráfica, y a mi me creó bastante angustia en determinadas partes, sobre todo las que tienen que ver con sexo. Pero sí creo que es un retrato certero, con todas las licencias propias del cine, de una relación abusiva entre dos mujeres, una realidad que está ahí y de la que prácticamente no se habla.
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