El Mundial de Francia que empezó el 7 de junio y que se alzó con la victoria de Estados Unidos estaba llamado a ser un punto de inflexión en el fútbol femenino, tanto en visibilidad como en concienciación, y las jugadoras están aprovechando esta situación para reivindicar una igualdad que, pese a estar cada vez un poquito más cerca, aún necesita trabajo.
Mejores condiciones y mayor inversión económica
La FIFA se ha implicado en este evento más y mejor de lo que lo hizo en el Mundial de Canadá en 2015, arreglando desastres como el que supuso hacer jugar a las selecciones en campos con hierba artificial. Probablemente fue una de las decisiones más criticadas, debido a que la hierba artificial es, normalmente, de menor calidad y puede producir lesiones más fácilmente. También se ha implementado el VAR, decisión lógica ya que los campos en los que se está disputando la Copa del Mundo ya poseían el equipamiento necesario, y no hacer uso de el no habría tenido explicación válida en términos de igualdad.
La implicación de la FIFA también se hace sentir en el factor económico. De esta forma, las selecciones pasan de repartirse 15 millones (de manera variable dependiendo de la posición final de cada selección) a 30 millones, siendo la campeona quien se lleve el mayor premio: 4 millones de dolares. Además, por primera vez, las federaciones destinaron a la preparación de sus equipos 11.520.000 dólares, y los clubes obtuvieron 8.480.000 dólares en compensación por la cesión de sus jugadoras.
Ada Hegerberg renunció al Mundial por la desigualdad en su selección
Pese a todo ello, los esfuerzos no pueden quedar ahí, la brecha sigue siendo demasiado grande respecto a la situación de los hombres en el fútbol. Es por ello que algunas de las jugadoras han usado diferentes medios para reivindicar la igualdad en todos sus aspectos. El primer y más impactante ejemplo es el de Ada Hegerberg, jugadora noruega de 23 años y primera mujer en ganar el Balón de Oro. Ada anunció que no jugaría el Mundial de Francia en protesta por el trato que la Federación Noruega tenía con la selección femenina, hablando de la falta de planificación, de atención y de la discriminación salarial.
Ada sabe bien lo que es el machismo en el mundo del fútbol. Ejemplo de ello fue la impresentable situación en la que le puso el maestro de ceremonias de la gala del balón de oro cuando le preguntó, en el escenario, si sabía hacer twerking. Las redes hicieron viral el vídeo de gala y el autor del vergonzoso momento se disculpo públicamente.
La jugadora noruega declaró a los medios que había hablado con los representantes de la selección sin resultado, y aseguraba que ‘si quieres ir a algún sitio en la vida, tienes que tomar decisiones’. No sabemos si Ada volverá a jugar con la selección en un futuro, pero ella lo tiene claro, no va a rendirse: ‘Puede ser difícil luchar solo por algo en lo que crees, pero es algo que estoy dispuesta a aceptar para mantener mis valores’.
Marta dedicó el gol contra Australia a la igualdad
Otra de las jugadoras reivindicando la igualdad no es otra que la seis veces ‘Mejor Jugadora del Mundo’ Marta Vieira da Silva. La brasileña renunció a lucir una marca comercial en sus botas durante el partido que disputaron Australia y Brasil para pedir la igualdad a través de la campaña “Go equal”. Al celebrar su gol, Marta se señaló la parte exterior de su bota, mostrando así el símbolo ‘igual’, en rosa y azul.
Megan Rapinoe, ‘protesta andante’ de las políticas desiguales de Trump
Por su parte, Megan Rapinoe se negó a cantar el himno nacional de EEUU en el debut de la selección contra Tailandia. La jugadora fue criticada en las redes en su país, pero su actuación era ya por todos conocida debido a que hace un mes declaró a Yahoo Sports que creía que nunca volvería a cantar el himno. Cuando explicó el por qué de su protesta, Rapinoe dijo que era una ‘protesta andante’ contra las políticas de Trump: ‘Es como un ‘que te den’ a cualquier tipo de desigualdad que la administración (de Trump) pueda tener hacia la gente que no se parece exactamente a él’.
Después del Mundial de Francia quedan por delante cuatro años hasta la próxima cita, tiempo de sobra para que más jugadoras se unan a las reivindicaciones de sus compañeras en busca de la igualdad.