El FC Barcelona femenino se ha coronado como campeón de la vigésima edición de la Champions League, pero no hace falta ser culé para entender que su victoria es un golpe sobre la mesa que nos hace ganar a todas.
Ya no es solo que hayan ganado sobradas (4-0) al mejor club británico en la actualidad (Chelsea), que hayan bajado del trono a las francesas (que han ganado de forma consecutiva las últimas 5 champions) o que se lleven a casa el título de mayor renombre de Europa. Es que han roto esa imagen a la que algunos se agarraban de que en España no hay suficiente nivel. Una hostia en toda la cara, si me lo permitís, considerando que todas las jugadoras de la liga estuvieron en huelga LA TEMPORADA PASADA porque se les negaba un convenio colectivo que únicamente pretendía proteger a las jugadoras con unos mínimos muy básicos: Protección en situaciones de maternidad e incapacidad laboral, un salario mínimo y derecho a vacaciones.
¿Qué cara creéis que se les ha quedado a aquellos que decían que no había nivel suficiente en los equipos españoles como para hacer “tales exigencias”? Y, entendedme, está claro que hay equipos con más y menos nivel, y más o menos presupuesto (aspectos que van muy de la mano, aunque a alguno no le entre en la mollera), que hay mucho que mejorar, pero es un paso indiscutible.
Tirar ese muro de que el nivel no es suficiente es muy importante para que los clubes y los patrocinadores empiecen a apostar más por el fútbol femenino, y con ello los medios de comunicación que acaban atrayendo a más gente. Al final todos animamos al equipo que nos genera más simpatía, nos posicionamos a favor o en contra del jugador diferente, y nos involucramos cuando lo emocional nos cala. Un robo descarado, un gol a última hora, una salvada sobre la bocina o una multitud celebrando el pase a una final soñada.
Epicidad, independientemente del género. Pero para eso el fútbol femenino no puede ser un desconocido.
‘Y esto, ¿para qué?’ estaréis pensando. Quien me conoce sabe que le tengo un ‘odio eterno al fútbol moderno’, y no pretendo que el fútbol femenino se convierta en la desvergüenza en la que se ha convertido el masculino, pero es evidente que la situación actual está lejos de ser la ideal.
2021 y el fútbol sigue considerándose un deporte de señores, un deporte en el que el hecho de que una chica juegue aún sorprende, aún se quita valor a sus acciones porque ‘un tío también lo haría’, aún se manda a fregar a las chicas tanto en campos grandes como en los de barrio, y nuestra participación aún tiene fecha de caducidad, porque para muchas no puede pasar de un hobby temporal. Quizás ver que un equipo español ha ganado el mayor título de clubes del mundo no acabe con el machismo arraigado en el deporte ni en la sociedad, pero puede que haga que las niñas de 10-12 años que juegan un partido cada domingo empiecen a hablar sobre Martens, Alexia, Vicky Losada y muchas más, y que empiecen a querer jugar como ellas, marcar como ellas y defender como ellas.
A mi me habría encantado poder pensar en la opción de vivir una Champions algún día, imagínate ver que se puede ganar.
Os dejo las declaraciones de la capitana, Vicky Losada, hablando sobre esto mismo: