Las fans de Rizzoli & Isles están ya al límite de su paciencia. Cansadas de que los guionistas de la serie les regalen todo el día subtexto lésbico pero sin que nunca suceda nada entre las protagonistas, han decidido iniciar una guerra, organizarse y boicotear el show de TNT.
Al menos esto es lo que asegura National Inquirer en el nuevo número de su revista, aunque no especifican si se trata de un movimiento consolidado o de una amenaza en estado embrionario.
Según una fuente cercana al show, quien más padece el malestar de la audiencia es Angie Harmon, la actriz que interpreta a la detective bostoniana Jane Rizzoli, pues aguanta estoicamente al ejército croquetero y sus continuas amenazas. “Vamos a dejar de ver tu serie porque no os liáis”, le dicen. Angie tiene presente que Rizzoli & Isles es una serie que a veces promueve que la audiencia se sienta confundida sobre la orientación sexual de sus personajes, pero aun así, no puede evitar sentirse molesta por la imagen que las fans tienen de ella…
“Está cansada de que otras mujeres —especialmente mujeres gays— la vean como una butch“, asegura la fuente del National Inquirer, “y no le gusta que la consideren el ‘marido’ de su relación con Sasha. ¡Le irrita muchísimo!”
Según la misma fuente, tanto Angie Harmon (Jane Rizzoli) como Sasha Alexander (Maura Isles) son conscientes de que una gran parte de la audiencia de Rizzoli & Isles es homosexual, pero también saben que no es casualidad, ya que los guionistas han promovido la confusión desde el primer episodio de la serie. Sin embargo, se ve que este no es el problema… “En lo que respecta a Angie, el único problema es que no quiere que la vean como una mujer masculina”, sigue explicando la misma fuente. “No le gustó cuando una página de internet la apodó ‘Angie Hormona’. Dijo: lo siento, pero no soy Angie Hormona”. [El apodo es un juego de palabras entre el apellido de la actriz “Harmon” y la palabra “Hormone” (hormona en inglés)]
Si hacemos caso al National Inquirer, nos da la sensación de que el único impedimento para que sus personajes consoliden su evidente romance es que Angie se siente masculinizada y herida en su sensible ego femenino. Pero para eso hay una solución muy sencilla: que le pongan un vestido a esta mujer y se enrollen de una vez. Sí, somos conscientes de que el vestido no pega una mierda con su personaje, pero que se lo den aunque solo sea para que acabe esta demencia. Si es preciso, organizamos una colecta y se lo compramos. Porque, en serio, ¿a quién intentan engañar? Es ya de dominio público que este show se mantiene en antena gracias a la tensión sexual no resuelta entre las protagonistas. Nunca una serie hetero ha sido más gay que Rizzoli & Isles. Pero eso es hacer trampas. No vale poner la miel en los labios a la audiencia si nunca nos van a dejar catarla.
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