No sé qué pensasteis cuando os enterasteis de que Bolli y Loulogio iban a presentar un programa de televisión llamado Fiesta Suprema en la 2 de TVE. Pero a mí me dio un poco de miedito.
El programa se presentaba como una fusión de internet y televisión, comandada por dos de los pesos pesados de la blogosfera. Y gracias supongo a esta curiosidad nata que nos caracteriza a los seres humanos, me dispuse a verlo, dándole una oportunidad antes de juzgarlo por lo que parecía: un intento algo desesperado de la televisión por seguir en el candelero, y por atraer a ese público joven de internet que se le escapa sin remedio.
Desde aquí he de posicionarme y sin menospreciar a Loulogio, he de reconocer que siento debilidad por Bolli, me he visionado y revisionado muchos de sus videoblogs y pienso, como muchas croquetas, que es simplemente genial. La que no se haya partido el culo viendo lesbianas primerizas debería hacérselo mirar.
Pero internet, por mucho que los productores de programas no lo quieran ver, es otro mundo, que funciona a un ritmo diferente. No depende de shares, sino de la creatividad y las ganas de pasar un buen rato. De forma que lo que sale de las cabecitas de los blogueros es fruto de mucho más curro del que parece en ocasiones, pero sobre todo del “hoy me apetece hablar de esto” o de los desvaríos con los colegas en una tarde de cañas. Sin presiones, sin una audiencia que mantener ni un jefe al que contentar y al que le tiene que convencer tu trabajo. Pero con un lado malo: que no te da de comer.
Cierto es que el programa no está dando el resultado esperado… para los productores, claro. Porque a los internautas, y siento decirlo, es un producto que no nos convencía ya desde el principio. Muestra, por suerte o por desgracia, que la dirección de las televisiones está obsoleta y Fiesta Suprema es como oír a Camilo Sexto decir “mola mazo” (tizas chirriando en una pizarra).
Aun así he de decir que en ocasiones, en ciertos instantes, los menos, podemos vislumbrar a la Bolli de siempre, con su ramalazo croquetil, borde y soberbio, y esas idas de olla de órdago con las que te meas de risa. Si bien es cierto que las que somos Bolliers de corazón nos cuesta verla más allá del Monte es orgasmo, su canal de YouTube, y nos sentimos desubicadas.
Pero, oye, quien no arriesga no gana. Y cuando hay una oportunidad así a la vista hay que tirarse a la piscina. En ocasiones los televidentes somos unos seres insaciables y mezquinos, que no dejan lugar a las intentonas primerizas y desechamos sin piedad los productos que no nos convencen. Como televidente no me acaba de llenar, pero como blogger alabo enormemente las ganas de crecer y evolucionar de Lou y Bolli. Cierto que el resultado no está siendo el deseado. Pero, lo dicho, que tampoco trabajar para uno es lo mismo que tener a Pepito Grillo corrigiéndote el guión o diciéndote que las audiencias no cuadran.
Parece ser que a Fiesta Suprema le queda poquito tiempo de vida. El share manda y el 1% de cuota de pantalla no es la cifra más deseable para una cadena. Aún así, esperemos que evolucione y mejore. Y si no es así, el mundo croquetil te esperará con los brazos abiertos, Bolli.