Sí señoras (y quizás algún señor), señoritas y bellas damas; hoy vamos a hablar de ese lugar , ese concepto, ese espacio-tiempo que nos encoge el alma y nos impide dormir por las noches: LA FRIENDZONE
*tambores y música de alta tensión*
Pero antes de nada, vamos a hacer una breve introducción sobre a qué nos estamos refiriendo por si alguien todavía no lo conoce:
El término friendzone fue popularizado por un episodio de la serie de televisión estadounidense Friends, donde el personaje de Ross Geller estaba enamorado de Rachel Green. Mientras hablaba con su amigo Joey Tribbiani, este declaró que Ross no sólo había sido puesto en la friendzone, sino que también fue nombrado presidente de la friendzone, de lo que se deduce, que, la friendzone es aquel lugar en el que se está cuando alguien te considera ‘su amiga’ y, a causa de esta amistad (como si fuera causa de una enfermedad), no te ve como motivo ni objetivo que te permita ir más allá, así por ejemplo en la serie Scrubs se enunciaba un ejemplo vital cuando el protagonista JD explica que:
Una vez que algo importante, un punto de inflexión, se da entre
un hombre y una mujerdos croquetas, el integrante interesado en algo más tiene 48 horas para hacer algo al respecto o bien, se queda en la friendzone del desinteresado para siempre
En el capítulo JD no reacciona por lo que entra en una habitación de hospital imaginario llamado Pagafantas, donde están todos aquellos que se han enamorado de la muchacha antes y no han actuado (tomen nota, chicas).
Pues bien, este concepto – que tiende a existir mucho más en las relaciones en las que hay mujeres implicadas (luego analizaremos porqué) – está a la orden del día en el bollomundo, vamos, que es como el agua salada en el planeta tierra, el 71% de la superficie. Un día leí —no recuerdo el foro o blog de croquetas, mis disculpas— una explicación para este hecho por el cual a las lesbianas nos encanta marear(nos), distorsionar(nos), hacer(nos) las interesantes, dudar, ir de intensas, mover(nos) en una generalidad y sutileza tal que resulta entre imposible y muy difícil evitar la friendzone, sin caer en enseñar lo buenas que estamos algo, que como damiselas nos de vergüenza.
El ejemplo que ponían era el de un bar de bolleras cualquiera —o de moderneo variado— al que ir y sentarse a observar, pudiendo detectar como las bolleras se miran, con sutileza, como si no fuera con ellas, como si no estuvieran allí más que para pasar el rato mirando la copichuela y hablando con su amiga como podría estar haciendo en cualquier otro lugar, y sólo transcurrido un tiempo suficiente para que el contenido alcohólico haga efecto, entonces pueda haber alguna actividad, tenue y sofisticada eso sí.
Resulta curioso el contraste con el mundo gay masculino (quien no tiene un amigo gay que diga aquello de ‘que intensas sois las bolleras’ que se marche ahora mismo y lo busque) donde la friendzone solo existe —en general— cuando los dos integrantes se encuentran en ella o cuando ya han follado decidido que no quieren otro lugar. Y del mismo modo es impensable un bar de gays —con sus correspondientes cuartos oscuros— en que éstos solo se miren. Hagan la prueban, siéntense en un bar de osos barbudos y piensen en ellos comportándose como croquetas pudorosas. ABSURDO.
A veces hasta puede ser de envidiar esa inmediatez en sus —mil— aplicaciones para el móvil, y la simple comparación con una para lesbianas resulta imposible. Del mismo modo sucede cuando empiezas a hablar con alguien o conocer una muchacha, MÁXIMA precaución sobre que decir y como decirlo porque puede llegar el día en que te descubras en la friendzone sin remedio, veámoslo de forma visual:
Sin esa preocupación – y precaución constante – las (interminables) conversaciones entre croquetas ‘conociéndose’ pueden acabar como interesantes y amigables intercambios de datos, dando opinión sobre otras ‘posibles’, cuando lo que querrías darle es golpes del cabezal de su cama contra la pared besitos, dándote cuenta de que has pasado de estar en el saco de posibles novias al chicas (terriblemente) adorables.
Y es que las bolleras somos auténticas equilibristas de la friendzone, nos encanta hacerlo todo especial y comernos los mocos y, hasta las que ahora dirán que no son así, o, los remotos casos, en que cuando hablamos o actuamos lo hacemos con claridad o dirección única —cuando la alineación de los astros coincide con la regla/una necesidad de amor que no se aguanta— hasta en esos casos, no podemos evitar pensar que la muchacha de nuestra vida traerá consigo una historia de amor tan preciosa que mirarle el culo en vaqueros será lo de menos.
Así que francamente, les deseo suerte, ánimos y largas, intensas y sutiles conversaciones pero no olviden comentar que tienen libido y dos tetas excelentes.
Este post no hubiera sido posible sin mis dos lesbianos: gracias muchachos.
VIA: Wikipedia