A finales de la temporada pasada, Llama a la comadrona (Call the midwife), esa serie ambientada en los años 50 en Reino Unido, y que versa sobre las andanzas de un grupillo de comadronas, nos alegró un poquito el corazón sacándose de la manga una lesbiana en su reparto. Patsy, una de las enfermeras, le dijo a su compañera Trixie que el vicario Tom no es exactamente su tipo porque “no tiene algunas cosas y tiene demasiado de otras”. O sea, que no era su tipo, porque su tipo son las mujeres *hace la ola*. Esto, claro, nos encantó a todas, y nos dejó con ganas de ver qué pasaba a la vuelta de la serie. Y esa vuelta ya se ha producido.
Resulta que no hemos tenido que esperar mucho para que nos contaran más cosas de Patsy, y en el segundo episodio ya vimos como un nuevo personaje despierta la atención de la enfermera: se trata de Delia, una conductora de ambulancia. Las dos han compartido unos fish and chips, que si te robo una patata, que si jiji, que si jajá, más que reveladores. Pero el punto que más nos ha llamado la atención no es la cena improvisada en la capilla (que también).
Lo más tierno del episodio es que Patsy, al salir de un parto especialmente complicado y en el que ha sufrido lo que no está escrito, necesita consuelo. ¿Y a quién acude? Efectivamente: A Delia, que la consuela entre sus brazos. Las dos mujeres pasan la noche juntas, en la misma cama, y aunque no sabemos si hay más que rascar… alzamos alegremente la ceja cuando Patsy le dice a Delia que “nadie la verá salir”. No sabemos si hay tomate… pero en todo caso lo parece.
No sabemos qué deriva tomará esta relación, pero en todo caso no echemos campanas al vuelo todavía: en el episodio de esta semana, un hombre, acusado de escándalo público por insinuarse a otro, que resulta ser policía, intenta suicidarse. No estoy diciendo que la relación de estas dos muejres vaya a ser un drama de dimensiones épicas, sólo que seamos precavidas. BBC nos tiene acostumbradas a darnos alegrías para luego quitárnoslas, así que guardemos un tiempo prudencial.
Gracias a Sofia por el soplo.