Al estilo de Neil Gaiman en American Gods, la mitología más clásica se encuentra en The wicked + The divine con la fantasía y los millennials.
Cada 90 años, doce dioses se reencarnan en humanos. En 2014 han decidido adoptar la forma que mejor se acomoda a sus ególatras, vanidosas y egoístas personalidades, la de estrellas del pop. Enganchados a Twitter, Snapchat y demás redes sociales, viven una existencia de excesos y desenfreno en la que, como cualquier deidad, ansían ser adorados por las masas. El lado negativo de todo esto es que, como la mayoría de las estrellas del espectáculo, el amor del público y la vida sobre un escenario tiene una vida efímera y, transcurridos dos años de la reencarnación, mueren y se vuelve a poner de nuevo en marcha el ciclo.
De estos dioses, a quienes vamos conociendo sucesivamente a medida que se va desarrollando la historia, es a Luci a quien se nos presenta con mayor detenimiento. Luci, de Lucifer, es la demonio de entre los demonios, una chica andrógina vestida como David Bowie en su etapa como Duque Blanco, bisexual, seductora y consciente de su propio magnetismo. Luci ha sido falsamente incriminada y ahora está en la cárcel. Sólo Laura, una adolescente fangirl de estas deidades, y Cassandra, una escéptica experta en mitología, parecen en posición de ayudarla a descubrir cual de los once restantes están detrás de todo esto.
Escrito por Kieron Gillen e ilustrado por Jamie McKelvie, The wicked + The divine tiene en su currículum el haberse metido a la crítica y al público en el bolsillo, el haber sido elogiado por su diversidad en cuanto a representación étnica, sexual y de género, y haber sido galadornado como el mejor cómic de 2014 en los British Comic Awards. Además, Kelly Sue DeConnick se ha hecho con los derechos para una próxima adaptación para televisión.
Un cómic que sobresale y maravilla tanto por su historia, como por sus dibujos, como por su color, pero van a ser los últimos los que os engatusarán y os harán salivar. Colores muy vibrantes, muy llamativos, muy pop que son los que ayudan a dar vida a esta metáfora llamada The Wicked + The divine sobre nuestra obsesión con la fama y las celebridades.
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