
Soy una persona. Me gusta quien me gusta. Yo estaba saliendo con una mujer, y la gente comenzó a hacer fotos de nosotras caminando hacia nuestro coche después de la cena. Yo [estaba] cogiéndole la mano, y me di cuenta de que tenía dos opciones: puedo soltar su mano y, cuando me pregunten al respecto puedo decir que mi vida privada es mi vida privada. O no podía dejarlo ir y cogerlo.
Todo el mundo me dijo: no puedes hacer esto. Entonces yo había hecho de partenaire de Nicola Cage, y en otra estaba con Johnny Depp. Y todo el mundo dijo «lo estás echando todo por la borda, No puedes hacerle este a tu carrera». Y yo dije: «No puedo hacer esto de otra manera. Mírame».
Me dijeron que ninguna otra actriz romántica de primera línea estaba fuera del armario. Pero yo no salí del armario. Yo no estuve dentro. Esta cosa LGBTQ es limitante. Funcionó como paraguas para marginalizar personas cuyos derechos les eran denegados, pero pierde eficacia por la naturaleza matizada de la humanidad. Conforme nos volvemos más educados y expandimos los hechos de nuestra naturaleza, seguimos añadiendo letras. Fue un escudo genial, pero ahora estamos atrapados detrás de él. Es muy importante resistir a las etiquetas. No me importa cuantas letras añadas. En algún punto, vamos a tener que deletrearnos como «Somos humanos»
Ciertamente, el discurso de Heard es más avanzado que la realidad. Ojalá lleguemos a un punto en el que ser gay, o lesbiana, o cualquier otra cosa que no sea heterosexual no importara lo más mínimo, pero me temo que todavía es algo que supone un cambio en la percepción de los demás sobre nosotros mismos. Queda muchísimo menos que hace, qué sé yo, diez años, pero queda. Mucho. No nos despistemos.
Vía: Allure



