He visto A pesar de todo. Y no te va a gustar.
Una amiga me mandó el sábado este mensaje, y os tengo que decir que acertó. Pero vamos por partes. A pesar de todo es la última película de producción propia de Netflix España. Protagonizada por, básicamente, todos los pesos pesados en femenino de nuestro cine, y con toda la maquinaria de Netflix detrás, nada podía ir mal, ¿no? Pues un poco sí.
Cuatro hermanas, interpretadas por Amaia Salamanca, Belén Cuesta, Blanca Suarez y Macarena García, descubren a la muerte de su madre que esta les ha estado guardando un secreto gigantesco que va a cambiar sus vidas. Y nada, ahí que se embarcan las cuatro hermanas en un periplo físico y emocional para descubrir lo que su madre no les dijo en vida.
Una de ellas, y que es el motivo por el que estoy escribiendo esto, es Sofía (Amaia Salamanca), una mujer lesbiana con miedo al compromiso, y de la que se decía que tenía “un perfil artístico, una mujer lesbiana, abierta a las nuevas experiencias, que respeta las diferencias y que uno pueda hacer locuras en su vida. Entiende la libertad como parte del desarrollo humano. Pero esa libertad a veces le puede generar algún equívoco”. A partir de aquí, espoilers.
La trama de Sofía es, con mucho, la peor. No sólo es un personaje antipático, sino que, una vez más, los guionistas vuelven a sorprender al público con una trama jamás vista, la de la mujer lesbiana, que verbaliza ochenta veces que es lesbiana, a la que vemos con otra mujer, que hace comentarios sobre mujeres, que no te deja duda ninguna de que es LESBIANA, así, con mayúsculas… que de repente aparece en la cama con un hombre.
Vamos todas a obviar lo obvio, que es que las mujeres lesbianas no se acuestan con hombres y que a lo mejor, igual, hubiera sido procedente que nombraran la palabra bisexual por algún lado, y vamos a hablar de que cómo es posible que a alguien le pareciera buena idea este giro de guión que no es sorprendente, sino una puta mierda.
Marca teniendo unas palabritas con los guionistas
Yo soy una espectadora muy agradecida, porque te puedo comprar muchísimas cosas. Casi todo me suele parecer bien si está hilado con gracia, y es por esto que, bueno, si me vas dejando caer de alguna manera que a Sofía le hace tilín un tío, cuando la veo con Carlos Bardem ME SORPRENDO IGUAL porque ella tiene novia, pero no pienso lo que pienso, y es que estoy hasta las chachas de que líen a las mujeres lesbianas de las películas y series con hombres. Que no, que de verdad, que no hace falta, que stop que todo gire en torno a ellos y a lo irresistibles que son. Porque luego se acaba la película y las que nos tenemos que comer ese razonamiento en la calle somos las demás.
A las lesbianas no nos gustan los hombres. No es complicado, de verdad. No nos gusta ninguno, ni siquiera “el adecuado”, el que podría hacernos felices en la imaginación de quien está diciendo esa memez. Porque no nos va a hacer feliz ninguno, por definición. Ni nos acostamos con ellos “por probar”, ni nada parecido. No querría ponerme en plan trascendental, pero es súper tóxico que esto se siga perpetuando en la pantalla, una y otra vez. Toda la vida validando nuestras relaciones, y validándonos nosotras como seres individuales, y viene Netflix y te distribuye esta historia en 300 países. Pos ok.
De todos modos, y si no contamos esta trama, que viene a ser como el 15% de la película, el resto, pues bueno. No sé, si un día no te apetece dormir la siesta con el telefilm alemán de turno, te la puedes poner. Belén Cuesta está graciosísima, y es capaz de animarte un funeral. Y Blanca Suárez, aunque tiene una trama que meh, no ha estado tan guapa en su vida, y mira que es guapa. ¿Compensa? No, pero yo es que ya no puedo des-ver una película.