Tenemos que haceros una confesión: este capítulo de Amigas sin derecho a roce (pero que deberían tenerlo) no es por un deseo expreso de que Paris Hilton y Nicole Richie se conviertan en más que amigas, sino para salvaguardar nuestro orgullo croquetero.
¿Por qué? —te preguntarás— pues porque en realidad nos da exactamente igual si Paris y Nicole son solo amigas o si cualquier noche una de ellas se equivocó de pastillita de colores y acabó metiéndose en la cama de la otra, creyendo que allí podría encontrar a la muñeca hinchable que le compró a su novio por navidad. En serio, nos da igual. Pero son tantas las veces que las dos han jugado a la simulación lesbiana que lo de que se líen es ya una cuestión de orgullo.
Simulación lesbiana.
1. f. Acción de simular que eres lesbiana.
2. f. Der. Alteración aparente de la causa, la índole o el objeto verdadero de un acto o contrato lésbico.
Ejemplo ilustrativo de simulación lesbiana:
Paris Hilton y Nicole Richie son Barbie Malibú y Barbie Miami, dos niñas consentidas de papá dos mujeres en paro dos “it” girls que no sabemos muy bien a qué se dedican (sospechamos que son artistas polivalentes como Zeus Tous), pero que siempre se las arreglan para estar en el candelero. Como las dos son tal para cual, el día que se conocieron su vida cambió para siempre. Se convirtieron en “best friends” y de repente todo volvió a tener sentido y el país de la piruleta fue un lugar habitable de nuevo, porque por fin encontraron a alguien con quién competir en el noble y ancestral arte de quién es la rubia más tonta (las malas lenguas dicen que acabó ganando Nicole Richie).
Pero vuelvo al tema, que tanta mecha me distrae. Nicole y Paris no solo compiten para ver quién es más boba, sino que también se les da muy bien eso de posar sexy. Ya sabes. Muchas mujeres lo hacen. Una sonrisa a la cámara aquí, un le toco la teta a mi amiga allá. Todo ello con una naturalidad pasmosa:
Adivina quién de ellas es la granjera común.
Ellas piensan que es erótico festivo, y a decir verdad muchos hombres también lo creen, aunque a ti te despierte cierto instinto homicida desasosiego. Son las llamadas calientacoños, para que nos entendamos. De las calientacoños de toda la vida, una familia numerosa donde las haya, con células distribuidas en todas partes del mundo, que entrenan a las mujeres en las artes marciales del calientacoñismo.
Y en esto Paris y Nicole son unas maestras. ¡Cinturón negro! La foto más normal que tienen es esta:
Todas las demás son algo así:
Los productores de televisión vieron el potencial que tenían estas dos chicas y les dieron un reality show solo para ellas. El producto lo llamaron A Simple Life (Una vida sencilla), porque en el fondo —muy en el fondo— Paris y Nicole son dos chicas sencillas. Como tú y como yo, pero con cuentas de seis ceros en Suiza.
Así es como empezó el festival. A Simple Life nos mostró la vida de estas dos amigas en situaciones de lo más normal. En el show se les pedía que hicieran acciones cotidianas, a las que se enfrentaría una mujer cualquiera de su edad. Y gracias a él pudimos ver el lado más profundo de Paris y Nicole. Las vimos al natural. Como la vida misma:
Adivina quién de ellas no ha ordeñado una vaca en su vida.
¡Encuentra a la azafata de verdad!
Pista: la Dirección General de Tráfico recomienda llevar siempre casco.
Madres lesbianas, una familia homoparental cualquiera.
Amas de casa “moernas”.
Girl scouts. Todas quisimos serlo alguna vez. Palabrita.
Y así hasta el infinito.
Pero volviendo al tema de que esto es una cuestión de orgullo: es cierto que nos da igual si están juntas o no. Lo que ocurre es que han sido tantas las veces que las hemos visto jugando a la lesbiana ninja, que sería de justicia que algún día lo hicieran realidad. Aunque solo fuera para variar. Una noche en Paris. O en Richie. En donde ellas quieran, pero que cese esta locura ya.