Hay libros que gustan por los personajes. Otros por la historia. Otros por el mensaje que nos transmiten. Otros nos enamoran por la forma de estar escritos. La tierra de los abetos puntiagudos entra dentro de esta última categoría.
La tierra de los abetos puntiagudos es Dunnet Landing, región tranquila donde decide asentarse una escritora en busca de la paz y serenidad necesaria para poder así concluir el libro en el que está trabajando. Alí, alquila una habitación en la casa de la señora Todd, una vendedora de remedios botánicos, que, no sólo será su casera, sino que se convertirá en su amiga y llave de entrada a la vida social de aquella comunidad recluida del mundo, aislada, a pesar de estar situada junto al mar.
Lleno de personajes femeninos llenos de fuerza e independencia, que viven en soledad, pero que no por ello están solos, La tierra de los abetos puntiagudos requiere ser disfrutado poco a poco, sin prisa, para así poder envolverse del estilo de Sarah Orne Jewett y del ambiente montañoso impregnado de la brisa marina que recorre las costas de Dunnet Landing. Dijo Henry James sobre esta novela que es “una pequeña y hermosa obra maestra”, y lo es, es uno de esos libros que te reconcilian con la literatura y te hacen decir “por esto me gusta leer”.
Sarah Orne Jewett es reconocida como una de las escritoras sin las cuales es imposible entender la literatura regional estadounidense. Conocida por ambientar gran parte de su obra en Nueva Inglaterra, fue una mujer que nunca se casó, pero contrajo lo que se conocía como “matrimonio de Boston” con la escritora e íntima amiga Annie Fields. Las dos compartían casa y, si compartían amistad o algo más, es un secreto que nunca desvelaremos.
Puedes comprar La tierra de los abetos puntiagudos en este enlace.