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20 años de la portada con la que Ellen hizo historia

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Ellen DeGeneres es, en 2017, una de las mujeres más influyentes del mundo. Su morning show arrasa en audiencia, y es más que probablemente la mujer lesbiana más conocida del planeta. Ha presentado los premios Oscar, ha recibido la más alta condecoración civil de Estados Unidos, y ha salido en mil series y revistas. Y precisamente esta semana se ha cumplido el veinte aniversario de su portada más importante, esa que cambió el mundo.

En 1994 Ellen era una comediante casi desconocida que tuvo la suerte de protagonizar These Friends of Mine, la serie que ABC programó para la midseason de aquel año. Casi por casualidad la ficción encantó a la audiencia, y la serie que se esperaba discreta y olvidable se convirtió en un éxito para la cadena. Para la segunda temporada, los productores pensaron que quizá sería buena idea poner el foco sobre su personaje, Ellen Morgan, y cambiar también el título a, precisamente, Ellen.

Pero las cifras meteóricas de audiencia fueron descendiendo, y para la cuarta temporada el equipo estaba convencido de que uno de los factores que estaban afectando a la serie es que Ellen no había tenido nunca un interés romántico, una de esas historias de amor que enganchan a la audiencia y que son capaces de remontar lo cualquier temporada. Un productor sugirió entonces que ya que la protagonista no parecía interesada en tener citas, por lo menos debería tener un cachorro, algo que derivaría en el nombre del episodio en el que la protagonista salía del armario en la serie, The puppy episode.

Pese a que el representante de la actriz se empeñaba en buscarle novios para que la acompañaran a las alfombras rojas, la verdadera orientación sexual de Ellen era uno de los comentarios que la acompañaban siempre. Y, cuando se planteó que su personaje podría salir del armario, la actriz pensó que era el momento de hacerlo ella también. El 14 de abril de 1997 salió a la venta la edición de la revista Time que, con solamente tres palabras, impactaría con más fuerza en la sociedad estadounidense. 

Sip, soy gay

Al comienzo de los años 90 decir públicamente que era gay o lesbiana era prácticamente un suicidio profesional. Para los hombres, el ser gay estaba indisolublemente ligado al SIDA. Para las mujeres, dejar de ser ese oscuro objeto de deseo masculino, o lo que es lo mismo, dejar de hacer dinero. Pero DeGeneres dio un paso adelante y concedió una entrevista cercana y natural, revolucionaria para la época, y que suena necesaria incluso hoy.

Time: Para que conste, ¿eres lesbiana?

DeGeneres: Sí. Tu eres la primera persona que… Quiero decir, que sabía que iba a hacerlo – Esa fue una de las cosas cuando decidí que mi personaje saliera del armario en la serie, que supe que yo también tendría que salir del armario. Pero no quería hablar de ello hasta que el show estuviera hecho. Y ya sabes, yo vi a mi amiga Melissa Etheridge salir del armario y convertirse en la “rockera lesbiana”. Yo nunca he querido ser “la actriz lesbiana”. Nunca he querido ser portavoz de la comunidad gay. Nunca. Yo lo he hecho por mi propia verdad.

Time: ¿Por qué ahora?

DeGeneres: No creo que pudiera haber hecho esto hace mucho tiempo, y no creo que la gente lo hubiera aceptado como ahora. Ahora me encuentro cómoda conmigo misma, y no tengo que temer que dañe a mi carrera, porque ahora más o menos la controlo. Nadie puede herirme.

La historia se encargó de demostrar que las esperanzas de Ellen en cuanto a su carrera no fueron así. La serie bajó su audiencia hasta que, finalmente, fue cancelada. Durante años nadie quería trabajar con ella, ni con Laura Dern, quien interpretó a su interés amoroso en Ellen. Fue también sometida a un juicio público en directo que sonaba aterrador incluso entonces. Pero, finalmente, las cosas salieron bien, y ahora DeGeneres puede sentirse orgullosa de haber abierto el camino para muchas otras. Sin esa portada, la historia sería otra.

‘We are okay’ de Nina LaCour va a ser uno de los libros croqueta del año

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Marin lo ha dejado todo atrás. Ha cogido su teléfono, una foto de su madre y su cartera, y ha cruzado el país esperando dejarlo todo atrás, el dolor por la reciente muerte de su abuelo y por la de su madre, aunque hayan pasado años ya, en California, mientras espera poder empezar de cero en Nueva York, donde comienza su primer curso de universidad. Nadie sabe qué ha pasado, por qué se ha marchado, por qué no habla con nadie, ni siquiera con Mabel, su mejor amiga. Pero Marin no puede pasarse toda la vida huyendo, y habrá de afrontar la realidad cuando Mabel decide pasar unos días con ella en Nueva York.

Meses después de que Nina LaCour hubiera perdido a su abuelo, fue su mujer la que le dio la idea de que escribiera sobre una nieta y su abuelo, sobre la pérdida de un ser querido, y así lo hizo, y así surgió We are okay, su mejor libro hasta la fecha.

A años luz de Todo me lleva a ti o You know me well, en We are okay no hay absolutamente nada fuera de lugar ni que no encaje. LaCour escribe sobre lo que sabe, y eso se nota en un estilo que le sale natural y sincero. Con una narración en primera persona, nos lo pone muy fácil para dejarnos llevar y arrastrar por las tribulaciones de Marin, una chica que ha perdido mucho y que se ha perdido por el camino.

Estructurada en saltos temporales, nos sirven de contraste y nos llevan desde el presente, en el frío invierno neoyorquino, donde Marin ha de aprender a enfrentarse a lo sucedido, al pasado, al verano, donde todo estaba bien, por lo menos aparentemente. Un contraste omnipresente en todo un libro donde conviven en perfecta armonía la tristeza y la esperanza.

Puedes comprar We are okay aquí. 

Violencia doméstica en parejas homosexuales, una realidad invisible

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Despair (dmikulasova) by dmikulasova (flickr)

Cuando hablamos de violencia dentro de la pareja automáticamente se nos viene a la cabeza una pareja heterosexual, pero eso no quita que las homosexuales no se vean afectadas por esa lacra. Aún sin darse las relaciones de poder, más propias de aquellas formadas por un hombre y una mujer, la violencia existe también en las parejas compuestas de personas del mismo sexo.

Cuando hablamos de esta clase de violencia en parejas del mismo sexo, hablamos de violencia intragénero o doméstica, y es la que se ejerce, de forma física o psíquica, sobre quien es o ha sido la pareja, aún sin existir convivencia. En ningún caso podemos usar aquí el término “violencia de género”, ni siquiera entre parejas de lesbianas, porque, aunque la víctima sea una mujer, es consecuencia de la histórica subordinación del género femenino sobre el masculino y únicamente puede ser ejercida por un hombre.

Según los últimos datos de un estudio realizado por Cogam, el 30% de los homosexuales reconoce haber ejercido violencia sobre su pareja, mientras que el 60% reconoce haberla sufrido. Los datos son alarmantemente altos pero aún así, no es un tipo de violencia que llegue a los telediarios ni del que exista ningún tipo de concienciación en la sociedad.

Desde el punto de vista penal, aunque en los últimos tiempos se ha incrementado la protección ante la violencia doméstica, todavía no es suficiente. Las víctimas carecen de prestaciones, asistencia y apoyo institucional específico para este tipo de violencia, y al no existir protocolos propios que se activen al llegar este tipo de casos a los juzgados, como sí sucede en caso de violencia de género, las órdenes de protección no se adoptan con la celeridad que deberían.

Estamos ante una realidad invisible contra la que es necesario luchar, pero para ello necesitamos unas medidas legislativas y unos medios materiales con los que, al menos todavía, no contamos.

Puedes leer también “Violencia intragénero: situación legal y medidas a tomar”.

Cannabis, placer adulto: Oh! Holy Mary

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¡Feliz domingo de Pascua, croquetillas!

Yo lo estoy celebrando con huevos de chocolate y conejos vibradores. ¿Qué hacéis vosotras en un día como hoy?

Hoy os traigo una reseña que hacía tiempo que quería escribir, porque se trata de un producto supernovedoso que he tenido que probar varias veces para fijar ideas (normalmente, me conformo con dos o tres usos en días y condiciones diferentes para escribir las reseñas, pero en este caso he necesitado más que eso).

Se llama Oh! Holy Mary, y cuando salió a la venta hace unos meses estuve viendo el cartel que lo anunciaba por todos lados. Yo siempre he sido muy señorita y muy legal, así que un loquefuera de cannabis no me llamaba la atención de forma particular. Tiempo después (y sin remordimientos por no haberlo probado, la verdad) me reuní con el equipo de Nuei para que me explicaran el catálogo y qué tipo de productos tenían. Entonces me dieron una gotita de Oh! Holy Mary y me pidieron que me la extendiera en los labios…

-Mira lo que he probado hoy, Alicia -le dije enseñándole la caja de Oh! Holy Mary.

-¿Eso qué es?

-Cierra los ojos.

Cuando lo hizo, me senté en su regazo, abrí el bote y le puse una gotita en los labios. La observé, ansiosa por ver su reacción.

-Sabe raro…

-¡No lo lamas!

-Thais, no noto nada.

-No vas a decir eso dentro de un rato.

Pasaron tan solo unos segundos y supe que empezaba a hacer efecto al ver su sonrisa socarrona.

-¡Joder!

Esto fue más o menos lo que ocurrió al llegar a casa. Y es que ese “¡Joder!” podría haber sido perfectamente un “Oh! Holy Mary”. No habría podido darle a este aceite de placer un nombre más acertado, por no hablar de la imagen de le monja mordiéndose el labio que da un morbo que te mueres.

Pues bien, se trata de un estimulante muy potente que lleva semilla de cannabis sativa (no contiene HTC. Tranquila, si te pillan con él no te llevan a comisaría).

En Nuei han tardado más de un año en desarrollar esta fórmula, y no me extraña, porque yo no había probado nunca nada parecido. Estoy acostumbrada a los geles de efecto frío, efecto calor, mentolados… pero no tienen nada que ver con Oh! Holy Mary. Al fin, un día me senté en el escritorio con la libreta delante, me puse una gotita y… Oh! Holy Mary! Lo que produce es un efecto de cosquilleo muy intenso que comienza a actuar entre 15 y 30  segundos después de aplicarlo. Es una sensación totalmente diferente a los lubricantes especiales que os comentaba más arriba, de verdad. Como si tuviera un vibrador muy potente y preciso sobre mi clítoris, salvo que no hay absolutamente nada. Vamos, que es de estos productos que tienes que probar para saber cómo es.

Otros aspectos importantes (por lo menos, para mí lo son) de este aceite: sin parabenos, sin gluten, sin azúcar, sin crueldad animal y 100% vegano. Y tan vegano, ¿eh? No sabía yo que el cannabis y el toto fueran a ser tan amigos. Quizá lo más destacable de este producto es que tiene larga duración. En la reseña de Valkiria os comentaba que los efectos duraban unos 20, y en el caso de Oh! Holy Mary no baja de 45 largos minutos en los que sentirás arder todo tu cuerpo. Además, los efectos se mantienen igual de potentes durante todo ese tiempo, y es ya pasados los 45 cuando comienzan a descender poco a poco. Piensa que puedes usarlo también en otras zonas erógenas, como por ejemplo los pezones (una experiencia interesantísima si los tienes sensibles). Como es un producto unisex, incluso los penes pueden disfrutar del hormigueo incesante del aceite.

Como este aceite es puro oro líquido, viene presentado en un bote muy pequeño dentro de una caja muy grande. A pesar de que la cantidad sea más bien limitada, 6 ml., piensa que con una gota tienes suficiente para un buen rato, de manera que podrás usarlo muchas veces. Lo mejor es que el bote lleva un dispensador que ya te da la cantidad exacta para no pasarte, mira:

ADVERTENCIA: Si eres de clítoris muy sensible (o sensible a secas) prueba primero con poquita cantidad, porque el efecto es muy intenso y el aceite está concentrado. Siempre estás a tiempo de añadir más, pero si te pasas resultará molesto (puedo confirmarlo) y tendrás que quitártelo.

Por cierto, si después de ponerle Oh! Holy Mary a tu pareja en su zona más sensible quieres regalarle una buena sesión de sexo oral, no pasa nada. Al llevar ingredientes naturales puedes hacerlo sin problemas. El sabor no es el más agradable del mundo como lo sería el de un lubricante con sabor o de Valkiria, sino que sabe más amaderado. Es diferente, pero no está mal. Eso sí, tú también acabarás notando el hormigueo en la lengua.

Sé cuidadosa

En pocas palabras, Oh! Holy Mary es sorprendente, único, intenso, potente. Usarlo es toda una experiencia, porque realmente no hay nada parecido. Si tienes la oportunidad te recomiendo encarecidamente que te acerques a una tienda erótica y preguntes por él para probarlo en los labios. Porque si hace eso en tus labios… ¿cómo será en el clítoris?

Hazte con Oh! Holy Mary AQUÍ (si te das prisa, con el código SSANTA25 tendrás un 25% de descuento en tu compra).

El arte de esperar, o el Día de la Visibilidad Lésbica

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Hace unos días, semanas ya, se me ocurrió un título para este artículo: “El arte de esperar”. Acudió a mi mente como un fogonazo, respondiendo seguramente a una inquietud interior que llevo arrastrando ya hace un tiempo. Y es precisamente el tiempo lo que me trae loca: hace semanas que pensé el artículo, hace menos semanas que lo escribí, hace días que busco el momento para pasarlo a ordenador y, cuando ese momento llega, el artículo se ha quedado semiextraviado en otro lugar y necesito encontrar tiempo para escribirlo de nuevo. Siento, desde hace un tiempo, que el tiempo se me escurre entre los dedos, valga la redundancia; y en ese transcurrir del presente al pasado y al futuro surge la espera como una exacerbación de la consciencia temporal.

Hay dos maneras de esperar, quizá tres. Esta tercera la contemplo mientras una gata se pasea por encima de la libreta en la que estoy escribiendo: ¿esperaba ella mi llegada, era consciente de las horas de ausencia?, ¿es consciente del transcurso del tiempo? No obstante, al menos en humanos, en los que es innegable esa consciencia del transcurrir, todo se reduce a una espera ansiosa o a una espera constructiva. Porque esperar no es más que digerir el paso del tiempo con una idea de futuro (un deseo, una ilusión) concebida ya de antemano. Y el miedo a que esa idea no se cumpla puede provocar una ansiedad terrible.

¿Cuántas veces habéis fabulado con lo que ocurrirá en esa primera cita, con los consecuentes nervios, y al final ninguna de vuestras fabulaciones se hizo realidad? ¿Cuántas veces habéis esperado con nervios un mensaje de móvil, con el deseo de que ese mensaje lo resuelva “todo”, con el miedo de que no llegue o de que todo siga igual? ¿Cuántas veces habéis esperado a que esa persona especial decida permanecer a vuestro lado, y en su indecisión habéis sufrido con cada minuto de ausencia y por el sufrimiento y el pánico a perderla se han producido situaciones y discusiones que no han hecho más que acentuar esa ausencia? ¿Cuántas veces habéis esperado, en definitiva, a que los otros actúen o no actúen de una determinada manera, y la simple espera   ̶el miedo a que eso ocurra o no ocurra  ̶ os ha consumido por dentro?

Por eso, creo que el arte de esperar consiste en construir: crear un espacio en el que miremos hacia dentro y, como una montaña quieta y silenciosa que se sabe repleta de tierra, de agua, de minerales, de deseos, permitir que las cosas y las personas se muevan a nuestro alrededor.

Sería algo parecido   ̶esa espera constructiva  ̶ al Mannequin Challenge que tienen planeado en La Sue Bar, un bar lésbico de Barcelona, para apoyar el Día de la Visibilidad Lésbica que se celebrará el próximo 26 de abril. Es muy entretenido esto de los “días de algo”. Sin ir más lejos, me enteré hace un par de días de que el 13 de abril es el Día Internacional del Beso. Y yo, que le encuentro vínculos a todo, relaciono ese Día del Beso también con nuestro Día de la Visibilidad.

El Mannequin Challenge de Ellen DeGeneres en la Casa Blanca

Pero ya me estoy yendo por las ramas, y no os he contado aún la iniciativa de La Sue. Consiste en poner en práctica esa actividad que está últimamente tan en boga, conocida con el nombre de Mannequin Challenge y popularizada, entre otras personas, por una de las abanderadas de la visibilidad lésbica, Ellen DeGeneres. La actividad no es más que estarse muy quieto, como un maniquí (de ahí su nombre), durante unos segundos, como si la vida se hubiera detenido en ese instante (en ese instante en el que hablabas, te reías o cabeceabas en el sofá); estarse muy quieto durante unos segundos mientras se graba un vídeo. Y en el caso de la iniciativa de La Sue la grabación se prolongará varios minutos, lo que dure una canción, y estará protagonizada por lesbianas (y bisexuales) que quieran mostrar, con su imagen estática contrapuesta al movimiento ajeno, que sí que existimos. Y existimos como esa montaña quieta, repleta de tesoros, de capas de vida, que se yergue en mitad de un llano esperando, deseando, que los demás acepten su presencia sin por ello dejar de existir ni de vivir como le dictan sus entrañas.

Leo en el periódico catalán Nació Digital que una pareja de lesbianas ha denunciado a un hombre, al que ahora se le han abierto diligencias por odio y discriminación, por burlarse de ellas en el metro debido a su orientación sexual. Yo misma viví hace poco una situación parecida. Pero no por ello debemos dejar de celebrar a diario el Día Internacional del Beso, y del abrazo y del cogerse la mano. Y lo digo yo que   ̶y aquí hago autocrítica  ̶ he evitado esa intimidad en público muchas veces solo para evitar también los comentarios homófobos, las miradas incómodas.

Como ser colectivo, las mujeres que amamos a otras mujeres deberíamos comportarnos como una montaña que cuida de sí misma, de su interior, siendo tal como es, mientras permite con su quietud firme y autónoma que los otros construyan a su alrededor una vida en que por fin la acepten y la respeten.

Y como seres individuales deberíamos aprender a esperar de forma constructiva; a cuidar de nosotras mismas y a ceder un espacio   ̶un tiempo  ̶ a los demás, para que nos acepten, nos respeten y, quizá, nos quieran. Al fin y al cabo, el arte de esperar no es más que el de construir un futuro en el que nuestro presente conviva en paz con nuestros deseos.

‘First girl I loved’ no está a la altura de las expectativas

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First girl I loved quiere, pero no puede. La película, escrita y dirigida por Kerem Sanga y presentada en Sundance, donde recibió el premio de la audiencia, no está a la altura de las expectativas creadas. Nos prometía una interesante película coming of age croqueta que eludía convencionalismos, pero se ha liado de mala manera y el resultado es desastroso.

La cinta, con tres personajes principales, Anne, una estudiante de instituto a punto de enamorarse por primera vez en su vida, Sasha, la chica que le gusta, y Clifton, su mejor amigo, es un retrato de la confusión adolescente y de un primer amor, dulce y doloroso, que naufraga a la hora de llevar la historia a buen puerto.

Con unas actuaciones que podrían calificarse de buenas, es lo que más vale la pena destacar, con especial mención a Dylan Gelula, a quién conoceréis de Unbreakable Kimmy Schmidt, que nos muestra a una insegura Anne que tiene que lidiar con la aceptación de su sexualidad, tanto por ella como por los demás, y a Brianna Hildebrand, Sasha, una adolescente en conflicto por lo que quiere y lo que los demás quieren de ella.

Pero las actuaciones por si solas no pueden hacer todo el trabajo, y más cuando no hay mucho que rascar en los personajes y la trama tiene un desarrollo flojo. Optar por una narración no lineal tampoco es que haya sido especialmente un acierto, más bien todo lo contrario. Los flashbacks y los flashforwards que vuelven una y otra vez sobre escenas claves para entender a los personajes consiguen justo lo contrario a lo que buscan, frenan el dinamismo de la historia y son un engorro para seguirla.

En resumen, First girl I loved no cumple a ningún nivel y nos ha dejado con las ganas.

Playlist: Amor (y otras cosas)

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Mira que hay canciones chulas de amor. Un montón. De hecho, seguro que tú tienes las tuyas, tu pequeña lista de joyas musicales para escuchar cuando el corazón no te cabe en el pecho. Yo he hecho la mía porque mira, porque sí, porque me ha apetecido, y he metido en esta playlist todas aquellas que, por una razón u otra, me recuerdan al amor. Y, bueno, a otras cosas.

Podéis ver el resto de playlists mensuales en este link, y también seguirnos en Spotify

Lo de toda la vida

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croqueta librePodéis enviar los textos que queráis (preferiblemente que no incluyan ninguna imagen) a la dirección de correo que figura en el banner, con el asunto “La croqueta libre”. Los textos se leerán para escoger, pero no se editarán. Es decir, que si tu texto se ajusta a la temática de la web, lo publicaremos, pero sin corregir las posibles faltas. Los textos deben ir firmados con nombre o seudónimo. ¡Ah! ¡Y un título! 


Pepita es una chica de las de toda la vida, nacida en un ambiente de los de toda la vida y con una familia de las de toda la vida.

Si le preguntas a sus abuelos te dirán que es una niña preciosa, están muy orgullosos de ella porque acaba de empezar medicina y es una excelente estudiante.

Si le preguntas a sus amigas te dirán que es encantadora, majísima y súper buena amiga. Siempre está ahí  cuando la necesitan y es muy mona, sólo que no sabe sacarse partido.

Si le preguntas a su madre te dirá que es lo mejor que le ha pasado en la vida, que solo quiere lo mejor para ella y que debe de estar rondándole algún noviete porque últimamente anda muy despistada.

Le preguntes a quien le preguntes te dirán cosas similares de Pepita, porque Pepita es una chica de las de toda la vida, normal, como tiene que ser.

Lo que pasa que lo de toda la vida es la lepra, las religión católica, el Homo Erectus haciendo fuego, los conflictos internacionales por motivos económicos, la caída del muro de Berlín, el levantamiento del muro de Berlín, gente matando por un dios, gente muriendo por un dios, la homosexualidad, la homofobia, dioses que se trasforman en cosas, titanes sujetando la tierra, el geocentrismo, el colonialismo y las mujeres a la hoguera por brujas.

Todo es lo de toda la vida, todos los ambientes son los de toda la vida y todas las familias son las de toda la vida. Porque todo tiene la cualidad de ser y todo pertenece a la vida.

Sin embargo Pepita pensaba que lo de toda la vida era tener un trabajo decente, portarse bien con sus allegados y echarse un novio para que dejen de someterla al tercer grado en las comidas familiares. Pero lo que Pepita en realidad quiere es estudiar artes, porque en realidad tiene una imaginación desbordante aunque no la muestre por vergüenza; a Pepita no le apetece en absoluto estar ahí cuando la necesitan, porque ahí  a veces está demasiado lejos y cuando Pepita llega a casa distraída después de clase es porque Manolita, a la que sí que le entusiasma la medicina y esta guapísima en bata blanca, le hace un tilín que no sabe muy bien cómo interpretar.

Entonces Pepita esta confundida porque ella, a pesar de que es una chica de las de toda la vida todavía no se da cuenta de que hay más de 7 billones de vidas en el mundo. Pepita piensa que normal es casarte con Pepe y tener dos hijos, porque hijo único acaba siendo un consentido. Pepita cree que ser como todo el mundo es ser como la hija de la vecina de al lado, que es una chiquilla excelente.

Sin embargo Pepita va a tomar un café con Manolita en un descanso entre clases y va a descubrir que Manolita no es como todo el mundo, porque tuvieron una conversación súper interesante y le acaba de decir que lo acaba de dejar con la novia. Entonces de camino a casa se va a encontrar con una manifestación a favor del aborto, porque Pepe  violó a una chica y la dejó embarazada, entonces ni hijo único ni la parejita ni nada, porque eso no puede ser lo normal.

Manolita también es una chica de las de toda la vida, y Pepe también es un chico de los de toda la vida. Cuando Pepita les presente a Manolita a sus padres como su novia, la reacción de sus padres también va a ser de las de toda la vida. Y la hija de la vecina de al lado, aquella chiquilla tan excelente que al final se casó con un motero y ahora tiene un tatuaje en el cuello, también es una chica excelente de las de toda la vida.

 

-Helena

 

El nuevo trailer de ‘Atomic Blonde’: más largo, más guay, igual de croqueto

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Ya sabéis que uno de los hitos croqueta de este año 2017 es el estreno en julio de Atomic Blonde, película basada en una novela gráfica sobre una espía bisexual en plena guerra fría, y que estará protagonizada por Charlize Theron, esa mujer a quien probablemente elegirías para repoblar la tierra en caso de holocausto nuclear. En el anterior trailer la veíamos croquetear alegremente con Sophia Boutella, la conexión francesa, y en el nuevo, lanzado ayer y con más duración… la vemos exactamente en la misma escena. Que oye, no nos quejamos, pero un poquito más de variedad no hubiera estado mal. Dentro video.

Dejando a un lado esta escena, el trailer tiene una pinta estupenda: la ambientación en el Berlín de los ochenta convence, y las escenas de acción son de esas que te hacen abrir la boca. Pero si hay una cosa que me ha flipado, y mucho, es la banda sonora. Vaya temazos, amigas: Personal Jesus, de Depeche Mode, Blue Monday, de New Order, y Black Skinhead de Kanye West, son, de momento, las tres canciones que hemos podido escuchar. Como sean todas así, vamos a alucinar.