Esta semana Beatriz Miranda analiza en su blog de elmundo.es el estilo ‘lesbian chic’ y en él nos cuenta que “la androginia llevada al extremo es una tendencia al alza”, hasta el punto de que cada vez son más las famosas que se apuntan al look masculino. Laura Ponte, Tilda Swinton, Natalie Portman, Demi Moore… ya son muchas las que se dejan seducir durante al menos una temporada por este look ambiguo.
Es decir, que lo que antes estaba mal visto o causaba cierto rechazo -salvo por nosotras, las croquetas, que siempre vimos su potencial, reconozcámoslo-, ahora es lo más de lo más. Esto es lo que tiene la moda, que te pones unas hombreras en los 80 y eres la repanocha, pero si te las pones a comienzos de 2000 corres el riesgo de cometer un sucicidio social.
El estilo ‘lesbian chic’ se le debió de ocurrir a algún gurú de la moda, que en un profundo ejercicio de reflexión pensó eso de “¡Anda, mira, las bolleras lo molan todo! ¡Voy a ponerle un par de complementos aquí y allá!”. Pero lo que es el nombre en sí no sentó del todo bien. De hecho, causó cierto revuelo en las comunidades LGBT, que al principio no vieron con buenos ojos que se utilizara la palabra “lesbiana” para bautizar una moda.
Pasado el trance terminológico, el ‘lesbian chic’ empezó a cobrar fuerza hasta hacerse un hueco entre el famoseo de Hollywood, y ahora no solo está más que socialmente aceptado, sino que ya son muchas las mujeres que tienen en su armario alguna prenda de este estilo.
Con el permiso de mis adoradas Marlene Dietrich y Dianne Keaton, yo estoy convencida de que la corriente actual se la debemos en parte a Miley Cirus con su rapado-cresta-rapado (izquierda-centro-derecha) y esos aires que me lleva de haber salido directita de un after-hours de Chueca, tras haberse bebido toda la producción de tequila del local.
Pero no debemos caer en el error de pensar que Miley ha inventado el cocido de patatas en esto de llevar aspectos andróginos. P!nk ya estaba ahí mucho antes, con sus camisas a cuadros y su pinta de croqueta que nos hace aplaudir con las orejas. A ella sí que le profesamos nuestro amor eterno y, además, se lo merece, porque tiene más carisma y talento.
Así que tanto si odias el término como si te encanta, el ‘lesbian chic’ está de moda y ha venido para quedarse. Ejemplo rápido: Jessie J y su reciente rapado con el que nos ha dejado a todas un poco con el pie cambiado. ¿Está guapa? ¿Está fea? ¿Es de otro planeta? Para mí tenía un pase hasta que se tiñó de rubio platino sus pelos de 1 cm de largo y empezó a parecerse a una versión Eeeeh, Macarena! de Miley Cirus. Pero es vuestro criterio el que importa, no el mío. Os invito a que juzguéis por vosotras mismas:
La clave de todo esto es no caer en la confusión, porque no por raparte el pelo ni entrar a todas las niñas del antiguo Medea eres ya una ‘lesbian chic’. Se necesita algo más que dejarte los mechones en el suelo de la peluquería. En la mayoría de las ocasiones ni siquiera hace falta que te pongas una cresta. Unos pantalones caídos y una camisa a cuadros llevados con actitud son más que suficiente:
Para resumir: no deja de ser curioso que un estilo que las croquetas hemos cuidado, abrazado, mimado y preservado durante tantos años sea ahora… el último grito en las revistas de moda.
Y tú, ¿adoras el lesbian chic o lo odias?
@unachicademarte