Cada domingo os confieso algo nuevo y hoy no va a ser una excepción, aunque la confesión sea capaz de haceros dar media vuelta corriendo: Me gustaban las películas de M. Night Shyamalan. En pasado, porque el aborto mental que es The Last Airbender me convirtió en una de esas que ahora reniegan de él en alto. Pero antes de tan aciago día, Shyamalan me enamoró con una película que todo el mundo critica y a mí me flipa.
Seré yo que soy muy moñas, pero ver el póster de La Joven del Agua me enamoró. Me pareció lo más estético y bonito en mucho tiempo y fui corriendo a verla sin saber siquiera quién era el director o por qué todo el mundo estaba esperando otra cosa. Yo salí deslumbrada.
Salir del cine y verme El Bosque fue todo en uno. Y mi super enamoramiento con Story pasó a Ivy. Y lo demás, como quien dice, es historia.
(Ese pelo y esa sonrisa, diosito)
Bryce Dallas Howard es de esas mujeres cuya capacidad de actuación me deja sin aliento. Puede pasar de ser una chica desvalida a la persona más miserable y no entiendes como querías abrazarla un minuto o pegarle de hostias en el otro. Me encanta, ¿He dicho ya que me encanta? Porque en Criadas y Señoras la odié y eso hizo que me encantara todavía más. Madre mía, hasta en Crepúsculo vale la pena y eso que casi me corto las venas viendo esas películas.
Como nota curiosa, la confunden un montón con Jessica Chastain y las dos dicen siempre que deberían salir en una película juntas y explotar ese filón y yo no sé vosotras, pero lo apruebo un montón. Que fuera a clases de arte dramático con Natalie Portman también echa mi imaginación a volar, pero no me lo tengáis muy en cuenta.
A la señorita Dallas Howard la veremos el año que viene protagonizando Jurassic World y voy a tener que ir superando mi miedo cerval a las películas de dinosaurios porque verla en pantalla grande otra vez va a valer la pena.