Shirin y su novia han roto. No ha sido una ruptura amistosa, pero hay que mirar hacia delante y continuar con la vida. O, al menos, intentarlo. Pero para eso hay que diseccionar el pasado con un bisturí, trocearlo hasta no dejar nada a lo que aferrarse, y sólo entonces, cuando no quede nada, Shirin podrá rehacer su vida.
Appropiate Behavior fue la revelación en el circuito de festivales del año pasado. Ahora, distribuida por Video on demand, ya se puede disfrutar en casa, desde el sofá, de esta maravillosa película que trata, de manera aparentemente ligera, temas profundamente íntimos: El dolor por la ruptura, la vergüenza, la falta de apoyo, el volver a empezar, la búsqueda incesante de algo, cualquier cosa, que nos llene, ¡todo en tono de comedia!. Cuando vimos que era una película de humor casi saltamos de la alegría. Este film cuenta con dos ingredientes que lo alejan de la películas lésbicas al uso: el primero, que la protagonista no es lesbiana, es bisexual. ¿cual fue la última película que visteis cuyo personaje principal fuese una mujer bisexual, y además, se viera activamente en pantalla, quedando con hombres y mujeres?
La segunda, más circunstancial, es que la familia de Shirin es de origen irani, algo que le aporta exotismo, pero que impide identificarla con una familia tradicional de cualquier tipo. Es la madre la pieza principal de este núcleo, por ser la que una relación más estrecha tiene con Shirin, pero tambien por ser la que tiene una vista más certera sobre qué derroteros lleva la vida de su hija. “No entiendo por qué dejaste tu anterior apartamento”, dice, tras la mudanza post-ruptura. Pero claro que lo entiende, sólo que quiere que Shirin se lo verbalice.
Algo que han alabado, y con razón, todos los criticos, es el rodaje de una de las escenas de sexo de la película. Shirin se va con un chico a su casa, pero cuando están en la cama, su mente vuela, y se acuerda de una de las veces que hizo el amor con Maxine, de la que sí estaba enamorada. El contraste entre una y otra es tan claro, tan certero, que esa escena se convierte en el todo de la película, en la clave de la situación de Shirin. No es sólo que haya roto con su novia, es que busca lo mismo que tenía con ella. Y, por el momento, hasta que no termine de romper con el pasado, no será posible.
Desiree Akhavan ha hecho un trabajo verdaderamente notable a la hora de narrar este historia con un componente autobiográfico que si fuera de otro modo sería hasta sonrojante, pero que su habilidad ha hecho que se vaya a convertir, fuera de toda duda, en un clásico revisitable del cine lésbico (bisexual, vale). La realizadora ha demostrado que sabe cómo hacer las cosas, y estaremos más que pendientes de ella, porque estamos seguras de que no será la última vez que hablamos de ella.