En Hay una lesbiana en mi sopa no vamos a hacer recaps de la tercera temporada como tal, sino que estrenamos formato con respecto a esta serie y procuraremos hacer un análisis de cada episodio con nuestras impresiones generales, lo que destaquemos de las tramas, y, en resumen, un pequeño comentario más que una narración de los hechos sin más. Como siempre, los comentarios son vuestros, y ahí podéis explayaros todo lo que queráis. Sólo os pedimos que no hagáis espoilers del resto de episodios y os ciñáis a los hechos acontecidos en el que toca. Para las croquetas ansiosas, hay un hilo abierto en el foro en el que podéis hablar con espoilers.
Hemos puesto la verdad sobre la mesa, y aún así, hemos visto que nos gustamos la una a la otra
Esta declaración de amor por parte de Alex debería estudiarse en los colegios. El segundo episodio de la tercera de Orange is the new black nos va acercando hacia el tema principal de la temporada, la fe. Fe es lo que tiene Alex en Piper, y al revés. Fe, también, en que las hojas de no sé qué planta acabarán con las chinches, y fe, en resumen, en que todo saldrá bien. Es lo que nos mueve a todos.
Bennett se revela como el hombre derrotado en este episodio. El buen chico que siempre intenta hacer las cosas bien, se choca con la realidad de frente, una realidad nada fácil, y en la que muy probablemente pierda a su hija para siempre. La visita a casa de Cesar es la peor idea que ha tenido en siglos, porque ojos que no ven, corazón que no siente, y probablemente la experiencia hubiese salido bien, y hubiese podido recuperar a su hija en cuanto Daya saliera de la cárcel. Pero no, ahora no, no puede dejar a su hija ahí, en ese ambiente de mentiras, pistolas y sobras recalentadas.
Muy seguramente, cada vez que Piper piensa en si misma, reflexiona sobre su propia identidad, se ve como una víctima de las circunstancias, como si fuera una hoja al viento, bailando al son del destino. Pero, como bien le hace ver Red, eso no es así. Ella, en su nivel, es una manipuladora de primera, jugando al juego de que prefiere el bienestar de los demás que partirles el corazón. La rusa le hace ver que siempre es mejor un mundo de blancos y negros (y rojos), porque, con todos los datos, los personajes pueden juzgar con más claridad.
Pero la jugada no le sale tan redonda como pensaba, y, como todos esperábamos menos ella, Alex se enfada, con un resultado que nos deja con la boca abierta. Necesitamos más sexo enfadado en la televisión, esa es toda la reflexión que se me ocurre después de ver la escena de la biblioteca, la famosa escena en que Taylor Schilling se hizo daño, daño real, en la cara, de hecho se ve cómo se corta y sangra.
La fe que todo lo mueve. La fe que Caputo necesita para pensar que todo irá bien después del cierre de la prisión. Caputo, el hombre derrotado al que ya no le importa nada. Ni siquiera quemar los libros como quien quema las naves.