Hoy empiezo el artículo con una pregunta. Es una pregunta que os planteo a vosotras, mis queridas lectoras:
¿Es importante para vosotras tener referentes?
Parece ser que este año va a ser el año de los referentes LGTB en el cine. Parece ser que en la televisión también ha habido un incremento y me atrevería a decir que incluso en los libros han ganado popularidad.
Quizá esto se deba a una normalización en la concepción de la diversidad afectivo-sexual. Tal vez sea porque las leyes son un poco más inclusivas (aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en más países) o quizá es por todo un poco. Sin embargo, tengo la sensación de que todavía es insuficiente, y sé que la realidad me ampara (por desgracia) porque hace unos días viví un hecho curioso con un grupo de niños. Os pongo en situación:
Estaba en la fila con un grupo de niños y niñas de primero de primaria y una niña me mira la barriga, me pregunta si voy a tener un bebé y le contesto que sí. Acto seguido, otra alumna se interesa por mi estado civil (como si una cosa estuviera directamente relacionada con la otra):
—¿Estás casada? —me dice con un gesto de sorpresa en su mirada.
—Sí —le contesto tranquilamente.
—¿Y cómo se lama tu marido? —parece que les interesa mucho este aspecto de mi vida.
—No tengo marido —les digo.
—¿Te has divorciado?
—No.
—Pero, entonces ¿por qué dices que te has casado? ¿es mentira?
—No —repito.
—¿Y cómo se llama tu marido?
—No tengo marido.
En este punto todos me miraron como si tuvieran que averiguar un misterioso e imposible acertijo. Su gesto mostraba intriga y desilusión, realmente no se planteaban otras alternativas. Siguieron en este bucle de interrogantes durante un par de minutos más. En sus pequeñas cabezas no existía la posibilidad de que la persona con quien me he casado no sea un hombre. Era impensable que yo estuviera casada con una mujer.
Si analizamos los hechos en profundidad y desde una perspectiva digamos histórica, sólo han pasado diez años desde la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en España. Bien mirado es poco tiempo si lo comparamos con la legalidad imperante en el mundo (y en el país): un firme sistema patriarcal heteronormativo donde lo natural es que una mujer se case con un hombre, tenga hijos y aguante lo que haga falta (aunque no haya amor o el amor acabe desapareciendo).
Por tanto, es en momentos como el que os acabo de contar, cuando soy consciente de que no, que ni todo está hecho, ni las cosas van tan bien como a veces pensamos o nos hacen creer. Porque el hecho de que tengamos más referentes es positivo, pero no suficiente. Queda mucho por hacer, en la calle, en las familias, en las escuelas, en los medios de comunicación y en las artes.
Por eso hoy me he levantado con una idea en la cabeza: ¿y si empezamos el cambio ya?