Hay sólo una cosa sobre la que todo el mundo parece estar de acuerdo respecto a BatmanvSuperman, y es que Wonder Woman, a pesar de su fugaz aparición, le robó la película a los chicos de la capa y las mallas de licra. Poca gente habrá sobre este planeta que no conozca a Wonder Woman, pero pocos son los que saben realmente quién es y, muchos menos, lo que ha significado.
Desde su nacimiento en 1940, del lápiz de William Moulton Marston, Wonder Woman, cuya identidad secreta es Diana Prince, fue símbolo del movimiento feminista y del empoderamiento femenino. En una época en la que los hombres estaban luchando en la guerra y la vida laboral ofrecía más oportunidades que nunca para las mujeres, Moulton buscaba recordarles todo lo que podían hacer si se lo proponían.
Es por ello que, Wonder Woman, tenía que ser una mujer fuerte e independiente que estuviera en contra de la guerra y que luchara por la democracia. Contaba con una fuerza y velocidad sobrehumanas, el Lazo de la verdad, que obligaba a decir la verdad y obedecer a todo aquel capturado, y unos brazaletes que le permitirían detener las balas. Para acentuar esta idea de empoderamiento femenino, por un lado, Diana viviría en la isla de Themyscira, organizada de forma matriarcal y habitada únicamente por mujeres, y, por el otro, el papel de damisela en apuros le sería signado a Steve Trevor, un oficial de la inteligencia americana cuyo avión cae accidentalmente en la isla.
Su fuerza, su independencia y su capacidad para resolver por sí misma cualquier tipo de problema sin la ayuda de nadie, le dan un trasfondo feminista que sigue siendo progresista aún a día de hoy, en pleno sigo XXI.
Sin embargo, con la muerte de Marston en el 47 y durante las décadas de los 50 y 60, Wonder Woman no sería más que una sombra del icono feminista que una vez fue y se convertiría en una Diana Prince cuya principal preocupación sería Steve Trevor. A los nuevos dibujantes se les había exigido que amoldasen la conducta del personaje a los estereotipos propios de su género tras haber sido acusado de lesbianismo, sin que eso pasase nunca de las meras conjeturas (¿quizás es bisexual?), y de intentar corromper a la juventud a través de las múltiples imágenes de bondage lésbico mostradas.
Tendría que llegar Gloria Steinem en los 70, directora de Ms. Magazine, referente de la segunda ola del feminismo y devota del personaje, y George Perez en los 80, para devolver a Wonder Woman al lugar al que pertenece. Steinem la escoge como portada para el primer número de la ya emblemática publicación, donde repetiría de nuevo por su 40 aniversario. La elección obedece tanto a la intención de volver a convertir a Wonder Woman en símbolo del feminismo, como a la de criticar a aquello en que se había convertido. Con el fin de la guerra, las mujeres volvieron de vuelta a la cocina y se les cerraron las posibilidades laborales que se les habían abierto y, con Wonder Woman, algo parecido había sucedido, había dejado de definirse por su fuerza y su independencia y más por su interés romántico.
Siguiendo los pasos de Steinem, el personaje cae en manos de George Perez, un acérrimo feminista que nos da Dioses y Mortales, una serie de siete números que devolverán a Diana a donde se merece estar, a la altura de icono del feminismo.