Me entusiasma Vida. Me parece una de las mejores series que he visto, y no lo es por algo en concreto, sino por la suma de sus partes. La historia de dos hermanas que tras las muerte de su madre tienen que reencontrarse tanto con ellas mismas como con el barrio que las vio crecer no es nueva, pero en la serie nos la muestran con un twist actual que la hace completamente atractiva. Por otro lado, los personajes son plenos, llenos de contradicciones, de aristas, de matices, y me parece que las actrices hacen un grandísimo trabajo dando vida a cada uno de ellos. A todo esto, que no es poco, hay que sumarle la perspectiva LGBT de la historia, para mi, uno de sus mayores atractivos.
Lo he dicho varias veces, y lo sigo pensando porque no cambia la dinámica: cuando en una serie se incluye un personaje LGBT, sus tramas giran casi invariablemente en torno a su orientación sexual. De repente se acaba todo lo demás, y a chica X sólo la vemos en asunto relacionados con su objeto amoroso, chica Y. Que, a ver, no es que me esté quejando, porque sí creo que la representación de cualquier grupo minoritario cuanta más, mejor, pero esto no quita que nos merezcamos una madurez en los personajes que está llegando con cuentagotas. En Vida esto no ocurre: algunos personajes son LGBT, pero su conflicto no es ese, o, al menos, no solamente ese.
*A partir de aquí, espoilers*
En el primer episodio ya descubrimos que Vida, Vidalia, la madre de Emma y Lyn, esa a quien sus hijas no conocían tan apenas, estaba casada con una mujer, Eddy. Una mujer buena, generosa, a quien todo el mundo quiere, y que con la muerte de Vida lo está pasando muy, muy mal. Porque es la viuda, es quien ha perdido a la persona a quien amaba, y las dos hijas que han surgido de la nada no la ven como un ser sufriente, sino como alguien ajeno, sin ninguna importancia.
Cuando Emma descubre que su madre había contraído matrimonio con otra mujer, su primer impulso es llamarla hipócrita. Esto (bueno, y el trailer), nos daba las pistas que necesitábamos para empezar a encauzar una de las historias que tienen a Emma como protagonista: la que se refiere a su identidad.
El tercer episodio, emitido el pasado sábado en Starz, comienza con la mejor escena de sexo lésbico croqueta que he visto en televisión al menos esta temporada, y quizá alguna más. Está rodada de un modo que no sólo sorprende, no sólo deja fluir el misterio durante unos segundos, sino que, además, muestra una cara del sexo entre mujeres que muchas veces queda oculta en la representación que nos dan en cine y tv. Porque, a veces, hacemos algo más que besarnos con mucho cariño y tocarnos el pelo. A veces las mujeres también follamos con mujeres, follamos duro, nos sentamos en la cara de la otra y, en definitiva, follamos como nos da la gana, y no solamente como hasta ahora nos habían enseñado en televisión, incluso en ficciones como The L word, en las que supuestamente era todo un poco más real.
Las dos protagonistas de la escena, Mishel Prada y Michelle Badillo, han hablado largo y tendido en Vulture de todo lo que envuelve a esta escena, revolucionaria de muchas maneras.
Prada: Crecí siendo muy conservadora, y me enseñaron que está permitido ser sexy pero no sexual. Hubo algo realmente sorprendente acerca de sentirse con poder y sentirse en completo control ese día en el set. Históricamente, el sexo lésbico ha sido fetichizado hasta el punto de que casi no es real, y creo que es hora de que lo hablemos y lo normalicemos. Venimos de una cultura en la que no hablamos de eso. Pienso en mí como una niña que está creciendo ¿Qué pasa si mi sexualidad se celebra en vez de sentirlo como una vergüenza?
Badillo: Sabía que no era una escena de la que se estuvieran aprovechando, así que no tenía ninguna de las preocupaciones que las personas pueden tener al hacer una escena de sexo. Solo pensé, concéntrate en lo que significa. Y luego, inmediatamente cuando llegué al set, tuve que ir a maquillarme para tapar todos los tatuajes de mi cuerpo. Y tengo un tatuaje en mi trasero. Entonces, en 15 minutos, estaba desnuda y me aplicaron maquillaje en el trasero. Fue como, ¡venga, a ganar!
Tanya Saracho, que cuenta en su equipo con cuatro mujeres LGBT, además de ser todas latinas, sabe que ha hecho algo que no se había visto hasta ahora.
Es un acto radical poner a dos mujeres latinas en pantalla, pero poner a dos mujeres teniendo sexo es un acto político. Sabía que si lo hacía bien, iba a ser muy importante, porque no vemos esta representación, esta imaginería, nunca. Estoy muy orgullosa.
Las que hayáis visto la escena habréis apreciado los trucos y los planos que tiene, como esa sensación al principio de no saber si Emma está con un hombre o con una mujer. Eso es mérito de Carmen Cabana, directora de fotografía. “Nuestra meta era representar la mirada femenina, la liberación femenina, y como mujer sexual que soy, lo aprecio mucho. Me encanta que estemos yendo contra los estereotipos, particularmente los asociados con la comunidad latina. Mujeres teniendo sexo duro y buscando activamente su propio placer y satisfaciendo sus ansias es algo audaz para la televisión, y es maravilloso”.
Vida cuenta solamente con seis episodios, y se han emitido ya tres. Es una serie arriesgada, que trata muchísimos asuntos que estamos viendo en el día a día, como la gentrificación, la pérdida de raíces, las dinámicas de poder entre hombres y mujeres, la aceptación e identificación de uno mismo, la tristeza, el no conocer a quienes debías conocer, y todo, todo, hecho de un modo que no puedes despegar la nariz de la pantalla. Me entusiasma Vida.