No es fácil decir adiós

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Hola de nuevo a toda croqueta presente.

¿Qué tal las vacaciones navideñas? ¿Qué tal las horas de trabajo extra navideñas? ¿Qué tal el paso del año? Espero que todas estéis mejor que bien.

Hoy voy a hablar de algo que experimento siempre cuando escribo, o más bien, cuando dejo de escribir, y tengo curiosidad por si es un fenómeno extendido o si solo lo sufro en mis carnes (en tal caso, ayuda, que lo paso muy mal).

Vale, voy a dejar de dar vueltas sobre el tema, aunque creo que el título deja una gran pista sobre el tema en cuestión a tratar: el duelo del escritor tras terminar el libro.

Sé que empecé escribiendo fanfics, pero a pesar de “no ser una historia 100% original mía” siempre los he ambientado en universos alternativos y al final tan solo he cogido el aspecto físico de los personajes, las personalidades y la forma que tenían de actuar dependiendo de lo que pasara en la historia era algo creado por mí. Cuando terminaba algún fanfic recuerdo lo difícil que se me hacía escribir los últimos capítulos, porque en mi mente solo podía pensar en que ya estaba, ya no iba a escribir más sobre ellos y tendría que decirles adiós.

Como escritora paso las 24 horas con mis personajes, no solo estoy con ellos cuando estoy frente al ordenador, sino también cuando tomo notas, cuando apunto ideas, cuando voy de paseo, cuando escucho música, cuando conduzco y a veces incluso sueño con ellos (esto último ya lo dejo para mi intimidad… ja je ji jo ju). En fin, que al final es un contacto continuo con su forma de ser, se podría decir incluso que acabamos siendo un grupo de amigos (madre mía, ¿por eso nunca salgo a tomar café con nadie? Amigos imaginarios). Los conoces, sabes lo que hacen y lo que no hacen, conocemos toda su historia desde que eran pequeños hasta que empezamos a escribir, porque sabemos mucho más de ellos de lo que sale en el papel (pantalla). Incluso podría mencionar el fenómeno que sorprende y que al mismo tiempo nos enfada, que es que cobran vida propia y aparecen escenas que no tenías pensadas escribir, pero que, joder, quedan bien y van acorde a la historia y a los personajes. ¿Esto os pasa? Sé que no estoy loca, porque la señora Agatha Christie contaba esto mismo sobre su personaje Poirot, al que acabó odiando un poco y le dio un final a la saga del famoso detective.

¿Qué ocurre? Que después de entablar amistad con estos personajes que creamos, se acaba la historia, porque alargarla estaría mal (madre santa, me tendrían que decir esto con Ralexa…). Y entonces… tienes que despedirte de ellos, dejar de estar las 24 horas con ellos, dejar de pensar en cómo va a ser la escena, en cómo va a ser la reacción de ellos cuando pase tal cosa, de cómo van a ser las sensualidades futuras… ains… qué duro.

Sinceramente pienso que lo que ocurre es que formamos un vínculo, un apego, por todo esto que estoy contando, es un contacto continuo, a veces “hablo” más con estos personajes que con mi propia abuela (sin el “a veces”), y yo a mi abuela la quiero un montón, así que supongo que quizás quiero también a mis personajes.

Ahora mismo estoy viviendo una especie de duelo adelantado, en mi historia 12.700 km he creado todos los personajes (incluido su físico) y lo siento más mío que nunca. En mi querido organigrama ya he visto los capítulos que quedan y el dolor en el pecho es real, porque no puedo despedirme de las protagonistas ni de los personajes secundarios. Al final son muchas personalidades y mucha historia contada, y pensar que no los voy a “ver” más es duro. Es difícil decir adiós.

Y aunque escribas historias nuevas y crees personajes nuevos tras acabar la historia, estás varias semanas aún pensando… “¿y cómo le ira a Gina?”, “¿cómo le habrá salido los bollos hoy a Amanda?”, “¿Teri habrá vuelto a fumar porros?”… Y así continuamente. Además de que los nuevos personajes son “extraños” que tienes que conocer. El círculo vuelve a empezar y al final los querrás con el alma y tendrás que volver a decirles adiós.

Joder, qué vida más difícil. Te plagian y sufres duelos continuos. ¿Habré elegido bien?

En fin, tras esta última reflexión… Personas escritoras del mundo, ¿sufrís el duelo literario? Contadme vuestras experiencias con él, ¿tenéis algún truquito para llevarlo mejor? No sé, un vaso de leche con bizcocho o un plato de croquetas o de gambas. Aunque si no es de comer mejor, que me gustaría cumplir los propósitos de año nuevo, aunque sea en enero. En febrero ya hablaríamos de comida.

Y personas lectoras del mundo, ¿echáis de menos a Hermione Granger? Quiero decir, ¿os vinculáis con los personajes? ¿Los echáis de menos? ¿Sufrís el duelo literario? ¿Algún truco? También leo de vez en cuando y seguro que gente de por aquí también.

¡Gracias por leer!

Y si os gustaría que hablara de alguna cosa específica, ¡solo tenéis que pedirlo!

Un guiño,

Ginsey.

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