Revisionar The L Word en pleno 2019 debería considerarse un deporte de riesgo. Básicamente, porque con cada capítulo al que le das al play te arriesgas a que se caiga del pedestal en que la hemos puesto la mayoría de nosotras. Porque una cosa hay que dejar clara, la serie de Irene Chaiken, por mucho que nos guste, nos flipe y todas tengamos algún personaje con el que perdemos las bragas aún a día de hoy, no es precisamente como el buen vino. No mejora con los años, no. Pero lejos de ser esto algo exclusivamente negativo, hay que verlo como que nosotros, como sociedad y como personas, hemos evolucionado para mejor (yay!) y hemos dejado de asumir como adecuados comportamientos o actitudes que no lo son (doble yay!)
Hace ya eones que vi The L Word por primera vez siendo una jovenzuela y mi reacción fue de dadme más de esta mierda por favor y gracias. Lesbians everywhere. La novedad y la sobreestimulación de ver tantas chicas guapas en mi pantalla, junticas, y haciendo cosas de lesbianas me pareció una fantasía. En su momento pasé por alto muchas cosas que a día de hoy dan mucho cringe, bien porque todavía no estaba suficientemente educada en ellas o porque opté por no prestarles atención.
Haciendo fast forward al día de hoy, es un hecho objetivo que la serie tiene cosas regulinchis, como el tratamiento que hace de algunos personajes, el comportamiento de otros, y su clara transfobia y bifobia. Otras son muy wtf directamente y no es sólo que tuviesen un día poco inspirado en la oficina, sino que lo raro es que tuviesen uno en que sí lo estaban. ¿Helena reclusa? ¿Por qué no? ¿Bette raptando a su hija? Venga, dale. ¿Tina pasando de trabajar en una organización benéfica a ser productora de cine? Claro que sí, guapi.
A pesar de sus innumerables defectos, me sigue encantando y, aún diez años después de su última emisión, sigue siendo una de esas series a las que acudo de vez en cuando cuando busco algo familiar y que vaya dirigido a mí, que me represente. Porque si hay algo guay en esta vida es tener un producto televisivo que toque moviditas y cosis que son muy nuestras. Y, a pesar de los años, y lo muchísimo que la televisión en materia LGBT ha avanzado, a día de hoy, por ahora, sólo hay y sólo ha habido una The L Word.