Cecilia no tiene ni idea de cómo llegar al orgasmo, aunque sacó sobresaliente en anatomía. A su madre le preocupan los accidentes mortales, la ciudad y que ella ande tan sola. Cecilia es prima de Valerie. Valerie compagina su tiempo de camarera con su inexistente carrera de actriz. Valerie tiene una novia, Mia. Mia no recuerda la última vez que tuvo un trabajo ni dónde guardó la marihuana. Un día, Valerie invita a Cecilia a una fiesta.
Clit Flick con Leiry Albinarrate al guión y Clara Dios a los lápices, está ambientado en una ciudad indeterminada, una de esas que representa todas las ciudades que conoces y a la vez ninguna. Sus personajes son como cualquier poblador de esas ciudades, se limitan a existir en sus circunstancias sin cambiar nada de unas vidas ancladas a la rutina. Cecilia vive solo para ir de casa a su trabajo de anestesista y de su trabajo a casa. Valerie se agarra a sus aspiraciones eternas a ser actriz y a una relación abocada al fracaso. Y Mia, aunque parece ser la que más se divierte de las tres, se mueve por el mundo sin rumbo definido.
El título, Clit Flick, juega con el término peyorativo Chick flick o “pelis para chicas”, generalmente románticas; y su traducción directa que sería algo así como rozar el clítoris. Podría llevarnos a pensar que las aventuras de Cecilia son mucho más lúbricas de lo que vamos a leer, pero aunque la protagonista busca la forma de llegar por fin al orgasmo, su viaje es más mental que físico.
Con un dibujo amateur, “indi”, limpio y efectivo en su sencillez, Albinarrate y Dios nos cuentan una historia que habla de la soledad, del miedo, del fracaso y, sobre todo, de la necesidad de convertirnos en nuestro propio motor de cambio. Porque no es lo mismo verte arrastrada por la corriente que sentir que eres tú quien ha elegido el camino que transitas.
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Gracias a las autoras por enviarnos una copia para esta reseña.