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Obi: arte y placer en un juguete erótico

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Hace unos años, cuando todavía estaba adentrándome en el mundo erótico, quise visitar la tienda erótica de la ciudad en la que había crecido. A pesar de que tenía una buena ubicación, siempre me daba la sensación de que se ocultaba. Lo primero que vi al entrar fue un estante muy largo repleto de productos Shunga y sentí confianza de inmediato. Todavía era una inexperta y sabía poco, pero lo poco que sabía era que aquella marca de cosmética erótica era de referencia.

Shunga lleva años en el mercado y ha sido, durante mucho tiempo, líder en cosmética erótica. En lugar de vender productos, vende experiencias para deleitar los sentidos y potenciar el placer, y todo ello enmarcado en el arte shunga, que es un género de estampas japones que representa el sexo. Seguro que has visto alguna representación shunga en alguna ocasión.

En aquella tienda tuve la oportunidad de presentarme al dueño que, muy amablemente, me habló de los productos que tenía. Me dio un Rain of Love para que lo probase y me fui para casa. Las visitas a la tienda se volvieron más frecuentes y en todas ellas aprendí muchísimo sobre marcas, distribuidores, materiales y productos. Además de los cotilleos del mundo erótico, por supuesto.

Rain of Love me regaló muchos momentos exquisitos, empezando por el de abrir la caja. En aquel entonces, a los packagings no se les daba la importancia de ahora y no era habitual encontrar un envoltorio tan bonito, tan pensado, tan orientado a los sentidos. Y claro, cuando, muchos años después, supe que Shunga había lanzado una marca de juguetes eróticos, sentí esa misma confianza que cuando entré a la tienda de mi ciudad.

Fue en EroSpain cuando tuve la oportunidad de conocerlos, tocarlos y hablar con parte del equipo de Shunga. Con una amabilidad que me hizo sentir muy acogida, me fueron explicando cada uno de ellos y para qué servía, y tuve la suerte de poder llevarme a uno de los favoritos, Obi, que, además, fue el más vendido por la marca en 2023.

Este juguete está inspirado en Obi, una geisha famosa del periodo Edo conocida por su delicadeza y su elegancia. Entretenía a los hombres usando sus encantos sin ofrecer favores sexuales, porque se estaba reservando para un marido perfecto, pero nunca lo encontró, así que no conoció el sexo. La leyenda dice que solo sació sus deseos con discretos toques en su clítoris, y que sus gemidos nocturnos invadían en Distrito del Placer con una atmósfera afrodisíaca.

Te he contado esta leyenda porque, como ves, todos los productos Shunga tienen su historia, y una más grande que lo envuelve todo. El arte está presente en cada una de sus piezas, y Obi no iba a ser menos. Se trata de un masajeador externo que se adapta a la palma de la mano gracias a su forma ergonómica más o menos triangular, pero con los bordes redondeados.

La mayoría de los masajeadores externos tienen formas redondas, como una piedra erosionada por el tiempo, pero Obi es más plano y se asemeja a la forma del pubis. Está fabricado con materiales de calidad, entre ellos silicona hipoalergénica. En la parte superior podemos ver una pieza dorada donde aparece la inscripción de la marca, los dos botones y un indicador luminoso. El resto de la superficie está cubierta por un precioso patrón de arte shunga que es una delicia para el sentido del tacto. La parte inferior es la que va en contacto con la vulva y tiene un pequeño monte que se coloca sobre el clítoris para estimularlo de forma más directa. La punta del juguete es ligeramente flexible para que se adapte mejor a cada anatomía.

Obi no solo es bonito, también es potente. Cuenta con un motor que ofrece 5 intensidades (20 %, 40 %, 60 %, 80 % y 100 % de intensidad) y 10 modos distintos. Es decir, puedes usar todos los modos con las 5 intensidades, así que es fácil encontrar el ajuste perfecto entre todas esas opciones.

Algo que me ha encantado especialmente de Obi ha sido su interfaz. Jamás había visto botones con esta forma, y para quienes nos recreamos con el diseño y el arte es un detalle que se aprecia. Tan solo son dos botones: con el grande controlamos los modos y con el pequeño la intensidad, de forma que para volver a una intensidad o modo anterior debemos pasar por los siguientes.

Eso no ha sido un problema porque este juguete tiene una gran ventaja que tampoco había visto antes: el indicador luminoso. Esta lucecita minúscula se ilumina con diferentes colores según el modo de vibración, así que es muy fácil ubicar tu favorito. Por las intensidades en escala y el indicador luminoso me ha parecido uno de los juguetes más intuitivos en cuanto al manejo de intensidades y modos. Como función adicional, puedes bloquearlo en modo viaje para que no se ponga en marcha cuando no debe.

Obi, además, es discreto, no hace demasiado ruido. Es resistente al agua para que disfrutes también del juguete en este elemento y, por supuesto, también recargable. En este caso, lleva un cargador cuya clavija se introduce en la parte interior del juguete. Requiere dos horas y media de carga para una de juego a máxima potencia y hasta 3 en mínima potencia. El indicador luminoso indica cuándo está cargando y cuándo está listo para usarse.

Masturbarme con Obi ha sido fácil, excitante y poderoso. Su diseño de otra época invita a perderse en los detalles, a construir el placer poco a poco y a explorar la estimulación con los diferentes modos. Definitivamente una gran opción para usar en solitario, pero gracias a lo fino que es y que la punta vibra por debajo y por encima, también puede ser un buen aliado en parejas de dos vulvas, colocado entre ambas. En posturas de tribadismo donde se pueda mantener firme ayudará a estimular y alcanzar el orgasmo, o también si estáis une sobre le otre. También le veo posibilidades para usarlo junto a un arnés en la persona que lo lleva puesto, colocándolo debajo de la base del arnés estimulará a quien embiste.

Es acertado para personas principiantes por su fácil manejo, no requiere complicaciones y su funcionamiento es muy sencillo de entender. También me parece interesante para personas expertas, porque su forma puede ser una fuente de creatividad y es posible jugar de otras maneras. Por ejemplo, utilizando la textura de la superficie para estimularnos. En cualquier caso, al poder regular la intensidad, sirve tanto para clítoris sensibles como más demandantes.

El juguete está disponible en cuatro colores: rosa, violeta, frambuesa y negro. Pienso que en rosa luce más el patrón shunga de la superficie porque es un color clarito y se nota con la sombra, pero todas las opciones tienen un aspecto precioso.

El packaging de Obi es precioso, como todos los productos de la marca. Va en un estuche con cierre magnético donde se explica la leyenda de la geisha junto a una ilustración. Va bien protegido y, al abrirlo, encontramos el juguete y una cajita en la que se incluyen los accesorios. Allí están el cargador, un manual de uso rápido, el certificado de garantía y una bolsita de satén. Otra innovación de Shunga ha sido precisamente esta bolsita: cuenta con una tira de tela adicional para colgarla o llevarla en la muñeca.

En cuanto al precio, debo confesarte que lo desconocía hasta este momento, que he entrado en internet a consultarlo. En Diversual está por debajo de 50€, y me parece un precio realmente bajo para la experiencia que ofrece. Es cierto que es un juguete sencillo (no dispone de conexión con aplicación o funcionalidades adicionales más allá de la vibración, el modo viaje y el indicador luminoso), pero su historia, su envoltorio y su diseño me han parecido muy poderosos.

En definitiva: Obi ofrece una experiencia para el clítoris y también para los sentidos. Su diseño elegante, innovador y precioso lo convierte en una obra de arte perfecta para amantes del arte, de la historia o, de lo diferente. Es ideal para quienes buscan algo distinto de lo habitual o incluso para hacer un regalo y quedar estupendamente.  

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