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Tentando a Eve, reseñando la segunda temporada de ‘Killing Eve’

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Promo de la segunda temporada de Killing Eve

Nota: sí, evidentemente, hay spoilers.

Spoiler alert

Killing Eve acababa con un gran momento de suspense o, si lo preferís, con un cliffhanger catedralicio en el que Eve (Sandra Oh) apuñalaba, casi sin querer, a nuestra dicharachera asesina Villanelle (Jodie Comer). Quizá por eso, cuando me aposenté en mi sofá para iniciar esta segunda temporada, esperaba un primer episodio más sosegado, incluso con un pequeño salto temporal. Pero ¡bum! Se abre el telón y seguimos apenas unos segundos post-apuñalamiento después… ¡Déjame respirar, serie!

Tras este frenético inicio la cosa “se relaja” ligeramente, pero esta entrega no pierde un ápice de ritmo ni tensión a lo largo de sus ocho episodios.

Killing Eve, promo Eve y Villanelle

Emerald Fennell ha tomado el control de la sala de guionistas con mano suave aunque firme. Hay un pequeño cambio de enfoque, pero se mantienen los puntos fuertes de Killing Eve: una trama centrada en los personajes, una estética cien por cien al servicio de la historia y un equilibrio perfecto entre lo perturbador y lo humorístico.

A pesar de que algunos críticos han cuestionado la “necesidad” de una segunda temporada (me gustaría también saber cuándo se considera “necesaria” una segunda parte) soy una firme defensora de su existencia. No sólo se produce una evolución de los personajes, especialmente relevante en Eve, sino que no nos alejamos tanto de la trama de espías como parece en un principio. Queda especialmente claro una vez llegamos al 2×08 y todas las piezas están sobre el tablero. Aunque el conflicto del M16 y Los Doce nunca ha sido lo más importante en Killing Eve, no se puede desdeñar el interés de la continuación de esta trama y su impacto en el desarrollo de la historia: Eve y Villanelle pasan de pilla-pilla particular a ser dos peones, dos víctimas en un juego mucho más grande.

Cómo humanizar a tu asesina

Jodie Comer ha encandilado a todo el mundo y su abuela con su interpretación de una asesina completamente despiadada, bastante infantil y francamente divertida. El guión nunca se cansa de recordarnos que estamos ante una ¿psicópata? que disfruta matando, pero es muy difícil no quedar fascinada ante su desparpajo, encanto y su sentido de la moda.

via GIPHY

Una de las formas más inteligentes de hacernos empatizar con Villanelle ha sido enfrentarla a otros monstruos, compararla con seres que a nuestros ojos son claramente “peores”. Tenemos un depredador que mantiene presa a su madre y encierra a una joven “inocente”, un psicópata frío y obseso con el control incapaz de disfrutar de ningún placer de la vida teniéndolos todos al alcance de la mano y un asesino brutal e idiotizado que vigila todos sus movimientos. Visto así, Villanelle se nos muestra entre luces y sombras más que en una oscuridad absoluta.

¿Su obsesión con Eve Polastri? Sigue muy en firme. ¿Qué mayor prueba de amor hay que un cuchillo clavado en el abdomen? Eve debe estar totalmente pillada. Luego hablamos de ello.

La corrupción de Eve

Uno de los aspectos más destacables de esta temporada es el arco de Eve. Si en la anterior entrega ya mostraba fisuras en su personalidad, en principio honrada y de carácter bondadoso, en esta segunda parte, las grietas han provocado una fractura en el núcleo de la identidad del personaje.

La obsesión de Eve con Villanelle la ha llevado siempre a actuar de forma impulsiva y catastrófica para su vida personal y profesional: problemas en el trabajo, problemas con su marido, la muerte de su mejor amigo… Apuñalar a Villanelle sirve para ir un paso más allá y marcar el inicio de una Eve que coquetea con sus impulsos más oscuros… Tanto sexuales como homicidas, llegando a plantearse que se sentiría al matar a alguien más allá de lo hipotético.

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¿Killer Eve?

La Eve de esta temporada está destrozada y es una gozada asistir a su viaje al fondo del pozo que, creo, culmina con un despertar (vale, y un disparo también) a una mezcla más positiva entre la Eve del inicio y la que hemos visto en esta entrega. Lo que me lleva al siguiente punto.

Villaneve, el romance imposible

Las convenciones de toda película romántica se retuercen deliciosamente, casi todas con una doble lectura. Tenemos celos, “peleas de enamoradas” y mucha, mucha (muchísima, jo) tensión sexual no resuelta. (El “trío” del 2×07 no vale.)

Esto me recuerda nuestra primera cita

La obsesión de Villanelle con Eve y viceversa no hace sino progresar a lo largo de los episodios. Podemos hasta llegar a creer un poco a Villanelle, desde luego en su cabeza y peculiar forma de pensar, su amor por Eve es sincero. Por otro lado, Eve está lo suficientemente perdida para que un romance auténtico parezca posible… durante medio capítulo más o menos.

Pelín posesiva, Villanelle

Cuando llega el final, la ilusión se deshace incluso antes del bang final. El amor que usa la manipulación y está dispuesto a alterar la auténtica personalidad de un individuo, no es amor. Que Eve vuelva en sí y renuncie al “idílico” futuro que Villanelle propone es consecuente con su personaje y con todo el desarrollo de la malsana obsesión que comparten las protagonistas.

Los secundarios

Enriquecen la serie y están tremendos en sus respectivos papeles. En realidad no tengo mucho más que añadir, es que cualquier momento es bueno para mencionar lo que mola Carolyn y la actriz que la interpreta, Fiona Shaw, croqueta extraordinaria. Y es que Carolyn juega con todos los personajes como una gran marionetista y por ahora le está saliendo todo perfecto… ¿seguirá así de bien en la tercera temporada?

Hablemos de Queerbaiting

Las declaraciones de Sandra Oh en la revista Gay Times revolvieron un poco las aguas del agitado mar tuitero cuando declaro:

“Hacéis algo de trampa porque queréis convertirlo en una cosa… que no es. Por eso también creo que la sexualidad y el descubrimiento de la amplitud que puede alcanzar la sexualidad es el tema de la serie; el porqué le interesa a la gente. No se trata de una cosa u otra.”

Sandra Oh en Killing Eve interview: Sandra Oh and Jodie Comer discuss their characters’ sexuality, Gay Times

Una declaraciones que han sido usadas para tachar la relación de Villaneve como queerbaiting. ¿Pero podemos hablar de queerbaiting cuando uno de los personajes principales es abiertamente bisexual? Y no se cortan en dejarlo bien claro en la serie. ¿O cuando el otro personaje principal siente una atracción sexual evidente? Como dice Oh, el “romance” entre Eve y Villanelle es algo que “no es”, o algo que no puede ser, por el propio carácter de los personajes en la actualidad. Pero esto no invalida el lado sexual de su obsesión mutua, ni la sexualidad de Villanelle. Quizá debemos diferenciar el lado más shipper del argumento real de la serie.

Dicho esto, shipear Villaneve es una de las cosas más divertidas que puedes hacer y lo recomiendo muy mucho. Como le leí a Noelle Stevenson en un tuit, ¿y si al final Villanelle e Eve son un matrimonio jugando el rol play más elaborado de la historia? Ideaca para fic es, eh.

Este artículo es subjetivo, personal y tienes todo el derecho a no estar de acuerdo =)

Gifs: cuando no proceden de giphy puedes acceder al autor mediante enlace directo pinchando en el gif.

Fuentes: esta muy recomendable entrevista a la showrunner de esta temporada en el New York Times, la polémica entrevista a Sandra Oh en Gay Times. La siempre útil página de imdb.

Potencia tu placer con el nuevo sérum de LELO

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LELO es una marca sueca conocida, sobre todo, por su juguetería de lujo. A pesar de que dispone de un lubricante simple pero efectivo de base agua y un par de velas de masaje, podríamos decir que ha sido ahora cuando ha hecho su primera incursión en la cosmética erótica. Los juguetes de LELO son instrumentos de placer exquisitos, pero la combinación con un elixir de placer puede llegar a ser muy poderosa. Te presento el complemento perfecto: el Pleasure Enhancing Serum.

Este producto es un gel estimulante para el clítoris diseñado para hacer más intensos y duraderos nuestros momentos de placer. Para ello, cuenta con una fórmula segura para el cuerpo, vegana y libre de crueldad animal que encontramos en este encantador frasquito de cristal.

A pesar de su apariencia elegante y coqueta, este sérum esconde una gran eficacia. Está presentado en un envase rosa y cuadrado de esquinas redondeadas e incluye un dosificador que nos ofrece la cantidad adecuada de producto, más o menos el tamaño de un guisante pequeño. Tiene un aroma fresco y mentolado, y una textura fluida que nos permite colocarlo donde deseamos. Basta con aplicarlo en el clítoris para empezar a sentir sus efectos de manera inmediata: un frescor abrasador que empieza a extenderse por nuestro centro de placer.

Y es que está creado con varios ingredientes clave, entre los que quiero destacar tres. Por un lado, el mentol y un compuesto derivado de la vainilla, que nos aportan el frescor y la sensación de calor respectivamente. Luego está el más importante: la l-arginina. Se trata de un aminoácido que potencia la producción de óxido nítrico en la zona en la que lo aplicamos.

En este caso, al utilizarlo en el clítoris mejora la circulación sanguínea, y recordemos que se trata de un área repleta de terminaciones nerviosas que están más receptivas a este cambio. Este aumento en el flujo sanguíneo aumenta la sensibilidad y la sensación de calor y puede contribuir a incrementar la lubricación natural. En pocas palabras: mayor circulación sanguínea es sinónimo de más placer.

Los efectos que experimentamos con este sérum son, por tanto, cosquilleo y sensación de calor. A nivel corporal, estaremos más receptives a cualquier roce en el clítoris o en la vulva, ya sea provocado por nosotres mismes, por otra persona o por un juguete erótico. Hace que cualquier tipo de estímulo se amplifique, lo cual contribuye a guiarnos hacia un orgasmo intenso y duradero.

El sérum actúa de esta manera alrededor de 20 minutos y, aunque después empieza a menguar el efecto calor, la zona en la que lo hemos aplicado todavía permanece sensible y más predispuesta al placer. Aun así, se puede volver a aplicar el producto para recuperar el cosquilleo abrasador.

En comparación con otros estimuladores para el clítoris similares, el efecto de este sérum potenciador del placer es intenso pero controlado. El cosquilleo es sutil y muy distinto al de un vibrador líquido, aunque el mentol juega un papel fundamental para mantener la sensación estimulante.

A este sérum podemos darle usos de todo tipo. Podemos disfrutar en solitario y con la ayuda de nuestras manos, ponernos una gota y salir a la calle mientras aparentamos normalidad, sentir las caricias de nuestra pareja con más intensidad o mientras penetramos con un arnés o vivir un orgasmo explosivo junto a nuestro juguete erótico favorito, ya que es compatible con ellos.

El Pleasure Enhancing Serum está diseñado únicamente para uso externo y vaginal (no para otras zonas del cuerpo). En contacto directo con otros genitales, el producto puede transferirse y extender los efectos. A pesar de que es un producto creado para personas con vulva, uno de los beneficios de la l-arginina en las personas con pene es que puede favorecer la erección.

El producto está presentado en un envase de 15 ml y tiene una duración de 6 meses desde su primer uso. Al utilizar tan solo una pequeña cantidad de sérum, podemos disfrutar de un botecito durante mucho tiempo. Asimismo, viene en una caja de cartón negra con el logotipo de la marca y el listado de ingredientes.

En cuanto al precio, tiene un coste superior a otros productos similares. Hay que destacar, no obstante, el envase de cristal, que contribuye a una mejor conservación, y la cantidad, que es más generosa que en las presentaciones de otros sérums.

En definitiva: si quieres rendirte a un placer intenso y abrasador, el Pleasure Enhancing Serum de LELO es el complemento ideal para que disfrutes de orgasmos duraderos y potentes. Su textura es fluida y agradable y la sensación cálida y cosquilleante es perfecta para sentir cada estímulo con mayor intensidad.

Consigue tu sérum potenciador del orgasmo AQUÍ.

Pillow princess, service top… ¿Qué es todo esto?

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La sexualidad sáfica es un arcoíris inmenso y precioso de posibilidades. No, no todo es “hacer tijeritas” como cree tu primo el de pueblo. Dentro de la comunidad, y especialmente en Estados Unidos, que tienen una obsesión increíble con categorizar absolutamente todo, hemos desarrollado toda una serie de términos para describir cómo nos gusta querer, tocar (o no tocar), dar placer o recibirlo. Y sí, hay mucho más allá del clásico activa/pasiva/primero tú y luego yo.

Algunas estarán pensando que todo esto es una tontería y que no hay que ponerle etiqueta a lo que se hace dentro de la cama, y están en su perefcto derecho. La hsitoria está en que, a veces, hasta que no lees que lo que te pasa, lo que haces, lo que no haces, lo que sientes, le pasa a más gente, a lo mejor piensas que está mal, que estás mal. Y, amiga, ya te digo yo que no querer que te toquen las tetas no es algo que solo te pase a ti. Siempre ha habido una bollera a la que le ha pasado antes, y algunas se han molestado en buscar a otras como ella y ponerse un nombre.

Así que si alguna vez te has preguntado “¿por qué me encanta darle todo pero no quiero ni que me besen la barriga?”, amiga, puede que simplemente seas una stone butch, una pillow princess, una bratty bottom, o cualquier deliciosa combinación.

Aquí te traigo la guía definitiva (a ver, que faltarán mil cosas, pero eso, una tiene el tiempo que tiene) sobre los tipos de roles y dinámicas en el sexo entre mujeres. Tómate un café, una birra o lo que quieras, y vamos a descubrirlo juntas.

Pillow Princess: la reina del “hazme todo”

Empecemos por un clásico moderno: Pillow princess es esa persona que, en la cama, prefiere ser adorada como la diosa griega que es. Básicamente, le gusta recibir placer, quedarse bien relajadita y disfrutar, mientras tú haces todo el trabajo manual, oral o espiritual.

¿Es egoísta? ¡NO! (aunque en internet siempre hay quien se queja). Ser pillow princess es algo muy válido. No todo el mundo necesita actuar como un pulpo para disfrutar del sexo. Para algunas, el éxtasis viene de ser tocadas, besadas, veneradas… mientras descansan sobre la almohada como verdaderas reinas del Olimpo. Como todo, es cuestión de habalrlo.

Pistas de que eres una pillow princess:

  • Tu frase favorita: ¿Me haces eso otra vez?
  • Cuando te toca devolver el favor, prefieres cambiar de tema o iniciar un karaoke improvisado.
  • Lo das todo recibiendo: gemidos, abrazos apretados, piernas temblando.

Service Top: la generosidad hecha carne (y manos, y boca, y…)

Si el placer de tu pareja te excita más que el tuyo propio, probablemente eres una service top. Una service top es quien lidera la acción, quien toma las riendas… pero no desde un rollo dominante clásico, sino desde el deseo profundo de ver a la otra persona derretirse de gusto. Es la que sabe exactamente dónde y cómo tocar, porque está atenta a cada gemido, a cada respiración contenida. Lo demás, la segunda parte del partido, le sobra.

Y no es que no le guste recibir, ojo. Pero su placer máximo es… dar placer a la otra persona. Es como esos chefs que cocinan todo el día pero apenas se comen una tapita: disfrutan más viendo cómo los demás devoran sus creaciones.

Pistas de que eres una service top:

  • Sabes leer cuerpos como si fueran mapas del tesoro.
  • Recibes más agradecimientos que un camarero de barra libre.
  • Te excitas solo viendo a tu chica perder la cabeza.

Stone Butch y Touch-Me-Not: Sobe mi cuerpo mando yo

Aquí entramos en un terreno muy importante: los límites. Una stone butch es alguien (normalmente de expresión masculina) que disfruta dando placer, pero no quiere, de ningún modo, ser tocada sexualmente. Una touch-me-not sigue una lógica parecida, pero el término es más popular entre mujeres negras queer de Estados Unidos, una comunidad que históricamente ha desarrollado sus propias reglas.

Esto no es un capricho ni una rareza. Muchas veces responde a cómo nos sentimos con nuestro propio cuerpo, a experiencias personales, a cómo percibimos el placer. Para algunas, ser tocadas puede provocar disforia o simplemente no ser placentero.

Como en todos los casos, sus límites deben ser respetados como oro puro. No hay nada más sexy que respetar lo que otra persona necesita para sentirse segura y feliz (esto es extensible a todo, ya sabéis).

Pistas de que eres una stone butch o touch-me-not:

  • Adoras dar placer, pero no quieres que te toquen ni con el pétalo de una rosa.
  • Te sientes poderosa tomando las riendas sin ser vulnerable en la cama.

Stone Femme: la sorpresa que nadie vio venir

Me parece graciosísimo poner a Sharon Stone, yo qué sé

¿Te pensabas que solo las butch podían ser “stone”? ¡ERROR! Existe también la gloriosa figura de la stone femme: mujeres de expresión de género femenina que, igual que una stone butch, prefieren recibir placer sin ser tocadas en determinadas zonas o de ninguna forma sexual.

Esto rompe con la idea tradicional de que “las femmes son súper pasivas y lo quieren todo”. Nope. Una stone femme puede ser tan exigente con sus límites como cualquier otra, y su sexualidad es igual de válida y rica que todas las demás.

Pistas de que eres una stone femme:

  • Amas que te veneren, pero no quieres ser invadida físicamente.
  • Tu placer está en el control emocional, no necesariamente en la estimulación física directa.
  • Eres divina, segura de ti misma, y tienes clarísimo qué sí y qué no.

Bratty Bottom: la traviesa oficial

¿Eres esa persona que, aunque esté abajo, no para de provocar, chinchar, morder o desafiar? ¡Felicidades, amiga! Eres una bratty bottom. La bratty bottom es pasiva en teoría, porque “recibe” placer, pero nunca está calladita o sumisa. Le gusta provocar a la otra, burlarse, morder, intentar escaparse… todo, con el objetivo de “picar” a su pareja. Spicy! Es un juego de poder delicioso donde el placer no solo está en lo que pasa físicamente, sino en toda esa guerra de miradas, bromas y tensión sexual.

Pistas de que eres una bratty bottom:

  • Te encanta desafiar a tu pareja en mitad del acto.
  • Tu frase favorita: “¿Eso es todo lo que tienes?”

Hard Top: la dominancia sin fisuras

En el extremo más activo encontramos a la hard top y a la no-touch top. Una hard top es quien lidera absolutamente todo. Ni besitos inocentes, ni caricias tiernas. Su placer es 100% dar, dominar, manejar la situación. Ella hace, Ella manda, ella decide. Como es nomral, se llevan especialmente bien con las pillow princess.

Y no, no es porque sean frías o distantes. Es una forma de canalizar el deseo, de establecer dinámicas de control y de sentirse increíblemente poderosas en la intimidad.

Pistas de que eres una hard/no-touch top:

  • No quieres sorpresas: tú decides cómo, cuándo y dónde.
  • Disfrutas viendo a tu pareja derretirse bajo tus reglas.
  • Odias cuando intentan invertir los roles sin preguntarte.

Si algo nos enseña este recorrido es que no hay una sola manera de ser lesbiana en la cama. Puedes ser una mezcla de varias (¡una service top con corazón de bratty bottom, por ejemplo!) o cambiar con cada pareja, con cada momento vital. Lo importante es saber qué quieres, comunicarlo, respetar los límites del otro y disfrutar al máximo. No hay etiquetas malas. Hay etiquetas que nos ayudan a entendernos mejor, a querer mejor… y a disfrutar más en la cama.

Vía: them.us – What Is a Pillow Princess, Stone Butch, and Touch-Me-Not?

Autostraddle – Service Tops, Bratty Bottoms and Pillow Princesses: Other Words You Use to Describe How You Have Sex

Medium – Stone Series: Defining Stone Tops and Touch-Me-Not Lesbians

One Woman Project – Lesbian Slang: A Not-So-Comprehensive Guide

Wikipedia – Butch and Femme

Día de la Visibilidad Lésbica: una fecha para mirar de frente la realidad

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Este 26 de abril se celebra el Día de la Visibilidad Lésbica. Y no, no es solo un día simbólico: es una oportunidad para hablar alto y claro de una realidad que muchas veces se ignora o se maquilla. Según el informe Estado LGTBI+ 2024, elaborado por la Federación Estatal LGTBI+ con datos de la agencia 40dB, 1 de cada 3 mujeres lesbianas ha sufrido acoso y 1 de cada 10 ha sido víctima de agresiones físicas o sexuales. Sí, en pleno 2025.

Pero el dato más preocupante llega cuando se mira a las más jóvenes: un 35% de las lesbianas de entre 18 y 24 años ha sido víctima de acoso escolar. Esto deja claro que el entorno educativo, que debería ser seguro y diverso, aún tiene mucho trabajo por hacer.

Desde la Federación Estatal LGTBI+, Inés B. García —coordinadora del Grupo de Políticas Lésbicas— recuerda que la violencia no solo se manifiesta con golpes o insultos. “También enfrentamos discriminación laboral, hipersexualización y estigmas en espacios como la política, la sanidad, la cultura o el deporte”, señala.

Aunque España cuenta con marcos legales que reconocen los derechos del colectivo, la realidad sigue siendo tozuda. “La igualdad real no llega a todas. Y si eres lesbiana racializada, migrante, con discapacidad, vives en un entorno rural o eres muy joven o mayor, la discriminación se multiplica”, denuncia García.

Ante esta situación, la Federación ha pedido un Pacto de Estado contra los discursos de odio, especialmente los que afectan a los grupos más vulnerables. También reclaman políticas públicas con enfoque interseccional y una educación en diversidad afectivo-sexual que sea más que un par de charlas al año.

“Queremos referentes visibles, representaciones dignas y el compromiso de que nuestros derechos no se discuten: se garantizan”, afirma García. Y es que en un contexto internacional donde los discursos antiderechos ganan terreno, la defensa activa de lo conquistado se vuelve más urgente que nunca.

Este 26 de abril no es solo para poner banderas. Es para escuchar, reflexionar y actuar. Porque la visibilidad no se celebra solo con aplausos: se defiende con hechos, y ahora más que nunca porque, amigas, se nos van a comer.

‘Les filles, les meufs’, de Marguerite, la canción que si no has oído pronto lo harás

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La canción Les filles, les meufs de la cantante francesa Marguerite se ha convertido en todo un fenómeno. No solo destaca por su letra atrevida y reivindicativa –un auténtico himno al amor entre mujeres–, sino también por la trayectoria particular de su intérprete y su explosiva viralidad en redes sociales.

Un himno al amor sáfico

La letra de Les filles, les meufs (en español, “Las chicas, las tías”, usando meufs como argot francés para “mujeres”) es una declaración directa de la identidad amorosa de Marguerite. El estribillo lanza sin tapujos la preferencia de la cantante por las mujeres, en una frase pegadiza que se repite a lo largo del tema: “Moi je préfère les filles, les femmes, les meufs” (traducible como “Yo, pues, prefiero a las chicas, a las mujeres, a las tías”). Con esta línea contundente, Marguerite pone sobre la mesa su orientación de forma orgullosa, revelando públicamente su bisexualidad a través de la música. La canción equilibra tono alegre y desenfadado con un mensaje potente: hablar sin más del amor entre mujeres y celebrar la autenticidad personal.

A lo largo de la canción, Marguerite combina humor y honestidad. Por ejemplo, en sus versos menciona que quiere a sus hermanos y adora a su padre, “pero yo prefiero a las chicas”, dejando claro que su inclinación hacia las mujeres no invalida el cariño por los hombres cercanos en su vida. El tono general es ligero y divertido, con toques de chanson pop francesa y letras ingeniosas que juegan con estereotipos para subvertirlos. Marguerite se presenta casi como una coqueta heroína que “hace caer a todas las chicas a sus pies” en la canción, todo en un sentido lúdico. Musicalmente, Les filles, les meufs es un pop fresco medio tiempo, con un estribillo extremadamente pegadizo (entêtant) que se queda en la cabeza sin remedio. Ese gancho melódico refuerza el mensaje liberador de la letra, invitando a cantarlo a viva voz.

En resumen, el tema funciona como un himno sáfico moderno: transmite orgullo, visibilidad lésbica y una actitud de celebración. Marguerite logra encapsular en unos minutos un mensaje de autoaceptación y amor libre. No es casualidad que críticos y fans hayan calificado el sencillo de “feminista y necesario”, resaltando que escuchar a una artista emergente declarar “prefiero a las chicas” en una canción pop “sienta muy bien” en el panorama musical actual. En una industria donde aún son relativamente escasas las representaciones explícitas del amor entre mujeres, “Les filles, les meufs” destaca por su honestidad desenfadada y energía positiva.

Muy bien todo, pero, ¿quién es Marguerite?

Detrás de este exitoso sencillo está Marguerite Dedeyan, una joven cantante parisina de 23 años que saltó a la fama en el programa Star Academy (OT, supongo) en Francia. Marguerite participó en la edición 2022 de este célebre concurso musical televisivo, donde conquistó al público. Aunque fue eliminada antes de la final, su paso por la academia le abrió las puertas de la industria: poco después, firmó un contrato discográfico con el sello Columbia (Sony Music) para comenzar su carrera profesional. Desde entonces, la artista trabajó en nuevas composiciones propias, destacando por mantener su personalidad creativa.

En un panorama donde cada vez más artistas jóvenes hablan abiertamente de temas LGTBQ+, Marguerite se une a esa ola con un estilo propio. Su propuesta artística se caracteriza por la naturalidad (como queda claro en “Les filles, les meufs“) y por letras cercanas, irónicas y empoderadoras. Y parece que hay bastante interés: “Les filles, les meufs” tuvo el mejor estreno semanal en Spotify Francia de su semana de lanzamiento, acumulando más de 136.000 reproducciones en 24 horas, un logro notable para una artista novel.

¿Y esto., dónde lo he oído yo?

El impacto de Les filles, les meufs ha trascendido las plataformas musicales tradicionales para convertirse en un fenómeno viral en redes sociales. Antes incluso de lanzar la canción completa, Marguerite notó el entusiasmo del público en internet: compartió un fragmento del estribillo en TikTok a modo de adelanto, y aquel breve clip superó el millón de visualizaciones rápidamente. Este recibimiento temprano confirmó que la canción tenía un gancho especial y animó a Marguerite a publicarla oficialmente. Pero el verdadero boom vino después: una vez estrenada, Les filles, les meufs prendió como la pólvora en TikTok, especialmente dentro de la comunidad LGBTQ+ francófona, como no puede ser de otra manera.

@fannysalvat

Moi je préfère ma meuf @Jessica ERRERO 😍 @marguerite banger 😍 🏳️‍🌈

♬ les filles, les meufs – marguerite
@margueritecommelafleur__

il voulait mon snap j’aurais du lui donner mon Spotify lol

♬ les filles, les meufs – marguerite
@2mamansplusdamour

Aaahhhh les femmes 😍 ( ma femme 🤫 lol toujours pas ) @2mamansplusdamouroff #lesfemmes#amour#lgbt

♬ les filles, les meufs – marguerite

En cuestión de días, el tema se volvió trend entre parejas sáficas en TikTok. La dinámica de los videos suele ser la siguiente: mientras suena el ya icónico estribillo “Moi je préfère les filles, les femmes, les meufs”, las usuarias muestran fotos o vídeos con sus novias, esposas o parejas femeninas, celebrando visiblemente su amor. Cientos de videos replicaron este formato, inundando la red de historias románticas y cotidianas de parejas lésbicas al son de la voz de Marguerite. Los hashtags como #lesfilleslesmeufs, #wlw (“women loving women”) o simplemente #LGBT acompañan muchos de estos clips, dejando claro el sentido de comunidad detrás del trend. Algunos ejemplos van desde montajes conmovedores de momentos en pareja, hasta contenido humorístico. En conjunto, estos videos han acumulado millones de visualizaciones y reacciones, demostrando el amplio alcance de la canción más allá de su audiencia original.

Las croquetillas francesas han abrazado Les filles, les meufs como algo más que una canción pegajosa: para muchas personas representa un símbolo de visibilidad y celebración. Ver en TikTok a tantas parejas de chicas usando este audio para expresarse libremente ha convertido la plataforma en un espacio de sororidad y orgullo, impulsado por la música de Marguerite. En un momento donde la representación importa, esta canción ha logrado conectar con toda una generación de jóvenes queer que la han hecho suya.

@simonemedia

Grâce à la musique de @marguerite « les filles, les meufs » un flot d’amour envahit TikTok ! Vive les meufs 🫶🔥 __ @La meuf là ✨ @2mamansplusdamour @Rachoca @sallytm @ITS EM @mat’ @GIOIA ☆ _ Crédits clip : Columbia / Sony Music

♬ son original – Simone Media

Marguerite (“Star Academy”) dévoile “Les filles, les meufs”, son premier single

Margaret Qualley, Aubrey Plaza y una detective lesbiana en’Honey Don’t!’, nuestro nuevo plan de vida

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A ver, croquetillas del universo, agarraos fuerte a lo que tengáis más cerca (la taza de café, el cojín, la esperanza en la humanidad), porque lo que se viene, como ya te contamos hace meses aunque NADIE nos hizo caso, es jugoso, divertido y, lo más importante, CROQUETA. Y no croqueta de sutil, de “ay, hay química”, no. Croqueta de lesbiana detective en el papel protagonista, croqueta de Margaret Qualley y Aubrey Plaza compartiendo pantalla, croqueta de “esto lo han escrito sabiendo que nos íbamos a volver locas”.

Sí, hablamos de Honey Don’t!, la nueva comedia negra de Ethan Coen y Tricia Cooke, ese dúo dinámico que ya nos regaló Drive-Away Dolls (aún nos estamos reponiendo). Esta es la segunda parte de lo que han descrito como una trilogía de B-movies lésbicas, así que como ya es tradición aún no se ha estrenado la segunda parte y ya estamos esperando la tercera.

La protagonista de esta fantasía se llama Honey O’Donahue y será interpretada por Margaret Qualley, quien lleva unos años demostrándonos que no sólo es un torbellino de talento, sino que además tiene ese magnetismo rarísimo que hace que no puedas dejar de mirarla. Honey es una detective privada que se ve envuelta en una investigación de lo más turbia: una iglesia sospechosa, un líder carismático (interpretado por Chris Evans, sí, el Capitán América metido a gurú sospechoso) y, cómo no, una “mujer misteriosa” encarnada por Aubrey Plaza.

Que a ver, vamos a hablar de Aubrey Plaza. No hay nadie en este planeta Tierra que interprete mejor a una mujer inquietante, elegante, con una sexualidad ambigua y un pasado lleno de secretos. Que nos pongan a Qualley y a Plaza cara a cara en una película con tensión croqueta… francamente, deberíamos estar pagando una cuota mensual más alta que la de Atres Jugador solo por ese privilegio.

Y no nos olvidemos del resto del reparto, que incluye a Charlie Day, Billy Eichner y Gabby Beans. Dirige Ethan Coen, monta Tricia Cooke, y en la música está Carter Burwell, que ha puesto banda sonora a algunas de las pelis más icónicas de los Coen. Vamos, que el combo está servido y huele a clásico instantáneo.

La película se describe como una mezcla sensual y descarada de The Long Goodbye con Fat City, ambientada en la Bakersfield contemporánea, y ya se ha ganado su hueco en la sección Midnight Screenings del Festival de Cannes, donde se estrenará este mayo. El estreno en cines en EE. UU. será el 22 de agosto, así que ya podéis ir avisando a las amigas porque todo pinta a que el VOD caerá pronto

El título, por cierto, viene de la canción Honey Don’t, en la versión de Wanda Jackson, que ya nos mete en el mood de rockabilly subversivo que parece que va a tener toda la peli.

En resumen: detective croqueta, sectas, Aubrey Plaza seduciendo con la mirada y Margaret Qualley repartiendo carisma. ¿Nosotras? Ya estamos en la cola del cine con una birra en la mano y el corazón listo para romperse (o derretirse, ya veremos).

‘Más que amigas’, el libro que nos tendió una mano cuando más lo necesitábamos

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En un mundo perfecto, todas creceríamos viendo pelis donde la chica se enamora de otra chica, las madres te preguntan si tu crush del instituto ya te ha escrito, y los libros de texto hablan de la historia LGTB+ como algo que existe (¡sorpresa!). Pero como el mundo no es perfecto, hubo una época —no tan lejana, de verdad— en la que ser lesbiana o bisexual en España era como jugar una partida sin mapa, sin brújula y con el GPS gritando “recalculando ruta” cada dos minutos.

Y en esa oscuridad, apareció Más que amigas de Jennifer Quiles. Publicado en 2002, cuando internet iba a pedales y todavía nos bajábamos los discos del emule y el kazaa, este libro fue una absoluta revolución. Imagínate esto: una mujer bisexual, visible, sin miedo, escribiendo un manual de autoayuda para mujeres que aman a otras mujeres. ¡En pleno principio de siglo! Eso es heroísmo sáfico del bueno, querida.

Jennifer Quiles no solo escribió un libro. Escribió el libro. El que muchas habríamos querido encontrar a los 15, el que nos habría ahorrado muchas lágrimas, armarios y líos innecesarios. Más que amigas fue el primero en poner negro sobre blanco todas esas preguntas que te carcomen cuando descubres que tu brújula amorosa no apunta hacia el mismo norte que el de tus amigas hetero. Y lo hizo sin dramas, sin juzgar, sin cargar con culpa. Lo hizo con amor. Con humor. Y con una claridad que ya querrían otros manuales especializados.

La portada de la primera edición, la que tenía yo

¿De qué va? Pues de lo que necesitábamos oír entonces y seguimos necesitando ahora: cómo aceptar tu identidad, cómo salir del armario (y no perder la cabeza en el proceso), cómo sobrevivir a tus primeras relaciones sin lanzarte a los brazos de la ex de tu ex, cómo lidiar con el “pero si nunca has estado con un hombre, ¿cómo lo sabes?” y otras frases para imprimir y quemar. Habla de cómo encontrar referentes, cómo crear tu comunidad, cómo enfrentarte al rechazo (que a veces viene desde muy cerca) y cómo quererte un poquito más cada día.

Y lo mejor es que no ha envejecido mal, pero nada mal. A pesar de que algunas cosas han cambiado, gracias al activismo, al feminismo, a las redes y a las lesbianas que nunca se callaron, Más que amigas sigue siendo súper necesario. Porque la lesbofobia sigue ahí, en forma de comentario disfrazado de broma. Porque aún hay adolescentes encerradas en su cuarto llorando sin saber qué les pasa. Porque aún hay mujeres adultas que descubren que, sí, están enamoradas de su mejor amiga y no saben qué hacer con eso.

Jennifer Quiles, con su pluma afilada pero amorosa, nos tendió una mano y nos dijo: “tranquila, no estás sola”. Y ese gesto, ese libro, vale oro. Porque lo que no se nombra, no existe. Y Más que amigas nos nombró a todas. Nos dio espacio. Nos dio voz. Nos abrazó cuando más lo necesitábamos.

Así que si estás leyendo esto y aún no te has lanzado a por él, hazte un favor: búscalo. Léelo. Regálaselo a tu yo del pasado. A tu amiga que no se atreve a decirlo en voz alta. A tu madre que quiere entenderte. A ti misma, si aún hay rincones por explorar. Porque hay libros que son como una linterna en mitad de la noche. Y Más que amigas sigue brillando.

Los 10 libros lésbicos más vendidos de la historia (y por qué deberías leerlos otra vez)

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Si algo nos ha enseñado la literatura es que el amor entre mujeres no es una moda ni una tendencia: es una constante. Desde las cartas de Safo hasta las novelas que devoramos en Kindle bajo la manta, el universo literario lésbico ha estado ahí, abriéndose paso a codazos en estanterías donde antes solo había sitio para los mismos dramas heterosexuales de siempre. Y contra todo pronóstico (o quizás precisamente por eso), estos libros no solo han sobrevivido: han arrasado en ventas.

Aquí tienes una lista con los 10 libros lésbicos más vendidos de la historia. Puede que los conozcas. Puede que los tengas. Puede incluso que te los hayas leído tres veces. Pero seguro que al verlos juntos en esta lista, vas a querer volver a empezar desde el principio.

1. Carol, de Patricia Highsmith (publicado originalmente como The Price of Salt)
La historia que hizo que miles de mujeres se dieran cuenta de que el amor entre mujeres también podía acabar bien. Therese, Carol, un guante olvidado y un viaje en coche que es básicamente la hoja de ruta de muchas relaciones lésbicas: fascinación, drama, motel y final incierto. Íntimo, elegante y peligrosamente adictivo.

2. Oranges Are Not the Only Fruit, de Jeanette Winterson
Cuando la religión y la homosexualidad chocan, el resultado puede ser devastador. O brillante. Winterson escribió esta semiautobiografía ácida y tierna a la vez, con una protagonista que va descubriendo su lesbianismo entre sermones y represión. Un clásico que se ha leído en secreto y en alto desde los años 80.

3. Fingersmith, de Sarah Waters
Sexo victoriano, crimen, traición y deseo. Sarah Waters dijo “¿qué pasaría si Dickens fuera lesbiana?” y el resultado fue esta joya. Si no lo has leído, deja lo que estés haciendo. Si ya lo leíste, sabes que merece una segunda vuelta. Y una tercera.

4. Stone Butch Blues, de Leslie Feinberg
Más que una novela: un testimonio, una cicatriz compartida. Jess Goldberg navega el género, la clase y el rechazo con una honestidad que no pide permiso. Fue el libro de cabecera de muchas activistas queer de los 90 y sigue siendo una lectura imprescindible para entender de dónde venimos.

5. The Miseducation of Cameron Post, de Emily M. Danforth
Sí, hubo película. Pero el libro tiene todo lo que el film se dejó por el camino: matices, profundidad y un coming-of-age que no necesita artificios. La adolescencia queer contada sin filtros, con el tono agrio-dulce que solo quienes han estado ahí saben reconocer.

6. Tipping the Velvet, de Sarah Waters
Sí, otra vez Sarah Waters, pero es que esta mujer entendió el assignment como nadie. Travestismo, deseo, teatro de variedades y relaciones tóxicas que se parecen sospechosamente a la que tú también tuviste con esa actriz amateur. Es un festín.

7. Rubyfruit Jungle, de Rita Mae Brown
Antes de que existieran las etiquetas, Rita Mae Brown ya estaba escribiendo sobre mujeres que no pedían disculpas por desear a otras mujeres. Molly Bolt es una protagonista con más agallas que muchas heroínas del siglo XXI. Pionero, irreverente y todavía vigente.

8. Annie on My Mind, de Nancy Garden
Este libro fue prohibido en bibliotecas. También fue el primero que muchas adolescentes leyeron a escondidas bajo la sábana. Annie y Liza viven un amor adolescente que, para variar, no termina en tragedia. A veces, eso es todo lo que se necesita para cambiar vidas.

9. The Color Purple, de Alice Walker
Puede que no lo cataloguen como “literatura lésbica” en todos los lados, pero la historia de Celie y Shug es, sin duda, una historia de amor entre mujeres. Una historia que nace en el dolor y florece en la ternura. Leerlo es como abrir una herida para que finalmente cicatrice.

10. Juliet Takes a Breath, de Gabby Rivera
Moderna, racializada, queer y con una protagonista que busca respuestas fuera del feminismo blanco cis. Gabby Rivera escribió el libro que muchas habríamos necesitado leer a los diecisiete. Juliet no tiene miedo de cuestionar todo, empezando por sí misma.

La mayoría de estos libros no solo han vendido miles (o millones) de copias: han cambiado vidas. No siempre por lo que dicen, sino por lo que hacen sentir. Porque verte reflejada, aunque sea en un personaje de ficción, a veces es la única forma de entender que no estás sola. ¿Has leído todos? ¿Te falta alguno? Ya tienes excusa para ir a la librería. O al menos para volver a caer en tu saga favorita. Por cuarta vez.

Kristen Stewart y Dylan Meyer: una boda íntima y con sabor a margarita

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El pasado domingo 20 de abril de 2025, Kristen Stewart y Dylan Meyer se dieron el “sí, quiero” en una ceremonia que fue todo lo que esperábamos de ellas: íntima, sin pretensiones y absolutamente encantadora. Lejos de los fastos hollywoodienses, la pareja eligió Casita Del Campo, su restaurante mexicano favorito en Los Ángeles, como escenario para su boda. Este lugar, conocido por su ambiente acogedor y margaritas legendarias, cerró sus puertas al público para acoger a unas 170 personas entre familiares y amistades cercanas.

La elección del lugar no fue casualidad. Stewart y Meyer, quienes comenzaron su relación en 2019 y se comprometieron en 2021, siempre han apostado por la autenticidad y la sencillez. Ambas lucieron atuendos que reflejaban su estilo relajado: Kristen optó por una minifalda gris con un cárdigan a juego y camiseta blanca, mientras que Dylan eligió un vestido corto de seda color crema con detalles negros.

La ceremonia estuvo llena de detalles personales y toques únicos. El oficiante sorprendió a los presentes con objetos simbólicos como tiritas, un reloj y una taza, añadiendo un aire lúdico y significativo al evento. La fiesta continuó hasta pasada la medianoche, con música de dos DJs y una selección de sushi, reflejando el ambiente distendido y festivo que la pareja buscaba para este momento. Entre los asistentes destacados se encontraban la actriz Ashley Benson y su esposo Brandon Davis, quienes compartieron la alegría del momento con las recién casadas.

Esta boda no solo celebra la unión de dos personas, sino que también representa un acto de visibilidad y reivindicación en una industria que aún lucha con la representación plena de la diversidad. Kristen Stewart, quien ha hablado abiertamente sobre su bisexualidad y las presiones de ocultar su identidad en Hollywood, continúa siendo una figura a seguir para la comunidad LGBTQ+.

En un mundo donde las bodas suelen estar cargadas de expectativas y convencionalismos, Kristen y Dylan nos recuerdan que lo más importante es celebrar el amor de la manera que más auténticamente nos represente. Y si eso incluye margaritas, sushi y una pista de baile improvisada, mejor aún.

¡Vivan las novias!

Vía: Divinity

Zoa, la magic wand 2 en 1 de Shunga

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Cuenta la leyenda que, en la dinastía Edo, existía una geisha llamada Zoa que se saltó a la fama por un ritual íntimo llamado Mimikaki. Con la cabeza del cliente descansando en su regazo, Zoa tomaba un kanzashi (los adornos que llevaban en el pelo las geishas) y empezaba a acariciarle alrededor de la oreja. Se dice que esta técnica estimulaba la imaginación de los clientes hasta tal punto que se rendían por completo a las fantasías de su imaginación. Este ritual se extendió por todo el imperio y, todavía hoy, se sigue practicando.

Desde luego, Zoa diseñó un ritual muy efectivo, porque las orejas tienen muchas terminaciones nerviosas, por eso son tan sensibles al tacto, a los susurros o a los besos suaves. La destreza de esta geisha inspiró el juguete del que quiero hablarte hoy, con el mismo nombre que nuestra protagonista.

Zoa forma parte de la colección de masajeadores íntimos de Shunga, una marca canadiense que se caracteriza por utilizar una estética inspirada en el arte shunga, es decir, pinturas eróticas japonesas. Inicialmente, Shunga fabricaba y comercializaba productos de cosmética erótica, pero desde hace unos años han incorporado una línea de juguetería erótica.

Y si sus productos de cosmética estaban diseñados con el mismo mimo que el arte shunga, los juguetes no podían ser menos. El año pasado te hablé de Obi, un masajeador externo, y es que cada producto tiene un diseño especial inspirado en este arte japonés. De hecho, cada uno de ellos tiene una textura única en la superficie. En el caso de Zoa es esta cruz lobulada.

Además, cada juguete está pensado para ofrecer un tipo de estimulación distinta. Si Obi era perfecto para complacernos de forma externa, Zoa nos propone rendirnos al placer con su formato de magic wand 2 en 1. Por un lado, tiene un cabezal ancho que se adapta a la anatomía de la vulva para un rango de estimulación amplio y envolvente. Y, por el otro, el mango se puede utilizar como dildo o vibrador, por lo que podemos disfrutar de dos juguetes diferentes en uno solo.

Zoa tiene varios detalles que lo hacen distinto de cualquier otro juguete que hayamos podido experimentar. A diferencia de las magic wand habituales, tiene una forma mucho más curva y un cabezal más redondeado. Estas dos características hacen del juguete una versión más ergonómica respecto a las clásicas magic wand, tanto para sostenerla con más amplitud como para conseguir una estimulación más cómoda con el cabezal. Además, la punta es ligeramente flexible (se puede doblar unos 15 grados a cada lado), lo cual nos permite jugar con el ángulo y la presión.

En cuanto al material, Zoa está fabricado en silicona hipoalergénica y tiene un acabado suave y agradable al tacto. Su diseño es único y elegante, tanto en el cabezal como en el mango o la parte central del juguete, donde se ubica la interfaz bajo un anillo dorado con la insignia de la marca.

Como te comentaba más arriba, Zoa es un juguete 2 en 1 que nos permite estimularnos de forma externa con el cabezal o interna con el mango, que imita la forma de un dildo o vibrador para la zona G. A pesar de la gran ventaja que supone combinar ambos juguetes, hay dos detalles a tener en cuenta. El primero es que Zoa tiene un solo motor ubicado en el cabezal, por lo que la vibración que llega al extremo interno es residual. Como vibrador para la zona G tal vez se nos quede corto en potencial. Y el segundo, que al utilizar el mango para sostener el juguete, esas vibraciones residuales que se extienden por el mango pueden resultar molestas después de un rato de uso.

Es por ello que debes tener en cuenta el uso que le darías a este juguete: si tan solo buscas una magic wand tal vez prefieras un juguete que concentre las vibraciones en el cabezal, y si solo quieres un vibrador externo necesites algo más de potencia. Precisamente, lo que hace diferente a Zoa es su versatilidad, por lo que es ideal para ti si quieres disfrutar ambas funciones: estimulación externa e interna.

En mi experiencia, Zoa es todo un acierto en cuanto a diseño, tanto del cabezal como del propio mango curvo. Me ha resultado un juguete ligero y muy cómodo de utilizar como magic wand y agradable también como vibrador para la zona G, aunque las vibraciones son suaves y lo he utilizado más bien como dildo. Con 12,5 cm insertables, ofrece una penetración firme y profunda que resulta más sensorial por la textura que envuelve el mango.

A pesar de que los juguetes de este tipo son conocidos por su potencial para la masturbación en solitario, se pueden utilizar en pareja. Por ejemplo, para disfrutar de masajes eróticos mutuos donde el cabezal va explorando zonas tensas y zonas erógenas, pero también es ideal para masturbar a tu pareja mientras te está haciendo sexo oral. La longitud y la curvatura del mango permiten darle este uso tan excitante.

Toda magic wand debe ser muy potente para poder llamarse así, y Zoa está a la altura. Tiene un motor fuerte, discreto y un rango de 5 intensidades: 20 %, 40 %, 60 %, 80 % y 100 %. Y, además, ofrece 10 modos de vibración distintos que nos permiten explorar y experimentar el placer de diferentes maneras.

Podemos disfrutar de cada modo con la intensidad que nos apetezca gracias a la interfaz de tres botones estratégicamente ubicada. Es fácil de manejar durante el uso y nos permite ir cambiando de modo pulsando el botón de encendido y bajando o subiendo la intensidad con – y +. Para encenderlo y apagarlo basta con pulsar 3 segundos el botón de encendido. He echado en falta aprovechar el cuarto orificio del diseño (donde hay un botón no funcional) para un botón que facilitara volver al modo anterior.

De Zoa también me ha encantado una peculiaridad que comparte con Obi: el indicador de luz. En el aro dorado hay una pequeña luz que, según el modo, se ilumina de un color u otro. Esta funcionalidad nos ayuda a dar con nuestro modo favorito de forma más sencilla. Asimismo, el indicador nos informa sobre el estado de la carga: mientras se está cargando parpadea y, cuando está listo para usarse, la luz permanece fija.

Zoa es un juguete resistente al agua y recargable, hay que insertar la clavija en uno de los laterales y conectar el cargador a la corriente. Requiere unas dos horas y media de carga para entre una hora (máxima potencia) y tres horas (mínima potencia) de uso. Para evitar imprevistos durante los traslados, cuenta con modo bloqueo (pulsando 8 segundos el botón de encendido).

La historia de la geisha Zoa impregna el packaging del producto: desde una ilustración con su figura hasta la textura que también vemos en el juguete. Zoa está presentado en un estuche con imán y detalles dorados, elegante y exclusivo. En la caja se incluye el cargador, el manual de uso, la garantía de un año y una bolsita de tela para guardarlo o transportarlo. En cuanto a los colores, este juguete está disponible en rosa, negro y frambuesa.

En definitiva: Zoa es un juguete ideal si buscas versatilidad y quieres experimentar una estimulación externa potente y una penetración envolvente con posibilidades tanto en solitario como en pareja. Además, es perfecto para liberar las tensiones del día a día y estimular nuestro sistema nervioso de forma tan placentera como lo hacía la geisha Zoa en su poderoso ritual.

Lo que pasó, pasó (entre Teddy y Cass de ‘Anatomía de Grey’)

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No sé vosotras, pero en esta casa llevamos meses —¿años? ¿vidas pasadas?— esperando que a Grey’s Anatomy se le cayera la venda hetero de los ojos y nos diera lo que sabíamos que tenía en la despensa desde hacía tiempo: la tensión lésbica no resuelta entre Teddy Altman y la Dra. Cass Beckman. Y por fin, POR FIN, ha pasado.

En el episodio del 3 de abril, titulado “Don’t You (Forget About Me)”, se nos regaló un momentazo que nosotras ya habíamos coreografiado en nuestras mentes desde que Cass (Sophia Bush, reina siempre) apareció por primera vez en ese hospital a repartir trauma y miradas intensas. Desde la primera escena juntas, el subtexto era más evidente que que no vamos a poder dejar de ver jamás esta serie.

Pues bien, no fue subtexto esta vez. Fue TEXTO. Fue beso. Fue cama. Fue ‘¿nos saltamos esta charla médica random y nos vamos a la habitación del hotel a hacer lo que el fandom pide?’. Y nosotras, desde casa, gritamos un poco.

Teddy (Kim Raver), que ya sabemos que lleva una temporadita perdida entre decisiones de vida, cirugía y un matrimonio que ni fu ni fa, se dejó llevar por la energía poderosa de Cass. ¿Y quién no lo haría? Cass es segura, divertida, y tiene ese punto de ‘sé exactamente lo que hago con mis manos’. En fin, que la tensión llegó a su punto máximo y pasaron cosas. Cuerpos. Ropa en el suelo. Una cama. Todo lo que esperábamos.

Pero, claro, esto es Grey’s Anatomy, y no todo iba a ser mariposas y flirteo sexy. Justo cuando el momento alcanzaba la temperatura adecuada, Teddy se congeló. Se bajó del tren lésbico antes de llegar a la estación, y entre lágrimas (de ella, de nosotras, de todas), confesó que aunque su matrimonio con Owen está en modo “abierto”, no se siente bien consigo misma. Que esto no es la solución. Que abrir la relación era la tirita para una herida profunda.

Cass, que no solo es guapa sino además empática, lo entendió y le dio el espacio. La conversación fue madura, honesta, una masterclass de consentimiento y autocuidado emocional, y aún así nos rompió un poquito el corazón porque, sinceramente, queríamos más.

Fuera de cámaras, Kim Raver contó que ella misma dirigió el episodio y que trabajaron con una coordinadora de intimidad para que la escena fuera tan real como respetuosa. Y se notó: fue sexy sin caer en el cliché, fue vulnerable, fue cruda y cálida a la vez. Fue, en resumen, lo que tantas veces echamos de menos en la representación sáfica en la tele.

¿Y ahora qué? ¿Volveremos a ver a Cass y Teddy juntas? ¿Tendremos segunda ronda, esta vez con menos culpa y más deseo? ¿Abrirán el matrimonio y el corazón al mismo tiempo? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que, pase lo que pase, este momentazo lésbico ya es canon y NADIE nos lo quita.

Gracias, Grey’s, por darnos este regalo. Y a ti, Teddy Altman, solo te decimos: te estaremos vigilando.