Ask the passengers no inventa nada ni dice nada nuevo. Una ciudad pequeña con habitantes con mentes todavía más pequeñas en las que una chica se enamora de otra y el mundo parece acabarse. Es una historia que ya hemos visto, oído y leído muchas veces con diferentes variantes, pero no como esta. A. S. King hace un retrato muy original de una chica tratando de aceptarse tal y como es en una sociedad a la que le cuesta hacerlo. Mezclado con pequeñas dosis de realismo mágico, la historia destaca sobre las demás.
“I am equal to a baby and to a hundred year old lady. I am equal to an airline pilot and a car mechanic. I am equal to you. You are equal to me. It’s that universal. Except that it’s not.”
Astrid Jones es nuestra chica. Una chica normal y corriente que va a un instituto normal y corriente, Unity Valley High School, y a la que le gusta ver aviones pasar. Ella y su familia dejaron Nueva York hacía años en busca de un cambio de vida que no salió tal y como esperaban y que cada uno sobrelleva como puede. Astrid tiene dos mejores amigos, Justin y Kristina, nominados a Reyes del baile del instituto por ser la pareja de moda, aunque, en realidad, Justin tiene novio y Kristina, novia. También tiene una Dee en su vida, una chica que conoce del trabajo y que le empieza a hacer tilín de una manera que nadie antes se lo había hecho antes. Eso le lleva a replantearse cosas y, aunque no sabe si es lesbiana o no, sabe lo mucho que le gusta Dee.
Con Ask the passengers, King, a través de los ojos de Astrid, muestra los problemas propios de la croqueta adolescente, el cuestionamiento de la sexualidad, aceptarse a uno mismo, cómo y cuándo salir del armario, y la confrontación con lo que los demás esperan. Y busca que nos liberemos de las etiquetas que nos impone la sociedad y dejemos de preocuarnos de lo que puedan decir de nosotros.
“I’m not questioning *my* sexuality as much as I’m questioning the strict definitions and boxes of all *sexualities* and why we care so much about other people’s intimate business.”