Hace unos días se celebró el Día internacional de la Memoria Trans, una fecha que sirve para honrar las vidas de todos aquellos que murieron en actos de odio contra esta comunidad. Con motivo de este día, el autor Jess T. Dugan ha lanzado el proyecto To survive on this shore, en el que lleva trabajando desde 2012, y con el que pretende dar voz a todos los miembros de más edad de esta comunidad, para que todo el mundo escuche su historia.
“A veces, la transición de una persona significa el fin de una relación y en algunos casos de toda la vida que habían construido, y eso puede ser realmente doloroso, pero también increíblemente liberador, y creo que hay algo así como un momento de euforia viniendo a ti”, cuenta el autor.
Grace, de Boston, 56 años: Todavía me veo a mi misma en un viaje. Cuando recibí un premio hace unos años dije en una conferencia: En los 60 me llamaban ‘mariquita’. En los 70 me llamaban ‘maricón’. En los 80 era una reina, o me llamaban reina. En los 90 era transgénero. En los 2000 era una mujer. Y ahora soy solamente Grace.
Bobbi, de Detroit, 83 años: Creo que la gente habla en esos términos, ¿verdad? Antes de la transición y después. Pero para mi es realmente un desarrollo. Siento que es una cosa muy remarcable que me ha pasado como persona. Estoy orgullosa de ambas vidas. Estoy orgullosa de mis dos yoes, si ves lo que estoy diciendo. Tú no puedes convertirte en mujer con un cuchillo, o una pildora, o nada así. Lleva toda una combinación, una secuencia, una formación.
Chris, de Boston, 52 años: Siento que siempre he sido castigado por mi masculinidad cuando fui designada como mujer, por los heteros y por las lesbianas. No era la clase de mujer que una mujer o un hombre quisiera tener alrededor. Daba mucho miedo, y la gente no sabía qué hacer conmigo. Asi que, a grandes rasgos, mi transición ha sido como un nirvana para alinear las cosas conmigo y para que el mundo me trate bien mientras estoy alienado, y ha sido asombroso.
Charley, Virginia, 53 años: Siendo un hombre (aunque no mucho porque soy negro, pero soy un hombre), creía que iba atener mejores trabajos por eso. Porque no me tengo que sentar en una mesa con alguien que me está entrevistando siendo yo una lesbiana muy masculina, y ellos teniendo que imaginarse “ok, ¿es un hombre? ¿Es una mujer? ¿Queremos que esta persona con este interrogante trabaje para nosotros?”
Renee, de Chicago, 68 años: Mi esposa me ha apoyado mucho, y eso ayuda inmensamente. Quiero decir que no hay muchas esposas que se queden con sus maridos que transicionen a mujer, y aún así ella me ha animado a que investigara quien soy y qué soy. E incluso años atrás cuando salí del armario con ella, ninguna de las dos sabía lo que era, quién era. Podría haber sido el final de nuestro matrimonio.
Estas, y muchas más historias, puedes verlas en la web del autor.