Helena Bonham Carter, Anne Hathaway, Rihanna, Mindi Kaling, Sandra Bullock, Cate Blanchett, Awkwafina y más que probablemente Sarah Paulson y Elizabeth Banks son las protagonistas de, big surprise, el spinoff de una de las franquicias más exitosas del cine de los últimos tiempos, la que comenzó con Ocean’s eleven, siguió con Ocean’s twelve, y Thirteen, y que volverá con Ocean’s eight. Como dato curioso, decir que la saga de los dosmiles ya era un remake de una película de los años sesenta y funcionó requetebien.
La película, dirigida por Gary Ross (The hunger games) se está rodando as we speak, y es una gran noticia que podamos ver escenas del rodaje porque no sabemos nada del argumento. NADA. Así que podemos dejar volar nuestra imaginación e imaginar qué veremos en junio de 2018, fecha del estreno de la película.
Hace unos días se celebró el primer Día de las escritoras y que coincidirá, a partir de ahora, con el primer lunes después del 15 de octubre. La idea ha sido acogida en su mayoría con mucho entusiasmo, pero no han faltado voces que han puesto en duda que iniciativas como estas sigan siendo necesarias porque el machismo en la literatura es algo de otro tiempo.
Entonces, ¿hay machismo en la literatura? Hay machismo en la literatura.
A día de hoy ya no se trata tanto de discriminación a la hora de acceder al mercado editorial (aunque un poco sí y un poco más también según de qué género estemos hablando), sino más bien qué obras deciden cubrir de gloria y las que son relegadas a morirse del asco en un sótano porque no se consideran dignas de ningún honor. Los que mueven el cotarro y los todopoderosos críticos, literatos y académicos más reputados siguen siendo en su mayor medida hombres que se esfuerzan fuertecito por preservar el hábitat existente. Ese en el que una obra firmada por un hombre desprende cierto aura de valía y respetabilidad innata de la que no goza una escrita por un mujer. Y, si además esta tiene el descaro de que sus protagonistas sean féminas preocupadas por los problemas propios de su sexo, apaga y vámonos. Eso son “cosas de chicas”. Una pérdida de tiempo. No interesa.
Esto tiene sus consecuencias en los galardones, por ejemplo, donde son ellos los que siguen ganando de calle, en los libros de texto y materiales didáctios, que siguen siendo un campo de nabos, y en los medios de comunicación, donde son ellos los que tienen más exposición, más tiempo, más espacio, más todo. A su vez, esto se refleja en los lectores. En general, tienen más posibilidades de acercarse a un escritor que a una escritora. A él lo conocen, le viene recomendado, han leído sobre él el otro día en el periódico. A ellas hay que buscarlas. Escarbar entre las baldas. Hay que arriesgarse porque igual nunca has oído hablar de ella.
Es por eso que días como este pasado 17 de octubre son importantes. A las escritoras hay que visiblizarlas y reinvindicarlas. Están ahí y no valen menos que nadie, pero necesitan de nuestro empujón.
Se ha hecho esperar, pero por fin podemos disfrutar de la vuelta de Black Mirror, una de las series más estimulantes e inteligentes de la televisión. Las historias de la serie siempre tienen como hilo conductor la complicada relación con la tecnología que tenemos… o podremos tener. Porque muchos de los episodios están situados temporalmente en algún punto del futuro próximo, un futuro que, a veces, deseamos que se parezca lo menos posible a lo que nos cuenta Charlie Brooker, porque son tiempos oscuros y desesperantes, con finales aterradores. Pero no es este el caso de San Junipero, un episodio que ha dejado a todo el mundo encantado, y no es para menos.
Sur de California, 1986. Yorkie (una increiblemente guapa Mackenzie Davis) sale de fiesta un sábado noche. Entre temazo y arcade, conoce a Kelly (Gugu Mbatha-Raw), y hay algo en ella que la fascina. Para quitarse de encima a un tipo con el que pasó una noche, Kelly se sienta con Yorkie, y se inventan la excusa de que a esta le quedan seis meses de vida. Cinco, de hecho. Las dos comienzan a hablar, y ahí sabemos que Yorkie solamente está de paso por San Junipero, es una turista que ha venido a pasarlo bien, y terminan bailando con Kelly en la pista de baile hasta que, cuando las cosas pasan a ser un flirteo descarado, Yorkie huye.
¿Es posible que estemos viendo una historia de amor normal en Black Mirror? ¿Por qué nos cuentan el encuentro de estas dos? Poco a poco nos van desvelando pequeños detalles que nos hacen pensar que algo no va bien. Primero, hay muchas referencias a la muerte. Demasiadas. La obsesión con la madrugada tampoco parece muy razonable. ¿Qué está pasando en San Junipero?
Bajo la lluvia, esa que nunca pasa en el Sur de California (¿otro guiño a que algo no es lo que parece?), Kelly muestra todas sus cartas:
—¿Te quieres acostar conmigo? Podemos llegar a mi casa en un momento.
— Nunca he hecho algo así.
Pero Yorkie está prometida, y no lo hace. A la semana siguiente, Yorkie vuelve al mismo bar, con la esperanza de volver a verla. Y así es. Después de verla ligar con un chico, sigue a Kelly al baño, y esta vez sí que la acompaña a casa. ¿Es esta una de las escenas de amor más chulas de las que hemos visto en tv? Pues yo voto que sí: es sensual, es sutil, y nos deja una sensación de triunfo que, pues oye, nos gusta.
Pero dan las doce.
Llega la semana siguiente, y Yorkie está probándose una serie de modelitos estereotípicamente ochenteros. En serio, algo no va bien. Es como si estuviera esforzándose mucho en ser de los ochenta. Busca en un bar, busca en otro, pero nada. Hasta que se encuentra al tipo del que huía Kelly.
Búscala en otra época. Estuvo aquí en los ochenta, los noventa, y una vez en 2002
San Junipero es artificial. No son los ochenta, ni los noventa: es un pueblito diseñado para el placer, un espacio en el que salir y pasarlo bien. Un lugar en el que todo está bien, nada duele, y el hedonismo es el medio y el fin. A partir de ahí, Yorki va buscando a Kelly por todas las épocas. Una vez por semana, viaja hasta la década correspondiente, con la esperanza de encontrarla.
Finalmente, lo hace en los dosmiles. Discuten. Yorkie se va, disgustada, y se sienta en una azotea. Las dos mujeres mantienen una conversación honesta sobre lo que sienten, sobre los tiempos, y, una vez más, hay algo que no sabemos por donde coger.
No sé cuanto tiempo me queda aquí
Una de las cosas más chulas de este episodio es cómo el desarrollo de la historia es totalmente orgánico, y sabemos las cosas justo cuando debemos saberlas. Es justo en este momento cuando entendemos, más o menos, el porqué de tanta referencia a la muerte. Sabíamos que San Junipero era un lugar artificial, y tras esta conversación sabemos que es un sitio al que ir cuando se muere. Kelly le habla a Yorkie de su marido, de cómo él no quiso probar San Junipero, y desapareció tras su muerte. No hubo nada después. Todos son jóvenes y guapos porque no son ellos, son el recuerdo que tienen de ellos. Y eso queda más que patente en la siguiente escena, cuando la Kelly real, una anciana, va a conocer a la Yorkie real, otra anciana, y que además es tetrapléjica.
En el centro en el que está ingresada trabaja Greg, el prometido de Yorkie, quien le cuenta la historia de su vida: A los 21 años, Yorkie le contó a sus padres que era lesbiana. Tras una discusión muy fuerte, ésta cogió el coche y tuvo un accidente. A partir de ahí terminaron sus vivencias, y es por eso que San Junipero se va a convertir en el sitio al que vaya cuando muera.
El enlace con Greg es un mero trámite para facilitarle el proceso de acabar con su vida, y es entonces cuando Kelly, en un gesto de generosidad extrema, le propone que se case con ella. Así, al menos, habrá un vínculo emocional con la persona con la que contraiga matrimonio. Esta escena es una de las más lacrimógenas que he podido ver, porque es un mix de sentimientos que, al final, te deja con los ojos verdes de llorar.
Las dos, como no puede ser de otra manera, se reencuentran en San Junipero. Yorkie tiene la ilusión de pasar el resto de la eternidad con ella, en su casa de la playa, en el heaven on earth, pero Kelly tiene una decisión más que firme: cuando muera, no irá allí. Hará como su marido, y desaparecerá. Tienen una discusión, y Kelly termina cogiendo el coche y provocando un accidente. Pero en San Junipero no puedes morir, y cuando se levanta, ahí está Yorkie dándole la mano.
Pero dan las doce.
Kelly está preparada para morir, y así se lo hace saber a la asistente de su centro. Es entonces cuando empiezan a salir los títulos de crédito, y la sensación de que ese no puede ser el final. No puede ser. Pero sólo hay que tener paciencia y, al ritmo de Belinda Carlisle, vamos como las dos se dirigen a una eternidad juntas.
Esta temporada de Black Mirror (o, al menos, un par de episodios) tienen algo que no habíamos visto hasta ahora: un final –artificialmente— feliz. Kelly y Yorkie no son más que líneas de código en un mar de memorias virtuales que se relacionan con otros avatares como ellas. Pero, para ellas, eso es el cielo. Y es un cielo perfecto.
Podéis enviar los textos (preferiblemente que no incluyan ninguna imagen) a la dirección de correo que figura en el banner, con el asunto “La croqueta libre”. Los textos se leerán para escoger, pero no se editarán. Es decir, que si tu texto se ajusta a la temática de la web, lo publicaremos, pero sin corregir las posibles faltas. Los textos deben ir firmados con nombre o seudónimo.
En muchas ocasiones pienso lo fácil que sería que mi vida fuera igual que en las películas o series. Si así fuera, tendría mi pandilla de amigas lesbianas (la rompecorazones, la bisexual, la deportista y la parejita que está felizmente casada). Ellas me harían salir de fiesta, me llevarían a los bares de ambiente, me presentarían a sus ex y también a alguna que otra conocida que es muy “de mi tipo”, aunque ni yo misma sepa de qué tipo están hablando. Todo es maravilloso, antes de darme cuenta habré conocido a la mujer de mi vida, estaremos viviendo juntas a la segunda cita, en la tercera habremos adoptado dos gatos (Viv y Aster) y a la quinta estaremos prometidas. Oye, por lo visto las lesbianas somos así, a mi no me miréis…
Fácil, sencillo y para toda la familia. Siempre y cuando la peli o serie acabe ahí y no terminemos una de las dos (en el mejor de los casos) o las dos muertas,ya sea por una bala perdida, o un coche que nadie sabe muy bien porqué se salió de la carretera invadiendo por completo la acera y a sus inocentes viandantes.
Es una auténtica pena que en la vida real de muchísimas de nosotras las cosas sean tan diferentes a como nos las presentan. Es genial ver que es posible, que puedes estar camino al altar y de repente enamorarte de la florista que se ha encargado de tu ramo, es muy necesario que alguien me enseñe que puedo reencontrarme con aquella chica hetero que me tenía tan pillada cuando era una cría y me atreví a besar bajo una mesa montando un drama familiar para acabar casándome con ella, o que entre en un grupo de wiccanas y pueda descubrir que la magia de verdad existe al unir mi mano con la tuya, pero todavía hacen falta muchos otros tipos de historias.
Existe gente como yo, y probablemente como tu. Gente que no tiene en su ciudad bares de ambiente, que no tiene una pandilla de amigos gays, puede que incluso no tenga ninguna amiga lesbiana ni bisexual. Es una verdadera lástima que haya lugares en los que sea tan rematadamente difícil conocer a gente sin tener que recurrir a las redes sociales, a un ordenador o un teléfono.
Soy una chica normal que vive en una ciudad normal, y digo normal aunque para mi esa palabra solo sea el tipo de champú que compra la gente que le tiene miedo a lo que piensen los demás.
No tengo pareja, pero he tenido varias relaciones largas y ahora mismo no es porque no quiera, no es porque no esté intentando conocer gente nueva, simplemente es porque no es fácil cuando la probabilidad no juega de tu parte. Y esto lo dice una chica que nunca ha tenido una relación con una chica lesbiana antes, lo cual significa que no soy muy amiga de dejarme influenciar por las probabilidades.
A veces me gustaría que alguien contara mi verdad, la verdad de alguien que vive en una ciudad pequeña fuera de un armario que hace ya años que también se quedó pequeño, y por eso, he decidido contarla yo misma, porque estoy segura de que a alguien le hará bien leerla. Y que sepas, amiga, que no estás sola y que Esperanza es un bonito nombre de mujer.
Melissa Rosenbeger, productora ejecutiva de Jessica Jones y showrunner de la misma, lanzó la noticia el pasado fin de semana de que la segunda temporada de la serie estará dirigida integramente por mujeres. Se convertiría así en la segunda serie en hacer esto, precedida únicamente por Queen Sugar, la serie que produce Oprah Winfrey.
La showrunner propuso a Marvel incrementar el número de directoras para la segunda temporada, pero “alguien involucrado en el proceso” sugirió que por qué no hacer que todas fueran mujeres, y rápidamente adoptaron la idea. Marvel está haciendo un gran esfuerzo porque sus producciones cuenten con el mayor número de mujeres posible en puestos de responsabilidad: tanto es así que Captain Marvel estará dirigida por una mujer, aunque aún no sabemos quién.
La historia contada durante la primera temporada, en la que Jessica tenía que enfrentarse a su ex pareja, un sádico obsesionado con ella, resulta fácilmente extrapolable como vivencias de miles de mujeres en su vida diaria. Una visión femenina del asunto va a ser como un soplo de aire fresco, y va a resultar más que interesante ver cómo un personaje femenino tan fuerte como Jessica sigue las órdenes de una directora.
No hay fecha de estreno confirmada para la serie, que se supone que saldrá en algún momento de 2018, después de que Netflix estrene Iron Fist en 2017 y The Defenders. Tenemos muchas ganas de volver a ver a Jessica (y a Jeri Howgart, no lo podemos evitar)
Elizabeth Bishop es, para algunos, la mejor poeta de su tiempo. Ganadora de un Pulitzer en 1956 por su poemario Norte y Sur, llegó a Brasil 5 años antes, cuando tenía 40 años. Lo que no iba a ser más que una breve estancia de no más de dos semanas para visitar a una amiga suya, Mary Morse, se terminaría alargando 15 años. No entraba en los planes de Elizabeth enamorarse en tierras brasileñas y, mucho menos, de quien era la por entonces pareja de Morse, Lota Macedo Soares, pero las cosas pasan y no hay nada que se le pueda hacer para evitarlo.
Lota, arquitecta del Parque Flamingo, hoy Parque Brigadier Eduardo Gomes, en Río de Janeiro, y Elizabeth, vivirían un triángulo amoroso que derivaría en una larga e intensa relación. A Elizabeth no le terminaba de gustar del todo Sao Paulo, demasiado calor y demasiado ruido, pero Lota le construiría un pequeño estudio en el jardín de su casa para que pudiera trabajar más a gusto donde escribiría muchos de sus más famosos poemas. A su lado, Elizabeth terminaría viviendo los años más felices de su turbulenta vida y acabaría considerando Brasil como su verdadero hogar.
Licenciada en Vassar, la universidad femenina más prestigiosa de la época, fue allí donde comenzó a tener sus primeras relaciones con mujeres y a destacar por su poesía, apoyada siempre por Marianne Moore, una de sus principales inspiraciones. Heredera de Walt Whitman y Emily Dickinson, eran constantes los elogios por sus poemas, publicando su primer poemario, Norte y Sur, en 1946.
Elizabeth no volvería a pisar su país natal hasta finales de los 60. Su relación con Lota se encontraba en la cuerda floja culpa de la depresión de esta y su alcoholismo. Durante un viaje de Elizabeth a Seattle mantendría una aventura con otra mujer de la que Lota terminaría enterándose. Esto marcaría el principio del fin y Bishop haría las maletas para volver a los Estados Unidos. Una vez superada su depresión, Lota volvería a buscarla pero, a los escasos días de pisar suelo norteamericano, una sobredosis de tranquilizantes acabarían con su vida y le impedirían reencontrase con la mujer con la que compartió tantos años y recuerdos.
Esta intensa y complicada relación entre Elizabeth Bishop y Lota de Maceda Soares, dos mujeres emocional e intelectualmente complejas, ha sido retratada en dos libros, Flores raras y banalísimas y Cuanto más te debo. Ambos se centran en el mismo período de la vida de Elizabeth, sus años en Sudamérica, su interés y participación en la ajetreada vida política brasileña, que venía de estar en coma tras una dictadura de 30 años, y la truculenta y apasionada relación que mantuvo con Lota, pero se acercan a él de distinta forma.
Carmen L. Oliveira reconstruye en Flores raras y banalísimas esos años, de 1951 a 1967, manteniéndose lo más fiel a la realidad posible. Se ciñe a los datos y a la información para relatarnos, a modo de crónica y de manera muy precisa, cómo vivieron estas dos mujeres y qué significaron la una para la otra. Michael Sledge, en cambio, opta por la novelización y la creación de una obra de ficción a partir de la realidad. Impactado por el contenido de las cartas publicadas de Bishop e inspirado en sus poemas, se dio cuenta de que había material más que suficiente para una novela y se lanzó a escribir. Con Cuanto más te deboconsigue arrojar luz sobre la vida privada de una mujer muy tímida y reservada, de la que poco se supo hasta que, dejando a miles de kilómetros a la rígida sociedad norteamericana, conoció a Lota y mantuvieron abiertamente un sonado romance.
Holtzmann es la mejor parte de Cazafantasmas. Estamos todas unánimemente de acuerdo en esto, ¿no? Si no lo estáis, no quiero saberlo, porque es que habéis visto la película mal. Claramente.
Por si Holtzmann nos hubiera parecido poco guay en la versión cinematográfica, hace poco, nos alegraron nuestra existencia croqueta dándole una novia, y no una novia cualquiera. A Paul Feig se ve que le gusta vernos contentas y venga, por qué no darnos diez minutos adicionales de Holtzmann siendo pura y simplemente Holtzmann. Diez minutos de Kate McKinnon improvisando coñas y diciendo líneas de guión alternativas. Conclusión, diez minutos maravillosos y tronchantes. Disfrutad.
En la fauna LGTB, entre osos, butch y musculocas está el homófobo gay. Desconozco si ha sido bautizado con algún nombre gracioso, pero debería.
Su dieta se basa en bilis y argumentos fácilmente rebatibles, habita entre comentarios de blogs, foros y canales de youtube de temática LGTB, y su criptonita es un o una homosexual feliz. Su miedo irracional a esta especie cada vez más visible le hace blandir crucifijos al grito de “vade retro”, no vaya a ser que se le meta en el cuerpo tanto mariconeo.
Esta gente debe tener un sistema de alertas para los contenidos LGTB en Internet más sofisticado que el que tiene el más homosexual de los homosexuales. Están al tanto de todo lo que se cuece en el mundillo, se leen las noticias de Pe a Pa, revisan las fotos con detenimiento, buscando símbolos satánicos en las venas marcadas de los falos de los actores porno gay, como quien busca referencias sexuales en las películas de Disney. Y les gusta. Pero odian que les guste. Se odian a sí mismos y odian a aquellos que les gustan lo que él odia que le guste.
Un homófobo de estos un viernes por la noche
Han sido criados en una sociedad heteropatriarcal (donde todo está enfocado a la crianza de personas heterosexuales). Esto no es excusa. TODOS hemos sido criados en la misma sociedad heteropatriarcal. Quizá el homófobo gay se haya educado en un entorno más autoritario.
La atracción por personas de su mismo sexo choca con su sistema de valores lo que le genera miedo, rechazo y, finalmente, odio. Los más homófobos, esos que se apuntan a plataformas ultracatólicas que piden la retirada de un anuncio de unos grandes almacenes por contener una familia formada por un padre y otro padre (¡ey, ya hablo como un medio de comunicación subvencionado!), los más homófobos, decía, son los más reprimidos, esos que, de haber nacido en un ambiente más abierto, desfilarían con el torso desnudo el Día del Orgullo Gay. Como dos caras de la misma moneda a la que a ellos siempre les sale la Cruz.
Gloria Fuertes es una de las grandes de las letras españolas. Toda su vida intentó contagiar su amor por la lectura y la escritura a los más pequeños, a través de historias y rimas, y de personajes que todavía perduran en la memoria colectiva, como la oca loca o las tres reinas magas. Durante toda su vida recibió multitud de premios y homenajes, y al cumplirse el año que viene el centenario de su nacimiento, veremos cómo ese reconocimiento público continúa. De momento ha sido la compañía Norwegian Airlines la que se ha adelantado, colocando su figura para bautizar un avión.
¡Buenísimo! El cuarto personaje de ámbito español al que @Norwegian_ES dedica una cola es… Gloria Fuertes. Está ya en el Boeing 737 EI-FJX pic.twitter.com/0q5CCUHUE2
Tras Cervantes, Cristóbal Colón y Juan Sebastián Elcano, Gloria será la cuarta española en recibir este pequeño homenaje. El director de la compañía ha declarado que
Gloria Fuertes está estrechamente ligada a la historia sentimental de millones de españoles, motivo por el cual es un honor para Norwegian contar con su figura en nuestro elenco de héroes
Personalmente siento a Gloria muy, muy cerca. Crecí con sus escritos, y cuando ya de mayor supe que había compartido su vida con otras mujeres, esa simpatía y cariño creció. Cosas mías. Me alegra muchísimo ver cómo es reconocida también fuera de nuestras fronteras.
Carlos y Silvia, los coruñeses Escuchando Elefantes, llevan cuatro años en el mundo de la música, y cada vez tienen más fans. Sus canciones pop rock con un rollito alternativo anglosajón, casi celta en ocasiones, son composiciones cuidadas, con letras delicadas y que salen desde dentro. Además, la voz de Silvia, que puede recordar a la de Eva Amaral, es una maravilla.
Están preparando lo que será su tercer álbum, y mientras tanto han lanzado este single titulado Anyway, que viene acompañado de un video protagonizado por dos chicas.