Parece ser que a Tierra de Lobos, la ficción que incluye a la pareja más mona de la televisión, Cristina e Isabel, le quedan exactamente tres telediarios. Bueno, tres episodios. El dato ya ha sido ultra confirmado por cadena, productora, actores y creemos que algún becario encargado de los cafés. Una pena. A las hordas de fans de Crisabel sólo nos queda ver si hay algún tipo de venganza que nos deje con buen sabor de boca. Pero, aún con todo, no podemos dejar de preguntarnos porqué nuestra serie favorita no renueva para una cuarta temporada. ¿Alguna mano negra, quizá?
Pues no, en realidad no hay mano negra detrás del final definitivo de la serie. Si bien Tierra de Lobos es un producto de calidad, con tramas que enganchan, cliffhangers bien traídos y ambientación muy, muy buena, hay varios factores que explican con relativa facilidad el adiós. El primero se puede resumir en que la serie de tan buena, es mala, pero para el bolsillo del productor. Realizar una producción tan cuidada requiere dinero, muchísimo dinero. Por eso mismo se produjo el parón entre segunda y tercera temporada, porque la cadena prefirió, al ser su producto estrella, reservarla para un momento acertado en el que pudiera sacarle un mayor rendimiento económico. Es decir, cuando todas estuviéramos ya a punto de asaltar la verja de la cadena de Fuencarral y nos pusiéramos a ver como locas la serie, para llenarla de pausas publicitarias.
Pero la teoría no se plasmó en la práctica: Para cuando pasaron los (casi) dos años desde la temporada anterior, muchos espectadores habían perdido el interés, o bien habían decidido probar la nueva ficción de la competencia, curiosamente protagonizada por una ex-loba, Vive Cantando. Esta ficción dirigida por Miguel Albaladejo (Cachorro) era una nueva vuelta de tuerca al argumento de ‘chica modesta que busca la fama’. Y funcionó, funcionó como pocas series familiares lo hacen, con unos datos de audiencia del 18% en sus primeros episodios, algo que Tierra de Lobos no había conseguido mas que en un final de temporada.
Conforme pasaban las semanas, Tierra de Lobos subía y Vive cantando bajaba, pero la brecha seguía ahí, casi 3 puntos. Y fue nos dimos cuenta de que la joya de la corona igual no era de plata, sino de alpaca. La rentabilidad de una serie se mide en la cantidad de anunciantes que tiene, aunque esto es un arma de doble filo, pues si agobiamos al espectador con muchos bloques de publi, dejará de ver la serie. Y siendo Tierra de Lobos una serie tan sumamente cara, necesitaba un soporte que no tuvo.
A esto hemos de sumar que, entre la segunda y la tercera temporada, los decorados fueron desmontados. Así que, si querían rodar una cuarta temporada, debían empezar otra vez de cero toda la producción. ¿Y los actores? Los actores están embarcados en otros proyectos desde hace tiempo. Alex García en teatro, Dafne Fernández en El Chiringuito, una nueva serie de Mediaset, María Castro y Sandra Blázquez en Vive Cantando, Berta Hernández en Amar es para siempre, y Adriana Torrebejano haciendo malabares con diferentes historias, por poner varios ejemplos. Juntarlos de nuevo sería toda una hazaña, siendo además tan extenso el elenco.
Así pues, fue bonito mientras duró, pero se acabó Tierra de Lobos. Decimos adiós a varios años de intrigas, y a la pareja que más suspiros nos ha hecho escapar desde… ¿siempre? A partir de ahora nos quedan varias cosas: el recurso del pataleo, que diría mi madre, consistente en ir con antorchas a las oficinas de Mediaset, el ver DVDs hasta que creamos que vivimos en el siglo XIX o, mucho más práctico, sacar nuestra creatividad a volar, o disfrutar de la de las demás, leyendo fics de nuestra pareja favorita. Y eso es lo que ha hecho, por ejemplo, nuestra querida Paz Quintero, que ha escrito un guión con un final alternativo para Crisabel. Y con un beso y una flor, bye-bye a nuestra serie de cabecera, y a mirar hacia delante, esperando que llegue otra que nos cubra el vacío en el corazón.
Joé, pues no es tan difícil arreglar el desaguisado, que poquita imaginación tienen en Mediaset. Desolada por la muerte de su chorba, Isabel pone fín a su vida. 200 años después, por culpa de un experimento fallido con el acelerador de adrones, todos los muertos se levantan de sus tumbas con un hambre de cerebros que no veas. Pero nuestras heroínas, a las que el inmenso amor que albergaban dentro las ha mantenido casi incorruptas, aún guardan un poco de humanidad en sus pelín perjudicados cuerpos: Así, en medio de un buffet libre de dependientes de El corte Inglés, sus miradas se encuentran y la chispita del amor y la humanidad renace, apagando sus ánsias de cerebro y encendiendo la llama del amor (pausa para que todas hagais AWWwwWWWwWWWwW). El calorcito de la humanidad hace que poco a poco sus cuerpos se regeneren (joé, es que estas dos están de toma pan y moja y sería una penita tenerlas putrefactas todo el tiempo), y juntas lideran una cruzada para conseguir que todos los muertos vivientes sientan el amor en sus corazoncitos cual canción de Alaska (bueno, para las más jovencitas “Memorias de un zombi adolescente” es una buena referencia) y dejen de comer cerebros, que vete tú a saber las cochinadas que hay dentro de las cabecitas de algunos. Y ya está. Problema solucionado. Trasladas la acción al presente, con el consiguiente ahorro de producción, sólo tienes que contratar a dos actrices del elenco anterior, con lo que arreglas problemas de agenda, y encima te subes al carro de la moda zombi 🙂
Si es que algunos se me ahogan en un vaso de de agua, ainsssssssss… problemas a mí, prfffffff ;P
¿Sabes qué es lo mejor de todo? Que me lo imagino todo, palabra por palabra, y no me parece tan descabellado. Podría llamarse, efectivamente, ‘Mi novia es una zombie’.
(‘sería una penita tenerlas putrefactas todo el tiempo’ ¿Tú sabes la carcajada que eché? AJAJJAJA)