Siempre nos pasa, cuando vemos una serie o leemos un libro, que hay personajes que nos marcan y a los que les cogemos tal cariño que resulta imposible concebir la historia sin ellos. Esto ocurre también en el celuloide, pero no con la misma intensidad. Al menos, para mí, las muertes más trágicas, las que me dejaron el corazón encogido, transcurrieron entre las páginas de un libro o escondidas en el minuto X de un episodio. Ahora me vienen a la cabeza personajes tan dispares como sus muertes y el argumento de las historias que las abarcaron: Dana en The L word, Ángel y Tara en Buffy, Dumbledore en Harry Potter y la más reciente y de la que aún me estoy recuperando, Cristina en Tierra de Lobos. Aunque habrá otras tantas que ahora no me vienen a la memoria y que probablemente me tuvieron lloriqueando por las esquinas unos cuantos días.
¿Qué es lo que hace que la desaparición de un personaje deje esa huella en el espectador y en la misma historia? Desde mi punto de vista, la construcción del mismo, su humanidad, la posibilidad de empatizar con sus actos o sentimientos. La admiración que nos despierta constituye el resultado de un combo perfecto entre un personaje bien construido y un papel bien interpretado. Esa mezcla es la que lo que lo hace tan creíble y adictivo. Y como cualquier droga que se precie, sufrimos mental y físicamente la desaparición brusca del objeto de adicción.
Pero os daré una buena noticia: la ficción es ficción y no se ha maltratado a ningún ser humano en el proceso. Así que como estamos hartas de sufrir, podemos elegir no hacerlo. Elegimos lo segundo. Elegimos quedarnos con el motivo por el que con Cristina e Isabel nos tuvieron en vilo, tan pegadas a la pantalla que casi las veíamos pixeladas, y recordar cómo llegaron a nuestras vidas… de repente. De repente un western, de repente bollos. ¡Yuju! No hay nada que se parezca a esa maravillosa sensación de estar enganchada a una serie o película y, así, sin esperarlo, ZAS… ¡Croquetas! (Ahora mismo me están viniendo a la cabeza dos cosas: la canción It´s raining men y Mena Suvari en American Beauty, cayéndole croquetas encima de la cama).
Sabemos que todavía estáis de resaca lobera, y por eso os traemos un recopilatorio de la evolución del Crisabel, los momentos que se quedarán grabados a fuego en nuestras retinas. Estos son (para nuestro gusto) los momentos clave de la historia de Cristina e Isabel:
1) “La revelación”
Puedo decir sin miedo a equivocarme que este es uno de los momentos que más me gusta de la historia de Cristina e Isabel: cómo Isabel se da cuenta por fin, que lo que le gustan son las mujeres. La cara de Isabel mientras ve a Cristina dándose un baño no tiene desperdicio (y la nuestra al verlo tampoco):
2) “Los momentos tiernos”
Si hay algo que se puede alabar de la historia de Cristina e Isabel son los pequeños detalles. La forma de descubrirnos los sentimientos y miedos de los personajes. La ternura con la que se trató la historia en un comienzo y que les valió el premio a la pareja más tierna concedido por Afterellen. Y que echamos enormemente de menos en la tercera temporada.
3) “El beso”
Y por fin llegó el beso. Que nos dejó como a Isabel, paralizadas y desorientadas. Subidón de hormonas incluido. Pero aún nos quedaba traya, y no solo nos dieron beso, si no que llegamos sin esperarlo a tercera base y, claro, a Isabel no fue a la única que le entraron calores.
4) “El revolcón”
Pero si el momento anterior nos dejó ojipláticas y sin aliento, este nos noqueó del todo. Y flipamos en colores con tanto croqueteo repentino y frotamiento croporal. ¡Que viva el refrote!
5) “La reconciliación”
Nos dieron tira y afloja, para tenernos enganchadas y vaya si lo consiguieron. Quien no sufriera y pidiera por favor que Isabel perdonara a Cristina, que levante la mano. Pero pasó y se reconciliaron y Cristina le dijo a Isabel que la quería. ¡Nosotras también te queremos, Isabel!
6) “Con enaguas y a lo loco”
Pero se nos olvidó que estábamos en el S.XIX y ser bollo en esa época no era bien. Así que se llevaron a Isabel al convento a que aprendiera a no ser lesbiana o a que nos la mataran de hambre, que tampoco nos quedó muy claro. Y aquí sucede uno de los momentos más gloriosos de la serie. Las hermanas de Isabel y Cristina van al convento a rescatarla de las garras de la monja loca. Cuatro mujeres en enaguas y otra arriesgando su vida por su chica. ¡Ni en nuestros mejores sueños!
Ay, qué recuerdos… y qué felices habríamos sido si los requisitos de audiencia hubieran dejado a los guionistas continuar tratando la historia con tanto cuidado y mimo. Pero no vale la pena lamentarse de lo que pudo haber sido y no fue. Así que para la posteridad nos quedaremos con esta parte de la historia y recordaremos, que aunque fuera durante una única temporada, fuimos felices. Hasta siempre, Tierra de Lobas…