Entiendo que esto es algo que te pasa más si, como a mí, te gusta mucho mirar.
Yo lo reconozco abiertamente, a mí me ENCANTA mirar. Lo bueno de ser mujer es que puedes mirar y nadie cree que estás mirando, si sabéis lo que quiero decir. Lo malo es que, como ya he contado en alguna ocasión, soy muy tímida, y aunque me gusta mucho mirar, lo paso fatal pensando en que alguien se va a dar cuenta.

Eso significa que en persona miro más bien poco (o miro hacia todos lados, menos hacia donde hay que mirar). Pero cantemos todos todos al señor por Internet.*
Internet te da infinitas posibilidades para mirar DESDE TU CASA. Y no hablo sólo de porno. Esto para mí es el paraíso. Mejores lugares del mundo: 1. La tienda de Lindt 2. Internet. QUÉ COJONES. ¡Internet por encima de todo! PUEDES COMPRAR TODO EL CHOCOLATE LINDT DEL MUNDO POR INTERNET.
A mí es que me encantan las compras por Internet. (Más que nada porque odio ir de compras.)
Así que, yo, ingenua de mí, pensé que era la solución a todos mis problemas. Y BARATA (o asumible, al menos, porque otra opción que había pensado es un personal shopper, pero es muchísimo más caro).
Al principio todo iba bien. Yo miraba mis fulares y mis sandalias (por cierto, estoy muy contenta por poder anunciar que mi novia ya ha encontrado sus sandalias de verano y hemos podido dar por finalizada la temporada de este año). Miraba mis bolsos, mis mochilas, mis cinturones.
Entonces decidí dar un paso más y comprar algo que no fueran accesorios. FUE UN PASO HACIA EL ABISMO.
Para comprar ropa resulta que te ponen modelos. MODELOS DE VERDAD.
“Qué bonita la camisa, aunque tiene un color que luego para combinarlo, e igual tiene mucho escote para ir a trabajar, porque mira qué escote, hay qué ver que está buena la modelo, ¿habrá alguna camisa en la que se vea más escote?”
“Me gusta ese pantalón. Tengo uno parecido, pero bueno, un pantalón negro siempre viene bien. Y mira qué piernas hace el pantalón. Es que, joder, vaya piernas largas. Voy a ver faldas”. (Yo que no me pongo falda ni que me maten.)
“Pero qué preciosidad de camiseta. Es un poco larga, pero me encanta. Voy a ver si hay alguna foto en la que se vea mejor. Coño, que la espalda es abierta. Y qué espalda. Voy a darle al zoom a ver si se ve mejor… el tejido de la camiseta”.
Y esto me pasa CON TODO. Así, a lo loco. Esto es algo que está consumiendo mi vida Y NO ME DEJA DE VIVIR.
Creo que necesito ayuda.
*Colegio de monjas, sí. ¿No os parece fascinante el montón de bollerío que sale de esos colegios? Y eso que en el mío las monjas no eran de clausura, que si no ya expertas totales en pastelería. (Me encantan los chistes malos, qué pasa.)