Una de las cosas que odio de que me gusten las tías es precisamente ligar con tías. Cuando ligaba con tíos mi vida era mucho más fácil Y ESO ES ASÍ. Estaba convencida de que era la única a la que le pasaba, PERO NO. El otro día quedé con una amiga a la que hacía siglos que no veía. Vamos a llamarla Susana (creo que he hablado en alguna ocasión anterior de ella aunque igual ha sido con otro nombre falso). Susana es una chica que se define como bisexual pero que por A o por B nunca ha llegado a más con una tía y está loca por probarlo (la muchacha está de muy buen ver y besa estupendamente*, por si hay alguna se ofrece voluntaria para echarle una mano –literalmente-). Por suerte o por desgracia, tiene mucho éxito con los tíos, así que tampoco ha insistido demasiado en el rollo bollo, pero últimamente está tonteando con una chica y… BIENVENIDA AL DIFÍCIL MUNDO CROQUETA. ¡En el mundo croqueta tenemos tetas y labios suaves, pero ligar es super difícil y SIEMPRE hay drama!
“Yo no sabía que esto era tan difícil.”
La pobre Susana lleva MESES intentando seducir a la muchacha a la que vamos a llamar María. Queda con ella a solas, le lanza indirectas, le sonríe de forma estúpida, la mira con ojos de gacela y en general sólo le falta ponerse luces de neón para llamar su atención. Pero María no se acaba de decidir: siempre parece que sí pero luego al final no y llega un momento en que la pobre Susana ni siquiera tiene claro que a María le vayan las tías.
“O igual le gustan las tías y no le gusto yo”, me dice.
ESTO CON LOS TÍOS NO PASA Y ESO ES ASÍ. Se te mete una pestaña en el ojo y en segundos lo tienes lanzándose a tu boca pensando que le estabas guiñando un ojo y era una señal. LAS TÍAS NO. Tú a una tía le propones quedarse a dormir en tu casa y es capaz de traerse las sábanas para la habitación de invitados.
La consecuencia de toda esta cuestión es que ya no puede más y, como diría mi compañera de piso, está caliente como una fragua. De hecho, en un momento de la cena llego a decirme: “-Tía, estoy desesperada, tienes que llevarme de ambiente para poder encontrar chicas fáciles, porque como tenga que esperar a esta…”
No tuve el valor de decirle que:
a) Yo no salgo. Por principios. (Y por aburrimiento y pereza, pero sobre todo por principios.)
b) Ni siquiera entonces hay chicas fáciles. Chicas fáciles es un oxímoron y ligar con tías es difícil en todas partes, incluida una discoteca incluso con mucho alcohol de por medio (sobre todo para mí.)
La verdad es que hubo un momento en el que casi quería decirle que lo olvidara, que se centrara en los tíos y su vida sería mucho más fácil. (SÁLVATE TÚ QUE PUEDES, ¡HUYE!).
Imaginad una vida en la que cuando quedas con alguien a cenar, si luego le invitas a casa y te dice que sí, sabes que va a haber tema. En la que si te propone ir a tomar unas copas después sabes que está interesado. UNA VIDA FÁCIL.
Salir con tías es un poco como la canción de Ricky Martin, pasito adelante, pasito atrás. QUE TE QUEDAS DONDE ESTÁS, COÑO. NO HAY MANERA DE AVANZAR. Los tíos pisan el acelerador y no frenan a no ser que se estrellen contra un muro. Ellos lo intentan y si cuela, cuela.
Así que yo quería decirle que lo dejara de intentar y que le dieran por culo a la tal María y se buscara un Mario. Pero no pude. Hablando mal, imaginad el polvazo que van a echar si finalmente se acuestan después de meses de tonteo y tensión sexual no resuelta. ¡NO PODÍA DEJAR QUE ABANDONARA TAN CERCA DE LA META!
Así que al final acabé dándole helado y aconsejándole que tuviera paciencia e insistiera pico-pala pico-pala.
Si es que en el fondo soy una blanda.
*Aclaro que no es algo que yo haya comprobado, cariño. Me lo han contado.