Hace dos semanas os dejamos con Greer consolando a Brenna ante la enfermedad de su hermana, y bueno, veíamos clarísimo que estas dos iban a croquetear alegremente. Lo queríamos muy fuerte. Y, como siempre que nos portamos bien, la Virgen de la croqueta nos ha concedido nuestros deseos, y esta semana hemos tenido acción en Chasing Life. Para contar lo que ha sucedido en este último episodio, hay que remontarse al anterior, en el que Greer hizo una fiesta en su mansión, y en la que los amigos de Brenna, y la misma Brenna no se portaron todo lo bien que hubiese sido deseable.
Poneros un segundo en la piel de la anfitriona: abres tu casa para que la gente lo pase bien, y te encuentras con que una te rebusca en los armarios y se pone un vestido de novia, y las chica que te gusta se dedica a retozar en tu cama con su novio. Normal que te pilles el cabreo del siglo, digo yo. Pero Greer, que es muy diplomática, ni gritó ni alzó la voz. Sólo pidió amablemente que se fueran de su casa, con toda la dignidad que pudo mantener en ese momento. Moraleja: las fiestas, siempre en casa de los demás, nunca en la tuya.
Y estando así las cosas, Brenna ha ido a pedirle disculpas por cómo salieron las cosas en la fiesta. Greer sigue muy resentida, y está super distante, pero aún así acepta las disculpas de su amiga. Pero para Brenna no es suficiente, así que se planta en su casa, como en las mejores películas románticas, a disculparse una vez más, ya que “no te he dicho todo lo que quería decirte”
Greer: Heriste mis sentimientos, porque sentía que teníamos algo
Brenna: Yo también lo sentía
Greer: ¿Ah, en pasado?
Brenna: No. En presente.
Y ahí sucede la magia y las dos adolescentes se besan mientras nosotras aplaudimos y abrazamos el cojín en el sofá. Nos ha durado el enfado lo que a Greer, nada. Porque estas dos hacen una buenísima pareja que nos va a traer muchas alegrías. Pero… wait! ¿Y qué pasa ahora con el novio de Brenna? De momento nos quedamos con el avance de la semana que viene, que es muy pero que muy prometedor.