Os voy a ser sinceras: los premios de ayer me dejaron totalmente indiferente. No hubo sorpresas, todo el mundo se llevó lo que ya sabíamos, y las actuaciones tampoco es que fueran para echar cohetes. Realmente lo más destacable a nivel musical fue el medley que hizo Beyonce, una actuación de casi diez minutos en la que enlazó de manera bastante guay las canciones de su último disco, y la performance de nuestra querida Taylor Swift, un poco à la Gran Gatsby, y que quedó muy efectista. Pero vaya, que atrás quedaron aquellas galas en las que Madonna nos volvía locas besando a Christina y Britney, o ese momentazo en que vimos a la misma Britney Spears actuando con una pitón albina en los hombros, mientras a todas se nos caía la baba (reconócelo, a ti también).
Pero los estilismos… ay, los estilismos. De verdad, y siempre a título personal, me han parecido EL HORROR. Hay museos con menos cuadros, de verdad. Y tengo una galería que lo demuestra (clic en las fotos):
¿Cómo es posible? ¿Por qué sucedió esto? ¿Nadie fue a la peluquería? Una sabe que algo raro ocurre cuando la mejor vestida de la gala es… Ke$ha
¿Es esto una señal de que el apocalipsis está por llegar? Yo digo… que si.