Muchas veces lo hemos dicho: vivimos una edad de oro en cuanto a entretenimiento lésbico se refiere. Películas, series, canciones, no es difícil encontrar algún producto que, desde nuestra perspectiva de mujeres LGBT nos interese. Pero esto no siempre ha sido así, y es de justicia, en este día del libro 2015, recordar a quienes han hecho posible no sólo nuestro entretenimiento, sino nuestro crecimiento.
Mili Hernández abrió Berkana en 1993. Viendo que no existía una oferta en el mercado editorial suficiente como para, directamente, interesar al lector, supo ver que el camino estaba en hacerlo, en propiciarlo, más que en sentarse a esperar que una chispa indeterminada prendiera. Así, un par de años después, funda Egales, la que fue y sigue siendo referente en el mercado hispanoparlante, la editorial por excelencia sobre temática LGBT. La propia Mili contó en una charla sobre el panorama de la literatura española cómo fueron esos primeros años
En los primeros años de la editorial, no publicábamos autoras españolas, a excepción de Carlota Echalecu (Los ojos del ciervo)». Empezaron traduciendo a autoras que ya llevaban muchos años publicando en Estados Unidos. «Eran los libros que yo, cuando tenía 16 y 17 años, quería leer; eran los libros que yo quería encontrar en las librerías; eran los libros, sobre todo en el ensayo, que podían contestar a las preguntas que yo me hacía en aquella época. En una España en blanco y negro, en una España con dos canales de televisión, en una España sin internet, en una España sin apenas bibliotecas y en una España sin libros dirigidos al público LGTB, con cuatro ensayos escritos por unos médicos un poco dudosos (Extraído de Despertares de Stonewall)
En veinte años hemos crecido, hemos abierto nuevos horizontes. Donde antes no había nada, ninguna autora en castellano a la que el público pudiera acceder a sus obras, ninguna de las grandes escritoras traducidas, ningún medio construído por y para mujeres, hemos sabido, con la ayuda de todas, crear espacios en el que nos sintamos cómodas, y nuevos niveles que explorar. Pero eso no habría sido posible, sin ninguna duda, sin Egales. ¿Hubieran venido otras en su lugar? Pues seguramente si, pero, ¿cuando? ¿Tendríamos ahora un veinte aniversario, o una cifra mucho menor? ¿Habrían sido capaces de construir comunidad?
Veinte años no son nada, dice el tango. Pero en este caso, las dos décadas han propiciado una madurez tal del debate que nos permite que, en estos momentos, el sujeto de discusión sea sobrepasar la literatura LGBT, llegar a más público del que nos imaginamos, propiciar el interés de los lectores en general, contando historias universales, escribiendo obras que conmuevan a todos por igual, y, en definitiva, crecer todavía más, y mejor. La literatura LGBT ha pasado de niña a mujer, y tiene una serie de inquietudes que se asemejan mucho más a la gran literatura que a aquellas mujeres que, simplemente, querían leer sobre lo que les interesaba, historias de amor entre mujeres.