Es bastante impresionante el esfuerzo que está haciendo en los últimos tiempos la ficción española por estar al nivel de la extranjera. Siempre se han relacionado las series patrias con algo poco arriesgado, deslabazado, para toda la familia desde el bisnieto al tatarabuelo, y largo, muy largo. Afortunadamente, las productoras y las cadenas han sabido ver que, quizá, ese no era el mejor modelo, y que si las producciones extranjeras se llevaban tantas alabanzas, por algo sería. Pero una de las nuevas series de Antena 3, Buscando el norte, que se estrenó esta temporada, ha sabido dar la campanada y conquistar a la audiencia cogiendo lo mejor de cada modelo, y la cosa parece que funciona.
El primer episodio, lo reconocemos, nos costó un poco. Fue un festival del estereotipo, de cosas que ya no es que hubiéramos visto mucho, es que hace mucho que no veíamos. El personaje de Carol nos pareció poco desarrollado, y el impecable trabajo de Belén Cuesta no era suficiente. Eso sí, nos dio el inicio de algo que se ha convertido en lo mejor de la temporada: la relación de Carol y Adela.
Las dos mujeres duermen juntas en la primera noche de Carol en Berlín. Adela va muy borracha y nunca ha estado con una chica, pero Carol, que con alguna más ha estado, se pilla profundamente de ella. No lo puede evitar.
A partir de ahí asistimos a una historia de amor orgánica, natural, y con la que todas (sí, todas) nos podemos sentir identificadas. Enamorarte de la persona más difícil del mundo es una tónica de la humanidad. Carol intuye que lo suyo con Adela puede ir a más, que sólo tiene que romper esa capa de dureza que la otra chica tiene, y se pasa la temporada intentándolo, sin fruto ninguno. Hasta este último episodio. La película favorita de Adela es Love Actually, y Carol decide hacer un último intento.
Pues sí, vaya estafa. Afortunadamente, a veces las cosas, y más en la ficción, salen bien.
No sabemos qué pasará en el final de temporada, que se emite el próximo miércoles, pero estamos convencidas de que lo de #Carela (se lo copiamos a nuestros amigos de Ambiente G) no se va a quedar así. Ese beso… ese beso (y ese carmín corrido) dicen algo.