Hace unas semanas saltó la “noticia” de una sextape. En este caso se trataban de dos jugadores del Eibar (el portero Sergi Enrich y el lateral Antonio Manuel Luna) haciendo un trío con una chica.
Se grababan mientras follaban. La chica no quería que la grabaran y así lo dejó claro, pero los tíos pasaron de ella y el móvil continuó captando imágenes. Los hombres que celebraban la libertad de la chica por querer hacer un trío, ignoraban esa misma libertad cuando ella no quería que la grabaran.
La lectura machista es clara. Todas putas, pero no te hagas la estrecha. Y la cosa, lamentablemente, quedará en nada.
A mí, cada vez que sale una sextape a la palestra me viene siempre la misma pregunta: ¿A qué viene esa manía de grabaros follando? A mí jamás se me ocurriría. Y menos todavía en este momento actual que vivimos en que la línea entre lo íntimo y lo público es más fina que el papel de fumar.
Esto NO es una sextape
Pensaba que podía ser que yo fuera una aburrida, pero empecé a enumerar las veces que se ha filtrado una sextape de una pareja de lesbianas y… cero. No me salía ninguna.
Como no creo en las casualidades, desarrollé varias hipótesis de por qué se daba esto (o no se daba, mejor dicho):
- Porque no hay lesbianas cuya fama llamen la atención de los medios que se dedican a rastrear este tipo de “noticias”. Hipótesis peregrina donde las haya y… falsa. Ellen Page, Cara Delevigne o Kirsten Stewart son lesbianas, jóvenes y guapas. Carne de cañón para la prensa sensacionalista.
- Porque las lesbianas que hacen sextapes tienen altos conocimientos en seguridad informática y es imposible piratearles el móvil. Puede ser que haya alguna lesbiana famosa con conocimientos de ciberseguridad (¡me encantaría conocerla!), pero no lo creo. A nada que subas algo a la nube (recordad, chicas, la nube no existe, tus datos están en el servidor de alguien), ya has perdido el control.
- Porque las lesbianas no se hacen sextapes. Puede ser, pero estoy segura de que algunas parejas sí lo hacen.
- Porque las lesbianas se hacen vídeos manteniendo relaciones sexuales pero no los comparten. Hemos tocado hueso.
Cuenta la leyenda que, nada más acabar de hacer el amor con Ava Gardner, el torero Luis Miguel “Dominguín” se apresuró a vestirse. Cuando Ava le preguntó qué hacía, él le respondió que iba a contarles a sus amigos que se había acostado con ella.
Para hombres como Dominguín, o los jugadores del Eibar, lo importante no es hacer el amor con una mujer, sino fardar de ello después. Y para eso, necesitan pruebas.
Puede que para los amigos del torero su palabra fuera suficiente, pero Enrich y Luna necesitaban aportar pruebas. El vídeo sexual es, en palabras del periodista Manuel Jabois, la ofrenda a la tribu (enlace: http://deportes.elpais.com/deportes/2016/10/06/actualidad/1475762878_987428.html)
Las mujeres están cosificadas, también, como elemento para la reafirmación masculina.
Las lesbianas, como mujeres, no necesitan esa reafirmación masculina y, por lo tanto, no necesitan compartir sus sextapes con otras mujeres.
Es cierto que las mujeres, con el paso de los años, hemos adquirido y asumido como conquistas ciertos roles masculinos (llevar pantalones, acostarnos con quien nos da la gana, incorporarnos al mercado laboral y ser económicamente independientes), pero por favor, no asumamos esta mierda.