Puede que el nombre de Harvey Weinstein no os diga nada, pero es uno de los peces gordos de Hollywood y quien está, al menos, detrás de una o dos de vuestras películas favoritas. Entre sus actividades, estos últimos treinta años, además de dedicarse a producir películas, dirigir Miramax, embolsarse ingentes cantidades de dinero e incrementar su poder en la industria cinematográfica, están las de acosar y abusar de mujeres.
Treinta años en los que muchos conocían estas prácticas. Treinta años en los que decidieron callar y mirar para otro lado, entro ellos el propio Ben Affleck, como públicamente reconoció Rose McGowan en su cuenta de twitter, quién se cuenta también entre las víctimas del productor.
Son muchas las mujeres que han sido acosadas por Weinstein. Todas coinciden en sus testimonios en que se aprovechó de su posición de poder e influencia, y su fortaleza física para tratar de convencerlas, otras veces incluso para obligarlas, a mantener relaciones sexuales no consentidas. Entre ellas, Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie o Asia Argento, por ejemplo. Las últimas en hablar han sido Léa Seydoux, Emma en La vida de Adèle, y Cara Delevingne. La primera ha hablado de su relación con Weinstein, cómo utilizaba su privilegio con ella y las demás, y ha criticado, además, el trato que reciben las actrices en la industria, donde son consideradas como poco más que un pedazo de carne dispuesto para la satisfacción de los deseos masculinos. Y a la segunda, Weinstein le dijo que si era gay o decidía estar con una mujer, especialmente en público, nunca conseguiría el papel de una mujer heterosexual o triunfar en Hollywood. Años después, en un encuentro en su habitación de hotel, mientras hablaban sobre la película en la que querían que Delevingne participase, le propuso hacer un trío con ella, intentó besarla, hizo comentarios inapropiados de naturaleza sexual y alardeó delante de ella de todas las mujeres con las que se había acostado.
Han sido muchas las que han salido en apoyo a las víctimas y han condenado las actuaciones de Weinstein. A él lo han despedido de su trabajo y, espero, aunque igual peco un poco de ilusa, que su carrera esté acabadísima, pero no podemos olvidar que este no es un caso aislado. Esta violencia contra las mujeres, una violencia que se manifiesta de muchas formas, es algo sistemático, enraizado en la sociedad patriarcal. Y por cada una de estas mujeres que ha decidido dar un paso adelante y hablar, hay muchas otras que tienen miedo, o que no se encuentran en una posición tan privilegiada para hacerlo.