Una estatua de Harvey Weinstein, con su bata desabrochada y con una copa en la mano, apareció días antes de la 90º gala de los Óscars justo en las afueras del lugar dónde esta tendría lugar. La estatua es una denuncia por la situación que está sacudiendo Hollywood de arriba abajo y por su decisión de acallarlo durante tanto tiempo, fingiendo que no pasaba nada. Esa estatua era premonitoria del tema sobre el que giraría la ceremonia del domingo 4 de marzo, el movimiento #MeToo y la reivindicación de las mujeres.
Durante la gala han sido bastantes los momentos reivindicativos. Algunos más directos, como el de Emma Stone al más puro estilo Natalie Portman al presentar el premio a los mejores directores o el discurso de las víctimas de Harvey Weinstein, otros menos, como el diamante que Ashley Judd escogió como accesorio de su vestido como símbolo del Me Too.
El año de las mujeres. Así han llamado a este 2018 los críticos y los entendidos de cine al hacer un repaso a Hollywood, a la cartelera durante estos doce últimos meses y a la temporada de premios y nominaciones. Este año hemos podido ver como mujeres valientes han decidido dar un paso al frente y denunciar los continuos abusos y agresiones sexuales sufridos, una mujer fue protagonista de las tres películas más taquilleras del año, Wonder Woman, La Bella y la Bestia y Star Wars. Pero también hemos visto que las mujeres sólo han protagonizado un 24% de las películas más taquilleras, que sólo un 33% de las nominaciones por trabajos detrás de las cámaras tienen nombre femenino, de las cuales sólo una se ha llevado el premio, Kristen Anderson-Lopez por mejor canción original, y cómo acusados de abuso o maltrato siguen siendo premiados en una gala que iba, justamente, de reivindicar lo contrario.
En su fabuloso discurso de aceptación Frances McDormand, después de pedir que las mujeres nominadas se pusieran en pie para que recibieran el aplauso que se merecían, dijo que era el momento de que los hombres dejaran de hablar sólo con las mujeres en las fiestas sobre sus proyectos y las llamasen también para reunirse con ellas en sus oficinas. Y es que así es cómo conseguiremos la igualdad. Las reinvindicaciones están muy bien, pero tienen que ir acompañadas de acciones, de darnos oportunidad a las mujeres a contar nuestras historias, de financiar nuestros proyectos y darles el reconocimiento que merecen, dejando de menospreciarlos por ser sólo “cosas de mujeres”.